La idea de que el orden de nacimiento moldea la personalidad ha fascinado a psicólogos y familias durante siglos. A menudo, uno se encuentra coincidencias con amigos y familiares que son hijos mayores, medianos, pequeños…
Sin embargo, las investigaciones actuales muestran que las cosas no son tan evidentes como popularmente se cree. Aunque existen estereotipos populares, los estudios científicos son claros respecto al orden de los hermanos y sus respectivas personalidades.
La ciencia responde a los estereotipos del orden de nacimiento
Habitualmente, se dice que el primer hijo es el más responsable y dominante de todos. Especialmente, si es una niña. Los hermanos del medio son menos dependientes y más sociables, y los hijos pequeños, los más rebeldes. Eso se dice popularmente, en buena parte por las teorías de las dinámicas familiares del psicólogo Alfred Adler en el siglo pasado. No obstante, las nuevas investigaciones han desmentido estas teorías generalizadas.
Las diferencias en las personalidades según el orden de nacimiento de los hijos son mínimas, según estudios científicos. Uno en concreto analizó a más de 20.000 personas de diferentes países, sin encontrar hallazgos significativos en los órdenes de nacimientos de cada uno. Por su parte, la psicóloga Rodica Damian, de la Universidad de Houston, el impacto en los hermanos lo causan las situaciones familiares y socioeconómicas de cada caso, y no la posición de hermanos respecto a los nacimientos.
Esto quiere decir que, por ejemplo, una familia numerosa y en riesgo de pobreza verá cómo los hijos optan por diferentes vías de comportamiento, pero no en un orden específico por nacimiento. Un caso similar es el de las culturas primogénitas y patriarcales, donde el primer vástago varón tiene una presión mucho mayor. Por su parte, la hija pequeña tiene una sobreprotección muy fuerte, y el no ofrecer lo que se espera de ella socialmente, se considera un acto de rebeldía.
La excepción y la extensión de los mitos
Sin embargo, varios análisis científicos han marcado una excepción entre las falsas creencias que sí parece ser cierta. El primer hijo o hija suele tener un mejor rendimiento académico y en inteligencia que los siguientes, posiblemente por el mayor tiempo de dedicación y atención recibido por parte de su familia. No obstante, no son tantos los casos, ni es tan grande la diferencia como se cree, aseguran los investigadores.
La simpleza de los estereotipos sigue pasando de generación en generación, a menudo por lo fácil y divertido que suele resultar explicar las diferencias que tienen a los pequeños. Muchos de ellos refuerzan esas etiquetas, llegando a defenderlas para diferenciarse de sus allegados. Y esa diferenciación no debe suponer ningún problema, siempre y cuando se asuma como individual y no como universal.
En definitiva, el orden de nacimiento de las niñas y los niños se ve principalmente afectado por el contexto familiar, social y económico de su caso, no por un determinante genético que afecte a la mayoría de la población. No es malo abanderar esas diferencias en cada familia, pero no es necesario extender la creencia de la importancia del orden al nacer, pues es científicamente falsa.