Opinión

Tertulia de fútbol en uniforme

El capitán del Real Madrid, Carlos Santillana, celebra un gol durante el partido de vuelta de octavos de final de la Copa de la UEFA, disputado en el estadio Santiago Bernabéu.
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A mi padre nunca le gustó el fútbol. Tampoco le interesó nunca a mi madre, a la que podía haberle gustado el fútbol igual que le gustaba a Aguedita, nuestra vecina de abajo, aunque supongo que no era muy habitual que a una mujer le gustara tanto el fútbol entonces. Recuerdo a Aguedita, con sus labios pintados de rojo, que era socia de la Unión Deportiva Salamanca y fumaba Ducados. Pero no, a mi padre nunca le gustó el fútbol.

Y, sin embargo, yo era una fanática del fútbol con once o doce años. Fanática del fútbol y del Real Madrid. Ignoro de donde me vino la afición ni el fanatismo por lo merengue, pero la realidad es que, en aquel tiempo, más de una tarde de domingo yo me encerraba en mi cuarto a escuchar los partidos por la radio. Un cuarto donde tenía clavado con chinchetas en la pared el póster del equipo del Real Madrid de fútbol y de baloncesto. Por entonces yo jugaba al baloncesto, el fútbol era “cosa de chicos”.

Supongo que esos domingos yo escucharía Carrusel Deportivo. Mi rutina era la siguiente: tomaba un cuaderno y un bolígrafo e iba apuntando todos los resultados y jugadas importantes. La retransmisión de un partido por una de las dos televisiones que entonces existían ya eran palabras mayores. Nada que ver con la cantidad de partidos que se pueden ver en nuestros días, en cualquier momento, en directo, en diferido.

Estamos hablando de los primeros años de la década de los 80, aunque parece que estuviera contando algo que sucedió en los primeros años de la Edad Media, tanto ha cambiado el mundo. Ahora que la información fluye de esta manera instantánea y está a nuestra disposición a través de innumerables canales cuesta explicar todo esto a quien no lo vivió, a cualquier niño de hoy en día.

El lunes era cuando se podía analizar la información de los partidos del fin de semana en los periódicos deportivos. Yo a veces los compraba, dependiendo de las fotos que vinieran en la portada porque llevaba la carpeta forrada con fotos de mis jugadores favoritos. Entre todos destacaban para mí dos nombres: Carlos Alonso Santillana y Rafael Martín Vázquez.

Santillana ya era una figura muy reconocida en aquella época. Martín Vázquez acababa de subir a jugar al Real Madrid desde el Castilla y formaba parte de la Quinta del Buitre, a la que yo seguía desde que se formó en el filial del equipo merengue.

Pues los lunes, además de observar las portadas de los diarios deportivos en los quioscos cuando iba camino del colegio, en los descansos entre las clases cuatro amigas y yo teníamos montada nuestra particular tertulia futbolera para analizar los partidos del fin de semana. Me río al recordarnos con nuestros uniformes de teresianas apoyadas en los pupitres hablando de los partidos del fin de semana y las jugadas más relevantes. Cualquiera de las integrantes de la tertulia ya sabíamos explicar lo que era un fuera de juego.

Entonces yo vivía en mi ciudad natal, Salamanca, y el equipo de fútbol de mi ciudad estaba en Primera División. Aún recuerdo la alegría que sentí el día que mi padre me dijo que le había pedido a Miguel, uno de sus amigos, futboleros y socio de la Unión Deportiva Salamanca, que me llevara a ver jugar al Real Madrid cuando viniera al Helmántico. Yo nunca había visto fútbol en un estadio.

De aquel día solo recuerdo el frío que hacía, algo habitual en mi tierra charra, y que en el campo no se veía nada, o al menos yo no veía nada desde donde estaba, en un fondo, de pie y rodeada de gente. Pero al día siguiente, en mi tertulia de fútbol de los lunes pude contar que había ido a ver al Madrid al campo del Salamanca.

Eran otros tiempos. Yo me encerraba algunas tardes de domingo a escuchar los resultados de la liga y recuerdo como algunos señores, que paseaban por la calle, llevaban un transistor, pequeño a pilas y con una antena, pegado a la oreja contraria al brazo donde iba colgada su señora. Lo que fuera por no perderse los partidos.

Entonces yo llevaba a Santillana y a Martín Vázquez en fotos pegadas en mi carpeta clasificadora (que posteriormente plastificaba para que no se estropearan) y supongo que hoy muchas niñas tendrán en sus pensamientos a jugadoras de fútbol femenino. Entonces también había mujeres jugando al fútbol, pero no se hablaba de ellas. Supongo también, que si hoy tuviéramos nuestra tertulia de lunes entre clase y clase hablaríamos de ellas y sus fotos irían en nuestras carpetas.

Todo ha cambiado y que siga. Que ya lo sostuvo Heráclito hace más de dos mil años, Panta Rhei, todo fluye. Lo único permanente es el cambio.