La diversidad en pantalla avanza con pasos cortos y desiguales. Según el último informe del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA), presentado en Madrid, los personajes LGTBIQA+ alcanzan por primera vez el 10% en la ficción española. No obstante, su presencia sigue siendo en gran parte anecdótica, secundaria y centrada en perfiles muy concretos: personas jóvenes, blancas, cisgénero y, en su mayoría, con tramas aún dependientes del estereotipo o la instrumentalización emocional.
En total, el estudio ha analizado 1.870 personajes de 102 películas y 78 series de ficción emitidas o estrenadas en 2024. De ellos, 189 fueron identificados como LGTBIQA+, un ligero aumento frente al 9,85% del año anterior. La mayoría corresponden a personajes gays (68), bisexuales (50) y lesbianas (58, entre las que solo tres eran mujeres trans). Ni un solo personaje fue asexual, y los personajes no binarios disminuyeron respecto a 2023.
Pero lo más llamativo no es tanto la cifra como su contexto: el 65% de los personajes LGTBIQA+ no supera el test Vito Russo, una herramienta que evalúa si estos personajes tienen peso en la historia, están bien construidos y no son meros decorados queer. Esto implica que su orientación o identidad sigue siendo, con frecuencia, el único rasgo que los define. El informe denuncia también la falta de representación de personas LGTBIQA+ mayores de 50 años, así como de menores de 13: la mayoría son adolescentes en series o adultos jóvenes en películas, lo que limita el espectro de vidas posibles que aparecen en pantalla.
Lesbianas visibles, pero poco diversas
Uno de los pocos datos positivos es el aumento de la representación lésbica, que este año ha superado en número a los personajes gays en algunos formatos. Ejemplos como la serie Mariliendre, primera comedia musical queer en España, o Vestidas de azul, que rescata la historia trans en el Madrid de los 80, han contribuido a visibilizar otras formas de feminidad y sexualidad. Sin embargo, incluso en estas historias, el enfoque sigue siendo en su mayoría blanco, cis y urbano.
Las mujeres lesbianas continúan estando menos representadas que sus homólogos masculinos, y en muchos casos son representadas bajo la lógica del deseo masculino o fetichizadas. La falta de mujeres lesbianas racializadas, mayores o con discapacidades es alarmante, lo que impide ver en pantalla experiencias que existen y reclaman ser contadas.
La “promiscuidad” como rasgo identitario, en retroceso
Un aspecto interesante del informe es la constatación de un cambio en el tratamiento de las sexualidades LGTBIQA+: ha disminuido la asociación con la promiscuidad, que durante años fue una constante narrativa en la representación queer. Si bien este giro es positivo, algunos expertos advierten del riesgo de una “normativización” que solo acepte representaciones domesticadas y asimilables, sin dejar espacio para la diversidad de prácticas afectivas, sexuales o familiares.
El informe ODA también analiza la representación por género, y los resultados revelan una clara infrarrepresentación femenina: las mujeres constituyen apenas el 46,84% de los personajes, con un descenso respecto al año anterior, especialmente en las series, donde pierden casi un punto porcentual.
Y no se trata solo de cantidad. Las mujeres que sí aparecen en pantalla suelen ser blancas, cis, heterosexuales y jóvenes. Las narrativas siguen ligadas al amor romántico, la maternidad o el dolor. Las mujeres mayores, con discapacidades o racializadas apenas tienen espacio, y cuando lo hacen, raramente son protagonistas. La ficción sigue sin reflejar el mundo en el que vivimos: uno en el que las mujeres son múltiples, complejas, y piden ser contadas en plural.
Raza, edad y discapacidad: una diversidad incompleta
El informe también señala el estancamiento en la representación racial y funcional. Solo el 12% de los personajes analizados eran racializados, y dentro de ese grupo, la mayoría eran latinos, seguidos de personas negras, árabes, asiáticas y gitanas. La presencia de personas con discapacidad se limita al 3,26%, un dato ligeramente superior al año anterior, pero aún muy alejado de su representación real en la población.
Casos como Buffalo Kids, donde un personaje central tiene discapacidad y su historia está tratada con respeto y profundidad, siguen siendo la excepción. Lo habitual es encontrar personajes con discapacidad como recurso narrativo (para generar lástima o superación) o directamente inexistentes.
Más visibilidad, pero no más justicia narrativa
Los datos del informe ODA confirman una tendencia: la inclusión ha avanzado, pero sin transformar aún las estructuras narrativas ni los estereotipos. Se ha pasado del “no aparecer” a un “aparecer para que se note”, pero aún sin profundidad, sin arcos narrativos propios, sin diversidad real dentro de la diversidad.
Como advierte el propio informe, para que haya una verdadera revolución inclusiva en la ficción española es necesario que la presencia de personajes LGTBIQA+, mujeres, personas racializadas o con discapacidad no dependa del “tema” de la serie o película, sino que formen parte de cualquier historia. Y, sobre todo, que dejen de ser el conflicto y pasen a ser el sujeto.