Opinión

Todo está tan lleno…

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Hay imágenes a las que no me acostumbro, aunque las vea año tras año. Me refiero a las imágenes de esas calles donde los transeúntes están atascados estos días y semanas previos a la navidad y no es posible ni tan siquiera caminar de tan lleno que está todo. Que es algo que parece que solo ocurre en las grandes ciudades tipo Madrid, y no es así, que es llegar la Navidad, o sentir que está cerca, y tirarse la gente a las calles en casi todas partes. Y que tampoco pasa únicamente en estas fechas, pero es lo que nos toca ahora.

Y estoy segura de que has visto las imágenes igual que las he visto yo, lo que no sé es si te han producido un poco o un mucho de escalofrío o eres de los que adoran las multitudes y estás deseando poder estar en ese barullo de gente.

A mí me cuesta entender por qué alguien quiere estar atascado en una calle, sin poder caminar, en medio de un montón de gente que tampoco puede moverse, pero la realidad, ¡ay, la realidad!, es la que es y las imágenes las vemos cada día. Es el “efecto gregario”.

Solomon Asch fue un psicólogo polaco estadounidense que realizó unos estudios en los años cincuenta, en psicología social, que demuestran la influencia en nuestras opiniones de la presión del grupo que nos rodea. Estos estudios, que hoy son considerados clásicos, probaron que en la mayoría de las personas la presión social y la necesidad de pertenencia al grupo consiguen que el comportamiento de esa persona se modifique respecto del que sería su comportamiento de manera individual. Y es que la mayoría de las personas prefieren formar parte del grupo y hacer lo que éste hace, que destacar por hacer algo diferente de lo que hace el resto.

Esto lo vemos continuamente aplicado a la publicidad, donde en muchos casos se apela al hecho de que un objeto ha sido comprado por cientos de miles de personas para indicar que sólo faltas tú. Y lo mismo con las experiencias o los viajes, quien eres tú si no haces lo que ya han hecho miles de personas antes, si no viajas donde viaja todo el mundo. Se compran testimonios, en algunos casos reales, en otros no, para influir en el comportamiento y persuadir a los posibles consumidores, compradores o viajeros. Y esto explica por qué tantas y tantas personas van exactamente a ese lugar donde ya hay otros tantos miles a hacer lo que se supone que hace todo el mundo cuando llega allí. Cómo vas a ser tú el único que no lo haga.

En los experimentos de Solomon la mayoría de los que participaban eran “cómplices” que intentaban inducir a los estudiantes que formaban parte del mismo a cambiar sus respuestas o comportamiento. Los datos no dejaron lugar a dudas: el 75% de los participantes se adaptaba a las respuestas de la mayoría del grupo, aún a sabiendas de que sus respuestas eran incorrectas. Tan sólo un 25% daba siempre la respuesta que consideraba correcta, independientemente de lo que hubiera respondido la mayoría del grupo.

Metro de Madrid

Así que, sabiendo todo esto, no parece tan raro que todo esté tan lleno. Que ciertos lugares sean los elegidos por la mayoría, y cuanta más gente va, más personas quieran ir. Porque parece que es nuestra naturaleza humana la que quiere formar parte del grupo, aunque eso implique estar en una calle sin poder caminar una tarde antes de las navidades, y al llegar a casa uno piense que quizá no merecía la pena estar allí. Así que todo está lleno, pero ese es uno de los atractivos para muchas personas: que esté tan lleno.

Si eres una de estas personas, a las que les gusta ir donde va todo el mundo, aprovecha, aún tienes unas semanas para sentirte rodeado de gente por todas partes. Yo voy a esperar un poco para volver a ciertos lugares que ahora están tan transitados y tan deseados, que no soy muy de multitudes externas. Me quedo con mis multitudes, las que contengo, como decía Walt Whitman. Con estas “mis” multitudes tengo más que suficiente.