El absentismo por incapacidad temporal (IT) tiene un coste de 81.574 millones de euros anuales, el equivalente al 5,4% del Producto Interior Bruto (PIB). Desde 2018, ha crecido en casi 26.000 millones, lo que supone un incremento del 47%. Así lo refleja un estudio sobre la evolución de la incapacidad temporal y la siniestralidad en España realizado por la mutua Umivale Activa y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), que confirman que España es uno de los países de la UE con mayores tasas de bajas laborales. A su vez, el análisis confirma que la brecha de género también existe en la salud laboral: las mujeres trabajadoras registran más bajas, de mayor duración y con más repeticiones frente a los hombres.
“En todos los indicadores que hemos analizado, las mujeres están en peor situación. Tienen más probabilidades de repetir una baja, de que dure más y de que sea de larga duración”, explica a Artículo14 Consuelo Mínguez, coautora del estudio. De esta forma, la tasa de absentismo por IT se situó en 2023 en el 6,4% en las mujeres frente al 4,8% en los hombres. El 42,2% de las trabajadoras asalariadas se ausentó, al menos, una vez en el año, frente al 33,1% de los hombres. Además, la incidencia fue de 531 procesos por cada 1.000 mujeres ocupadas, frente a 416 entre los varones.
Coste en la salud
¿La causa? La doble jornada laboral de las mujeres que afecta tanto a su salud física como mental. Según refleja el estudio, la mayor incidencia femenina en las incapacidades temporales se mantiene incluso cuando se neutralizan factores como la edad, el sector de actividad, el lugar de residencia, el nivel retributivo o el tipo de contrato. Para la investigadora, “aunque los datos no lo miden directamente, los patrones apuntan a una diferencia de roles muy marcada. La mujer trabaja fuera, pero también dentro de casa. Lo que estamos viendo es que la mujer paga esa carga doble también en términos de salud”.
En este sentido, los factores que más inciden son la sobrecarga de roles, la presión social, la falta de apoyo adecuado y la dificultad para conciliar el trabajo con la vida familiar, detalla Rosa Becerril, experta en la prevención de las enfermedades mentales. “La incorporación masiva de mujeres al mercado laboral no ha ido de la mano de una redistribución real de las tareas en el hogar”, puntualiza Mínguez.
Patologías
El estudio apunta que las patologías más difíciles de objetivar, como las algias (lumbalgias, cervicalgias, dorsalgias…) y la salud mental generan más de la mitad de las bajas laborales. Y ambas tienen una mayor incidencia en las trabajadoras. Así, estas dos categorías concentran el 54% de los días de incapacidad temporal en mujeres, frente al 47% en hombres. El caso más llamativo es la salud mental, que representa un 21% de los días de baja en mujeres, por un 15% en hombres.
En este sentido, el informe advierte de que muchas de estas bajas se cronifican y derivan en procesos largos, en parte por la dificultad de acceder a tratamientos adecuados y por el tipo de ocupaciones más comunes entre mujeres. En actividades sanitarias y de servicios sociales, la tasa de absentismo por IT supera los dos dígitos (10,6%), seguido de otros sectores altamente feminizados como actividades administrativas y servicios auxiliares (9,7%), educación (9,1%) y otros servicios (8,3%). “Son trabajos con alta carga física, emocional, turnicidad y escasa autonomía”, recoge el documento.
Además, son los sectores donde más se concentran las bajas por salud mental en mujeres, especialmente en actividades sanitarias y de servicios sociales, donde la salud mental representa el 25% del total de jornadas perdidas por IT en mujeres. En educación, este porcentaje se sitúa en el 22%, y en actividades administrativas y de limpieza, en torno al 20%. “Son trabajos con alta carga física, emocional, turnicidad y escasa autonomía”, recoge el documento.
Reincidencia
El estudio pone también el foco en un fenómeno creciente: la repetición de bajas. Más del 50% de las trabajadoras que tuvieron una IT en 2023 ya habían estado de baja al menos una vez más ese mismo año. La probabilidad de reincidencia es 3,7 puntos superior en mujeres que en hombres. “El fenómeno de las repetidoras, trabajadoras que encadenan varias IT en menos de un año, ha crecido muchísimo. Antes existía, pero ahora lo vemos como tendencia generalizada”, detalla Mínguez. La duración media de las bajas también es mayor en las mujeres. Este diferencial se acentúa en los procesos que más afectan a las mujeres, la salud mental y las dolencias musculoesqueléticas.
En este sentido, se constata un problema de gestión en el sistema de bajas: el 2,4% de los procesos genera el 34% de los días perdidos. Se detectan picos en la duración coincidiendo con los plazos administrativos de revisión (siete días, catorce, doce meses). “Una baja que podría durar tres días, dura siete. O se alarga hasta las doce semanas para revisión. Eso es ineficiencia en la gestión”, explica la coautora. A su vez, muchos procesos se cierran de manera inadecuada, lo que retroalimenta el ciclo de las bajas repetidas.
Soluciones
El estudio plantea la necesidad de mejorar la gestión administrativa de la IT, de reforzar la atención a los trastornos mentales y musculoesqueléticos, y de incorporar de forma efectiva la perspectiva de género en la prevención de riesgos laborales. “El absentismo por incapacidad temporal es un reto estratégico y económico de primer orden que requiere una respuesta inmediata, coordinada y basada en la evidencia. Las cifras récord, su rápido crecimiento y el empeoramiento de todas las variables sin excepción, evidencian la necesidad urgente de medidas estructurales”, advierte.