En contra: Juan Caldes (European Jewish Association)
Por si no tuviese suficientes problemas a nivel doméstico, el presidente Sánchez ha enarbolado la bandera palestina en estos últimos meses en una gira europea, en la cual lo único que ha conseguido es demostrar cuán aislada está España a día de hoy internacionalmente. Salvo Irlanda, aliado histórico europeo de la causa palestina, ningún otro país se ha sumado a su propuesta de un reconocimiento unilateral de un Estado Palestino. Cabe recordar al Sr. Sánchez que ya en el año 2014 el Congreso de los Diputados votó por una amplia mayoría el reconocimiento de un futuro Estado Palestino. La diferencia entre 2014 y 2024 radica en que la votación del año 2014 condicionaba esa creación del Estado Palestino por vía de la negociación directa entre las partes afectadas, es decir el Gobierno de Israel y la Autoridad Palestina. En otras palabras, ahora no es el momento para hablar de una solución de dos Estados con el trauma del que tardará muchos años en recuperarse la sociedad israelí tras el fatídico 7 de Octubre.
Mientras estas líneas están siendo escritas desde Bruselas, corazón de la democracia europea, Israel está lidiando su segunda guerra de independencia por su derecho a existir en su tierra ancestral, Judea y Samaria. Guerra impuesta unilateralmente por la organización genocida y terrorista de Hamás que 210 días después sigue reteniendo a más de 130 rehenes, entre ellos supervivientes del Holocausto y un bebe de 1 año. Dicho reconocimiento sólo empeoraría aún más la ya crítica situación, por no mencionar la inviabilidad de un Estado Palestino sin una autoridad política legítima, sin fronteras reconocidas y sin instituciones robustas y solventes. Sr. Sánchez, aún no es tarde si la dicha es buena y dado que usted suele cambiar de opinión con bastante frecuencia, le recomiendo que se pare a reflexionar, que aún esta a tiempo.
A favor: Elizabeth Duval (Escritora y secretaria de comunicación de Sumar)
Lo insoportable siempre es el dolor del mundo y a lo que hemos asistido en los últimos meses es a un espectáculo de impunidad. El reconocimiento del Estado Palestino es el primer paso para saldar una deuda histórica que tenemos con su pueblo, con sus mujeres y sus hombres, más aún cuando se recrudece el genocidio e Israel ataca Rafah: hacer realidad la resolución 3376 de la Asamblea General de Naciones Unidas, pedir su libertad y paz y atender a lo que nos pide también la ciudadanía española en las calles, en las plazas y en las universidades.
El reconocimiento tiene que ser un punto de inflexión que cambie la lógica con la que la política española y también la europea han tratado a Palestina: acabar con la lógica perversa en la cual, mientras los gobiernos hacían llamamientos de paz, Israel aumentaba sus asentamientos ilegales y recrudecía el apartheid. Hubo que condenar con rotundidad los ataques de Hamás, el terrible comienzo de la ofensiva israelí y las diferentes formas de antisemitismo e islamofobia que emergieron esos días, pero para afirmar la única opción moral: el reconocimiento del Estado Palestino, la defensa de la paz y la libertad, la justicia y la moral como brújulas internacionales frente al horror. Por sus vidas, por las mujeres palestinas, por sus derechos. Y tomar ese reconocimiento como un primer paso para que pare el genocidio, paren los crímenes de guerra y la libertad no quede en meras palabras.
