Los ataques israelíes contra instalaciones militares y nucleares en Irán el viernes por la noche amenazan aún más la estabilidad en Oriente Medio. Enemigos acérrimos desde la Revolución Islámica de 1979, el conflicto entre Israel e Irán parece haber alcanzado su punto álgido tras la serie de ataques aéreos contra instalaciones militares y nucleares en Irán. Una ofensiva que se produce cuando estaba previsto que el domingo se celebrara una nueva ronda de negociaciones entre Estados Unidos e Irán sobre el programa nuclear iraní. Al menos dos líderes de los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico del régimen, han sido asesinados, entre ellos su jefe, el general Hossein Salami. Seis expertos nucleares también han perecido en los ataques y al menos 60 personas, entre ellas mujeres y niños, han resultado heridas, según los medios de comunicación iraníes. El jefe del Estado Mayor iraní, el general Mohammed Bagheri, también ha sido asesinado.
Teherán calificó estos ataques llevados a cabo por la aviación israelí como una «declaración de guerra». Mientras que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió de que la operación militar duraría «muchos días», se multiplicaron los llamamientos a la distensión en todo el mundo.
Israel ha atacado Irán, anticipándose al hecho de que su programa iraní infringe las normas. La impunidad de la que goza Israel en Gaza provoca este tipo de acciones. Esto no es nada desdeñable. De hecho, Israel es la única democracia que actúa por anticipado. La postura de Irán es desde hace tiempo muy agresiva. Sus representantes, como Hamás, los hutíes y Hizbulá, piden la destrucción del Estado de Israel. En lo que respecta al respeto del derecho internacional, ahora es el momento de las guerras híbridas, con sabotajes, injerencias y ciberataques. La última declaración oficial de guerra se remonta a 1982, entre Argentina y el Reino Unido por las Malvinas.
Las armas nucleares iraníes
Más allá de la amenaza que Israel considera existencial, constituida por las armas nucleares iraníes enriquecidas al 60% de uranio, muy cerca del nivel necesario para fabricar una bomba atómica, se señala claramente la responsabilidad de Teherán en el ataque del 7 de octubre. Para Jerusalén, sin Irán, que ha planificado, armado y financiado a Hamás y a las diferentes organizaciones terroristas que nos rodean, el 7 de octubre no habría tenido lugar. Las Fuerzas Armadas iraníes han advertido de que no tendrán límites en su respuesta y el ayatolá Jamenei ha prometido un destino doloroso para Israel. De momento, sus ataques han dejado tres muertos israelíes y numerosos destrozos. En los últimos días, Estados Unidos había reducido su presencia en la región y constatado el fracaso de las negociaciones sobre el programa nuclear iraní.
Por lo tanto, no se puede descartar el riesgo de que la región se incendie. Las administraciones Trump y Biden habían logrado disuadir a Israel de atacar, con la esperanza de que las negociaciones con Irán llegaran a buen puerto. A los iraníes les resultaría más fácil responder atacando intereses estadounidenses que cuentan con bases más cercanas a ellos, en Siria o incluso en Afganistán. También habrá que estar atentos a la reacción de Arabia Saudí, que ha condenado los ataques israelíes en un contexto de normalización de las relaciones con Irán.
El enfrentamiento por la hegemonía regional
Irán, de mayoría chií, y Arabia Saudí, de mayoría suní, llevan mucho tiempo enfrentados en numerosos asuntos en Oriente Medio, desde Siria hasta Yemen. ¿Cuál será el efecto de estos ataques en la opinión pública iraní, que en su mayoría rechaza el régimen? ¿No despertarán, por el contrario, un sentimiento patriótico iraní?
A pocos días de una cita clave en la ONU destinada a ratificar el reconocimiento de Palestina, estos ataques israelíes desvían la atención de la masacre que se está produciendo en Gaza. También es una catástrofe para los israelíes, que ya viven en un estado de miedo continuo y esperan el regreso de los rehenes.
Oxígeno para Netanyahu
Israel ha llevado a cabo una acción militar espectacular. El primer ministro del Estado hebreo, Benjamin Netanyahu, no dejará de sacar provecho de lo que, para él, es un golpe político. La operación debería permitirle mantenerse aún más tiempo al frente del Gobierno. Así, una vez más, elude sus responsabilidades en el fracaso de la seguridad que amplió el balance de los peores atentados de la historia, cometidos el 7 de octubre de 2023 por Hamás en territorio israelí.
La huida hacia adelante parece no tener fin para el gobierno de extrema derecha de Benjamin Netanyahu. Este se equivoca al considerar que puede poner fin al programa nuclear iraní a base de bombas. Israel vuelve a optar por el unilateralismo, arrastrando a Estados Unidos en esta huida hacia adelante. Por mucho que Estados Unidos haya intentado eximirse de toda responsabilidad en los bombardeos contra Irán, la reafirmación por parte de la administración Trump del apoyo militar ilimitado a su incondicional aliado israelí confirma el seguidismo de Washington.
Esto es una muestra de ceguera. Es cierto que Irán probablemente se encuentra muy debilitado militarmente frente al Estado hebreo protegido por el escudo antimisiles. Pero al atacar directamente a Irán, Israel coloca a los Estados árabes de la región y a Estados Unidos en una situación delicada, ya que los primeros son aliados de Teherán, pero cuentan con bases militares estadounidenses en su territorio. El estallido de un conflicto regional ya sea mediante las armas o la desestabilización política de los Estados del Golfo, solo puede tener un resultado: más sangre y lágrimas.