La comparecencia del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, horas después del terremoto que ha provocado el demoledor informe de la UCO sobre el número tres del PSOE, no ha dejado indiferente a nadie. Sánchez ha pedido perdón a los españoles y ha reconocido que no debería haber confiando en Santos Cerdán.
Pero además de las declaraciones, en Artículo14 hemos analizado junto a Eva García Ruiz, directora del Instituto Español de Sinergología, el lenguaje no verbal del presidente del Gobierno durante su comparecencia. Para la experta en comunicación no verbal, “se nota” que Sánchez “está más nervioso, que pretende tranquilizarse más de lo normal. Por ejemplo, acaricia el atril con las dos manos”, destaca. Asimismo, García Ruiz explica a Artículo14 que cuando dice que ‘siento indignación y tristeza’ no hay ninguna micro reacción en su rostro”, “no tiene ninguna reacción facial ni corporal que indiquen esa indignación o tristeza”.
-¿Cómo describiría el lenguaje no verbal de Sánchez durante la comparecencia de este jueves?
-Inicia la comparecencia con un texto escrito. Tener un texto escrito te permite controlar tanto el verbal como el no verbal. Y él entra en un modo que le resulta bastante fácil porque es una persona que tiene, digamos, una dimensión bastante de actor. Cuando pasan cosas graves y quiere hacer parecer que no ocurre nada, lo consigue, en cierto modo, porque siempre hay una parte del lenguaje no verbal que le traiciona. Pero cuando quiere hacer parecer que está mal y que está compungido, también lo consigue. Consigue bajar su tono de voz, consigue poner una cara mucho más demacrada. Ahora bien, sí que tiene una señal muy clara que es totalmente no consciente, que es una depresión en los párpados inferiores que hacen que se vea el blanco de los ojos por debajo, que eso es de estar mal. Ahora bien, puedes estar mal porque tienes que despedir a Santos Cerdón o puedes estar mal porque esto te afecta a ti profundamente a nivel profesional.
Ese es el primer punto. Entonces, ¿qué más le vemos? Aunque está preparado y él está acostumbrado a salir con cosas preparadas y con textos escritos, tiene señales en las que se nota que está más nervioso, que pretende tranquilizarse más de lo normal. Por ejemplo, acaricia el atril con las dos manos. Lo hace prácticamente durante toda la comparecencia antes de que lleguen las preguntas de los periodistas. Con lo cual sí que es una situación que, en cualquier caso y por el motivo que sea, está siendo un trago importante para él. No sé si ha prescindido deliberadamente del maquillaje o le ha pillado así más a desmano, no lo sé, pero por ejemplo se le ve que aumenta la subveración en el rostro, se le ve la marca del bigote. Hay ciertas marcas faciales que habitualmente no se ven en él porque es una persona que cuida mucho su imagen y cuida mucho el poder dar esa buena cara. Si pretendía dar mala cara, lo ha conseguido con diferentes estrategias.
-¿Su lenguaje no verbal expresaba un perdón sincero o todo lo contrario? ¿Y cuando dijo “tengo muchos defectos”, cree que fue sinceramente?
-Si me preguntas de perdón sincero o de si siente cuando dice “tengo muchos defectos”, todo eso lo tiene escrito, con lo cual no se inmuta. De hecho, dice algo como “siento indignación y tristeza” y no hay ninguna micro reacción en su rostro, sobre todo desde el punto de vista no consciente, que es el que estudia la sinergología y que es el más potente, porque no se puede ocultar o no se puede camuflar, no tiene ninguna reacción facial ni corporal que indiquen esa indignación o tristeza. No digo que no lo sienta, digo que su cuerpo no lo transmite.
-¿Algún gesto o frase en concreto te le haya llamado la atención como profesional?
-Ha estado deliberadamente cabizbajo, pero hay una parte que es más significativa que la cabeza, que es la presencia del pecho. No he visto que se le haya deprimido, el hacerse pequeñito, el sentirse más abochornado… Eso realmente no ha aparecido. Ha estado como en las situaciones en las que quiere hacer parecer que está más apesadumbrado. Baja el mentón, pues como lo haríamos si quieres contar una historia triste, pero desaparece en cuanto le preguntan los periodistas, y ya pierde un poco el hilo del relato que traía.