El cortísimo periodo vacacional en el fútbol femenino y el inicio de la Euro2025 esta misma semana ha hecho que este fin de semana haya sido el que las jugadoras han aprovechado para casarse. Laia Alexaindri, Sheila Guijarro, Alba Redondo y Lola Gallardo daban el sí quiero antes de la vuelta al trabajo. En el caso de la capitana del Atlético de Madrid, Gallardo y de la delantera manchega Redondo, se han casado con otra mujer.
Tanto Lola Gallardo como Alba Redondo han hecho públicas las instantáneas de sus bodas por todo lo alto, en lo que podemos llamar un canto a la libertad y a la natural normalidad, algo que en el fútbol masculino tiene aún derecho de admisión.
Esta forma pública de expresarse normalizando por completo su situación sentimental es algo “impensable” que ocurriese en el la liga española. Así lo ve Ivana Andrés.
Ivana Andrés: “El porcentaje de jugadores que salen del armario es mínimo, para los niños que les tienen como referentes sería muy importante”
La que fuera capitana de la Selección Española encargada de levantar la Copa del Mundo en Australia 2023, ya protagonizó el enlace con su mujer hace años con total normalidad. Para este medio la futbolista quiso compartir su visión de la opacidad que sigue habiendo entre los futbolistas hombres en el que “no hay la libertad para ser quien eres”, reflexionaba la valenciana. “El porcentaje de jugadores que salen del armario es mínimo, y para los niños y niñas que les tienen como referentes sería un paso muy importante”, reflexiona Ivana Andrés.
Mónica Marchante: “El fútbol masculino es un reducto rancio donde el armario sigue cerrado con llave”
¿Será que todos los futbolistas son hetero?
Para la periodista deportiva Mónica Marchante “Hace tiempo que las futbolistas han roto barreras, y no solo deportivamente hablando. Normalizar su condición sexual, vivirla en libertad y celebrar el amor entre mujeres sin ocultarlo, al revés, mostrarlo con la misma libertad que cualquier pareja heterosexual, es normalizar algo normal a lo que no deberíamos dar importancia en pleno siglo XXI”, reflexiona nuestra columnista.
“Si no fuera porque entre sus compañeros de profesión hombres, eso no sucede. ¿Será que todos los futbolistas son hetero?¿ O más bien que de ellos se espera compañía o pareja femenina, y a ser posible que responda a los cánones establecidos para ser considerada una “wag”?”, se pregunta Marchante.
Para Marchante, “el fútbol masculino es aún ese reducto rancio donde el armario sigue cerrado con llave. Aunque ellas no encontraran comprensión ni defensa entre sus compañeros futbolistas en determinados episodios recientes, llevan mucha ventaja en cuanto a la libertad con la que decidieron vivir y mostrar su vida”.
Guardar silencio
Lorena González es periodista deportiva y autora de la novela `Guarda silencio´ (Plaza y Janes, 2024), una ficción de un tema tan real como la homosexualidad en el fútbol de élite. “No hay nadie con más llegada e impacto en los niñas, niñas y jóvenes que el que tienen los y las futbolistas. Son los grandes referentes en cualquier parte del planeta. No importa que no hablen el mismo idioma o procesen la misma religión. La pelota es la unión universal, y como decía Maradona, “no se mancha”. Ya lo hemos hecho demasiado a base de fobias y corrupción. Pero todavía quedan esos resquicios de amor y valentía alrededor de ella”, nos comenta.
Para la escritora los menores recursos del fútbol femenino es inversamente proporcional al grado de libertad que han conseguido. “Lola y Cristina normalizan y abren puertas, y mientras el fútbol femenino tiene todavía un sendero largo que recorrer en derechos y recursos, en valores y libertad adelantan millas al masculino. Guardar silencio, como alude el título de la novela, demuestra que no es el camino. Por todo ello, me temo que vamos a tener que recurrir a la ficción para ver la imagen de Lola y Cristina plasmada en dos hombres futbolistas de alto nivel. Creo que el grado de exposición de ellos y sus clubes, con la consecuente contención que éstos les proporcionen, determinarán cuántos años, o décadas, deberemos esperar”, asume González.
La visión de la psicóloga
Tamara Arroyo es psicóloga deportiva, trabaja con numerosas futbolistas en el alto rendimiento, siendo precisamente Alba Redondo, una de ellas. Como experta observa “con admiración cómo el fútbol femenino se está convirtiendo, sin pretenderlo, en un referente de libertad identitaria, salud mental y autenticidad“. Cuando lo equiparamos al masculino, y asistimos a una desigualdad en esa libertad, “la respuesta no es simple, pero sí profundamente reveladora desde el punto de vista psicológico”, nos avanza.
“El fútbol masculino ha estado históricamente vinculado a una imagen muy concreta de masculinidad, donde ciertas expresiones identitarias han tenido menor cabida. En muchos vestuarios, la norma implícita ha sido ajustarse a un modelo tradicional, lo que ha dificultado que algunos jugadores se sientan con la libertad de mostrarse plenamente. En este contexto, compartir aspectos personales como la orientación afectiva puede percibirse como un riesgo, tanto a nivel profesional como relacional, por el temor a perder estatus o reconocimiento dentro del grupo”, explica Arroyo.
Tamara Arroyo: “No se trata solo de normalizar la orientación sexual, sino de reconfigurar lo que entendemos por éxito”
“El fútbol femenino, en cambio, ha crecido al margen de ese poder normativo. Precisamente por haber sido históricamente invisibilizado y desvalorizado, ha construido una cultura propia más horizontal, menos centrada en la imagen pública y más anclada en los vínculos reales. Desde la psicología de grupo, sabemos que los entornos seguros (aquellos donde no hay amenaza de juicio o exclusión) favorecen la expresión auténtica del yo. Cuando una deportista se siente aceptada por quien es, no necesita esconder nada para rendir”, asegura.

Además, el fútbol femenino ha ido generando referentes visibles, cercanos y valientes. Jugadoras que no solo han salido del armario, sino que han decidido mostrarse con orgullo. Y esto importa. Desde la teoría del aprendizaje social, sabemos que ver a alguien como tú viviendo en libertad tiene un efecto expansivo. No se trata solo de normalizar la orientación sexual, sino de reconfigurar lo que entendemos por éxito, por fortaleza, por liderazgo.
En su opinión, lo que estamos presenciando “es una conquista emocional, más que deportiva. Un avance en derechos que no se mide en goles, sino en seguridad psicológica, en relaciones sanas, en vestuarios que se convierten en refugios. Que una futbolista pueda amar sin miedo es también un acto de rendimiento: porque no hay mejor terreno de juego que aquel donde una puede ser ella misma”, concluye Arroyo.