A caballo entre Aragón, Cataluña y la Comunidad Valenciana, en el extremo noreste de la provincia de Teruel, se encuentra el Matarraña. Esta comarca, que muchos conocen como la “Toscana española”, es un destino que sorprende por su equilibrio entre naturaleza, patrimonio y vida rural. Sin grandes artificios, sin multitudes, y todavía lejos del turismo masificado.
Su paisaje está formado por colinas suaves, ríos de aguas limpias, campos de olivos y almendros, y pueblos de piedra con un notable estado de conservación. Es un entorno que invita a tomarse las cosas con calma. Aquí no hay prisa. Hay rutas para caminar, historia para descubrir, comida para saborear y espacio para desconectar.
El Matarraña es una zona de transición entre el interior peninsular y el Mediterráneo. Sus montañas no son altas, pero permiten vistas abiertas. Sus bosques y cultivos se mezclan con cañones, saltos de agua y caminos rurales. Desde cualquier punto, el mar está a unos 20 km en línea recta. Esa cercanía marca también su clima y parte de su cultura. La comarca está formada por unos 18 municipios, la mayoría pequeños, muchos con menos de 1.000 habitantes. Es un territorio manejable, fácil de recorrer en coche, en bici o incluso a pie, gracias a su red de senderos, caminos señalizados y una Vía Verde que conecta varios pueblos.
Naturaleza sin artificios
Uno de los grandes atractivos del Matarraña es su paisaje. A diferencia de otros destinos rurales más turísticos, aquí la naturaleza no está tematizada ni sobreexplotada. Algunos lugares clave para disfrutarla:
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El Parrizal de Beceite: la ruta más conocida de la comarca. Se camina junto al río por pasarelas de madera hasta llegar a un estrecho desfiladero con paredes de más de 60 metros. El recorrido total es de unos 10 km, ida y vuelta. En temporada alta es necesario reservar entrada.
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El Salt de la Portellada: una cascada natural de unos 20 metros que se puede visitar caminando desde el pueblo del mismo nombre. Forma parte del río Tastavins, afluente del Matarraña.
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Las pozas de La Pesquera (Beceite): una serie de piscinas naturales formadas por la erosión del río Ulldemó. En verano el acceso también está regulado y es uno de los puntos más buscados para bañarse, aunque se desaconseja el baño en ciertos momentos por seguridad sanitaria.
Pueblos con historia y carácter
El Matarraña es una de las comarcas con más pueblos catalogados como Conjunto Histórico-Artístico en Aragón. Muchos mantienen su trazado medieval, con calles empedradas, plazas porticadas y edificios de sillería que muestran siglos de historia.
Cinco paradas obligatorias:
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Valderrobres: la capital comarcal. Cuenta con un castillo gótico, una iglesia imponente y un puente de piedra del siglo XIV que da entrada al casco antiguo. Todo muy bien conservado. Es un buen punto para alojarse y desde el que explorar la comarca.
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El pueblo de Valderrobres, en la comarca de El Matarraña ShutterStock -
Calaceite: forma parte de la red de los Pueblos Más Bonitos de España. Sus casas solariegas, su Plaza Mayor y su conjunto urbano le valieron la declaración de Conjunto Histórico en 1973. Uno de los pueblos más completos en cuanto a arquitectura popular.
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Beceite: rodeado de naturaleza, con acceso al Parrizal, pozas, bosques y montaña. El pueblo tiene encanto por sí solo: calles estrechas, edificios nobles y buena gastronomía local.
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La Fresneda: construido en altura, con un casco antiguo lleno de rincones interesantes y una de las plazas más fotogénicas de la comarca. El recorrido hasta la iglesia de Santa María la Mayor merece la pena.
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Cretas: más pequeño, más plano, pero igual de interesante. Su Plaza Mayor es el corazón del pueblo y destaca por su armonía arquitectónica. Es ideal para pasear sin rumbo.
