La historia oficial ha sido con frecuencia implacable con las mujeres que ocuparon el trono. A menudo reducidas a estereotipos —frívolas, locas, despóticas o meramente decorativas—, muchas reinas y emperatrices quedaron atrapadas en una narrativa que invisibilizó su papel como estrategas, diplomáticas o gobernantes. Frente a ese relato simplificado se sitúa “Reinas Inmortales”, el estuche que reúne Reinas Malditas y Reinas de Leyenda, los dos libros más emblemáticos de Cristina Morató, publicados por Plaza & Janés ahora en una edición especial.
El estuche agrupa once biografías de soberanas que fueron juzgadas con dureza por la historia y el mito, pero que desempeñaron un papel decisivo en la política y la cultura de su tiempo. Figuras tan conocidas como Sissi, María Antonieta, Eugenia de Montijo, Cristina de Suecia, Alejandra Romanov, Catalina de Aragón, Isabel I de Inglaterra, Catalina la Grande o Carlota de México reaparecen aquí lejos del cuento de hadas, descritas desde su experiencia íntima y humana.
Cristina Morató, periodista y escritora especializada en biografía histórica, ha construido estas obras a partir de cartas personales, diarios y memorias de damas de compañía, una documentación que permite acceder a la vida privada de unas mujeres sometidas a enormes presiones. El resultado es un retrato coral donde se repiten la soledad, el desarraigo, la falta de amor, la exigencia de un heredero varón y la vivencia del matrimonio como una obligación de Estado más que como una elección personal.
La propia autora recomienda este estuche como el regalo perfecto para Navidad, un texto que funciona como manifiesto y declaración de intenciones. En él, Cristina Morató escribe:
“‘No tengo por muy feliz la condición de reina: en mi vida habría querido serlo. Se padece la mayor de las coacciones y no se disfruta de ningún poder. Una es como un ídolo; debe aguantarlo todo y encima mostrarse contenta’, escribió en 1719 Elisabeth-Charlotte -más conocida como Liselotte-, esposa del hermano del rey Luis XlV. Esta princesa que vivió en la corte de Versalles desde los 19 años hasta su muerte conocía muy bien las servidumbres y humillaciones que en aquel tiempo sufrían las reinas. En sus cartas confiesa desengañada que el papel de las soberanas es meramente ‘decorativo y reproductor’. Sus lúcidos pensamientos los habrían suscrito algunas de las reinas y emperatrices más célebres de la historia a las que he dedicado años de investigación para escribir sus apasionantes biografías en mis dos libros Reinas Malditas y Reinas de Leyenda ahora juntos en un precioso estuche de lujo y en una edición especial para estas Navidades.
Las vidas de Isabel de Baviera (la famosa Sissi), Maria Antonieta, Eugenia de Montijo, Cristina de Suecia, la zarina Alejandra Romanov, Catalina de Aragón, Isabel I de Inglaterra, Catalina la Grande o Carlota de México, entre otras, fueron todo menos un bonito cuento de hadas. En mis libros he intentado mostrar su lado más humano más allá del trono recurriendo a sus cartas familiares, a sus diarios personales y a las memorias que escribieron sus fieles damas de compañía. Todas tienen en común la soledad, el desarraigo, la falta de amor y la angustia por no poder dar el anhelado heredero al trono. También comparten la dolorosa pérdida de sus hijos, los fracasos matrimoniales o el sentirse extranjeras en una corte donde no eran bien recibidas.
Las suyas no fueron grandes historias de amor porque sus matrimonios eran asunto de Estado. Su opinión –y mucho menos sus sentimientos– no contaba para nada. Eran princesas rehenes obligadas a abandonar su país y a su familia siendo apenas unas niñas para casarse, en la mayoría de los casos, con un desconocido. Su única prioridad era dar a luz a un heredero varón que garantizase la continuidad dinástica. Y sin embargo y a pesar de todos los obstáculos a los que se enfrentaron algunas de ellas como la reina Victoria de Inglaterra, Catalina la Grande o la emperatriz china Cixi son un extraordinario ejemplo de empoderamiento y resiliencia. Porque más allá de los adjetivos que engrosaron la leyenda negra de estas soberanas tachadas de déspotas, libertinas, desalmadas, arpías, locas….he descubierto a unas mujeres de carne y hueso que alcanzaron el poder en un mundo de hombres gracias a su inteligencia, cultura, valor y fortaleza. Y en las páginas de mis libros descubriréis que los mejores reyes de la historia fueron reinas. Los tiempos han cambiado y las reinas del siglo XXl se casan por amor, no tienen sangre azul y no están dispuestas a ser un florero. Pero si algo no ha cambiado es el interés que sus vidas suscitan. Quizás porque nos gusta creer que los cuentos de hadas existen aunque no siempre tengan un final feliz”.
Reinas Inmortales se presenta así no solo como una edición cuidada, pensada para el regalo, sino como una reivindicación historiográfica: una invitación a releer el pasado con una mirada menos complaciente con el poder masculino y más atenta a las mujeres que, contra todo pronóstico, gobernaron, resistieron y dejaron huella. En tiempos en los que la revisión del canon histórico resulta imprescindible, el estuche de Cristina Morató recuerda que muchas de las grandes decisiones que marcaron Europa y otros imperios llevaron firma femenina, aunque durante siglos se haya preferido olvidarlo.