Ha sido un año difícil para Pedro Sánchez, pero también para su socia de coalición, Yolanda Díaz. Apenas habían transcurrido 10 días del 2024 cuando Podemos y Junts dinamitaron el real decreto ley que modificaba el subsidio por desempleo. El Gobierno, siempre al borde del ataque de nervios por la aritmética parlamentaria, ya ha perdido votaciones de enorme calado en año y medio de legislatura, pero ese fue el primer y único decreto que le han tumbado hasta hoy. Y llevaba el sello y la impronta de la vicepresidenta segunda, que tuvo que ceder y hacer modificaciones para poder aprobarlo.
Al arranque de la legislatura los suyos albergaban mayores dosis de optimismo. Los primeros meses pudieron acaparar algo de protagonismo cuando Sumar se hizo con cinco ministerios, frente a los cuatro que tenía su espacio en la anterior legislatura. También cuando presentaron el acuerdo de coalición. Pero el reparto de fuerzas en el Congreso de los Diputados se traduce en casi año y medio sin aprobar nuevos Presupuestos, y en complejísimos equilibrios para aprobar leyes con las que rentabilizar su presencia en el Ejecutivo. Es el PSOE quien controla el Ministerio de Hacienda, pero es Sumar quien se ve más perjudicado por estas dificultades.
Las sucesivas convocatorias electorales no han ayudado. Las dificultades para aprobar la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas tras un año de conversaciones, desmotivan y preocupan en sus filas. Es su gran promesa electoral, y de momento sólo han podido escenificar la firma de un pacto con los sindicatos. La Patronal ha optado por quedarse al margen, entre críticas. Su discurso público apunta a que las relaciones con Díaz se han enrarecido.
Sentir el aliento del partido morado en la nuca les preocupa; no tanto por las posibilidades de éxito electoral de Podemos, sino por la merma de su propio espacio. El último CIS atribuye a los de Ione Belarra un 4,1% de los votos, frente al 7% en el que permanece atascado Sumar. Las zancadillas de Podemos se multiplican. La crisis de liderazgo, después de cinco meses bajo una dirección colegiada interina, y con el futuro papel de su fundadora aún por definir, ha erosionado a la marca. Y la explosión generada por el caso Íñigo Errejón dejó a parte de sus dirigentes en shock.
Fuentes del espacio político de Díaz reconocen que las circunstancias que precipitaron la dimisión del exportavoz en el Congreso, una figura fundamental en la izquierda post-15M, les han sumido en una crisis de “credibilidad” sin precedentes. Hay formaciones que advierten de un supuesto cierre en falso, demasiado apresurado, e inciden en que toca repensar los esquemas para evitar que un caso de supuesto acoso sexual vuelva a estallarle a una organización que se considera feminista.
De hecho, la dimisión de Errejón fue esgrimida como justificación de Movimiento Sumar para retrasar su segunda asamblea, después de un primer cónclave constituyente. Hasta el 29 y el 30 de marzo no escogerán nuevos líderes, y los documentos sobre los que construirán sus nuevos pasos no aclaran el rol que desempeñará Díaz.
Díaz: “Les deseo toda la suerte a los compañeros de Sumar”
“Sumar ha cambiado su hoja de ruta. Los compañeros y compañeras están trabajando en una hoja de ruta, en un proyecto de país, y les deseo toda la suerte, igual que al resto de formaciones políticas”. Estas palabras de la vicepresidenta segunda, pronunciadas en una entrevista en la Cadena Ser, el 2 de diciembre, generaron sorpresa y malestar entre algunas figuras de su espacio.
También ilustran a la perfección la estrategia que sigue Díaz. Lleva meses trabajando para desvincularse públicamente de la organización que construyó, centrándose en potenciar su perfil gestor, el mismo que la llevó a destacar como ministra en 2020 y 2021. El problema radica en la dificultad de borrar todo lo que ha ocurrido desde entonces. Díaz inició su proyecto entre zancadillas del partido morado, organizó las listas en un proceso sin primarias y sin participación de la militancia, tras una bronca negociación entre partidos.
Desde hace meses cree que, centrándose en la gestión, puede recuperar su capital político. Algunos dirigentes de los partidos que conforman su alianza lo ven casi imposible. Otro aprecian una “ausencia” de tesis política” en los documentos político y organizativo aprobados hace escasos días por su partido, Movimiento Sumar.
Glovo; los alquileres de temporada y algún otro éxito
Con todo, en 2024 Sumar ha logrado marcarse algunos tantos; la proposición de ley para regular los alquileres temporales ha iniciado su tramitación en el Congreso, al segundo intento; la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, también ha tenido que dar pasos en esta dirección; la cifra de personas trabajando ha sobrepasado los 21,3 millones de Trabajadores. Díaz aprobó una ley rider pionera en Europa en la anterior legislatura, y la empresa de reparto Glovo acaba de asumir un cambio de modelo para dejar de contar con autónomos y empezar a firmar contratos.
La destrucción generada por la DANA en la Comunidad Valenciana ha permitido a la vicepresidenta y ministra de Trabajo vender el despliegue de un “escudo laboral” para evitar despidos, y el Ejecutivo ha reeditado el llamado “escudo social”, puesto en marcha ante la crisis inflacionista por la guerra de Rusia en Ucrania (2022). Ha habido algunas alegrías en un año frenético, pero hasta en cuestiones como la prórroga de la prohibición de desahuciar a los más vulnerables, o en la extensión de las subvenciones al transporte, hay un lado agridulce.
De hecho, la parte socialista del Ejecutivo cedió en estas cuestiones a cambio de los votos de Podemos para la ley de eficiencia de la Justicia, pese a que las negociaciones a varias bandas llevaban semanas en marcha. En Sumar generó cierta suspicacia que los socialistas pudieran estar dando munición a los morados para sacar cabeza, tras meses alertando de la situación de debilidad en la que ven a Díaz y los suyos.
La ausencia de puentes entre Sumar y los morados, las dificultades para estudiar un entendimiento que permita a la izquierda alternativa concurrir unida, para no ser penalizada electoralmente, son cuestiones que el socio mayoritario saca a relucir con frecuencia. Esto tampoco beneficia a la vicepresidenta.
Una carrera de obstáculos desde antes de las generales
Después de que Díaz encabezase una heterogénea alianza de partidos a la izquierda, para salvar los muebles en las elecciones al 23-J, Podemos aguardó escasos meses antes de firmar el divorcio. El matrimonio de conveniencia acabó, Sumar pasó de 31 a 27 diputados, y durante todo el año ha tratado de desplegar una agenda propia, desmarcarse del PSOE e ir tachando algunos hitos de su lista de promesas.
Se estrelló en las elecciones gallegas (cero escaños), logró un diputado al Parlamento vasco (con carnet de IU), mientras los Comunes apenas se dejaban un punto en las elecciones catalanas con respecto a 2021. Luego llegaron las europeas, marcadas por el pulso interno e indisimulado por los puestos de salida, con Izquierda Unida como principal perjudicada por las presiones de Compromís por quedarse el tercer escaño. Apenas lograron tres diputados, sólo uno más que los morados, a los que prácticamente todo el espacio había dado por muertos.
Inmediatamente se produjo la dimisión de Díaz del cargo que había estrenado pocos meses antes, y su transición a un papel aún por concretar y por explicar. Teóricamente, su rol será dirigir a los suyos en el Ejecutivo, según los nuevos documentos, pero está totalmente por acotar.
Poco después, en agosto, el pacto de ERC y el PSOE para transferir el control de la fiscalidad catalana a la Generalitat acaparó todos los focos. Díaz intentó marcar perfil propio y defendió una reforma del modelo de financiación autonómica sobre el que hoy, un año después, no ha dado más pistas.
En septiembre llegó el golpe de Junts en materia de vivienda. De mostrarse abierto a permitir la tramitación de la norma para regular los alquileres temporales, redactada por el Sindicato de Inquilinos y defendida por Sumar y otras fuerzas de la izquierda, el partido de Puigdemont pasó a dinamitarla.
Sin embargo, este rechazo sirvió a Sumar para darle foco a la iniciativa, y la primera gran manifestación por la dificultad de acceso a la vivienda permitió fijar esta cuestión en agenda. Lograron algo de oxígeno, pero la dimisión de Errejón tendría lugar pocas semanas después.
Después aflorarían las tensiones en el seno del grupo parlamentario, la frustrada aspiración de IU de contar con una portavocía adjunta, y la elección de Verónica Martínez Barbero como portavoz. El “necesita mejorar” con el que Antonio Maíllo, líder de la coalición de izquierdas, se refirió a la gestión de Díaz en clave orgánica, más allá de su trabajo en el Ministerio.
Es cierto que el propio Maíllo ha reconocido públicamente que la relación entre las distintas fuerzas del grupo ha mejorado, y así lo defienden desde otros partidos. También que la elección de Martínez Barbero ha sido aplaudida de forma unánime, como los cambios en el funcionamiento del engranaje parlamentario que ya ha impulsado.
El PSOE, entre frentes judiciales; Podemos, a la ofensiva
El escenario ha mejorado a la interna, pero buena parte de los condicionantes externos les son adversos: sin Presupuestos, y mientras el PSOE tiene ante sí varios frentes judiciales abiertos, Sumar se ve con poco margen para actuar, pero tampoco quiere contribuir a debilitar más a sus socios. Tiene que medir cada palabra, cada declaración.
El elefante en la habitación que hoy intentan obviar, como hace Podemos, tiene sus formas más que definidas. Cuando llegue el momento de una convocatoria electoral (en 2026 están previstos los comicios en Andalucía y Castilla y León), crecerán las presiones para que intenten concurrir juntos.
IU lleva tiempo trabajando para destensar las relaciones, convencido de que habrá que reeditar la fotografía de unidad. Mientras tanto, la eurodiputada Irene Montero va incrementando su presencia mediática, los morados endurecen su línea con el PSOE y ningunean por completo a Sumar, convencidos de que es la mejor forma de desgastarlos.
No es la única: la presentación de su libro sirvió a Montero para justificar una tourné mediática en la que se despachó con su excompañera de filas. Acusó a Díaz de haber exigido a gritos su dimisión en medio de la crisis de la ley del sólo sí es sí, algo que niegan en Sumar.
También repite que su designación de Díaz como líder del espacio fue el “peor error político” cometido por los morados. Lo hace, además, cuando le piden que haga autocrítica. Los dardos de algunos dirigentes de Podemos en redes son frecuentes, y lo son también desde los medios que dirige Pablo Iglesias. Sumar tiene que afrontar preguntas sobre la unidad de la izquierda a menudo, pero Podemos cerró esta puerta hace tiempo.