Vea y lea el editorial de Ana Rosa Quintana de este viernes, 27 de junio en Artículo14.
Un fugado de la Justicia y un presunto corrupto pactaron la amnistía que ahora avala el Tribunal Constitucional. Carles Puigdemont y Santos Cerdán llegaron a un acuerdo mercantil que ahora el Constitucional intenta disfrazar de ley con un lenguaje jurídico que habría que traducir al habla coloquial para que todo el mundo lo entienda. La traducción de ese acuerdo mercantil disfrazado de ley sería la siguiente: “Carles, necesitamos tus siete votos para que Pedro Sánchez saque adelante su investidura en unas elecciones que ha perdido. Vale, te damos los siete votos a cambio de la amnistía“. Punto pelota. Esto es todo. Ahora, el Constitucional adorna de un lenguaje jurídico esta mera transacción comercial.
Felipe González lo define como “corrupción política”, porque no deja de ser una mera compra de votos a cambio de un beneficio. Pedro Sánchez asegura que se trata de una “magnífica noticia” porque lo que queda de legislatura sigue dependiendo de esos siete votos. Es más, ahora el Gobierno sale en tromba a presionar al Tribunal Supremo para que se aplique la amnistía también a Puigdemont y le perdone el delito de malversación. Es decir, más corrupción política.
Los padres de la Constitución prohibieron los indultos generales porque la responsabilidad es individual y en Europa hablan de “autoamnistía”, algo inherente a los Estados autoritarios. Sin embargo, ese gran constitucionalista llamado Santos Cerdán, cuando salió de la FP y dejó su puesto como técnico de mantenimiento, se formó como autodidacta en leyes para convencer de que lo justo era amnistiar a los golpistas del procés. Estamos a dos audios y tres Koldos de saber cómo se negoció esa amnistía.
Dicen fuentes de la OTAN que el presidente se acobardó en la cumbre a la hora de defender su negativa a aumentar el gasto en defensa. El Pedro Sánchez de 2025 debería atreverse a debatir con el Sánchez de 2021 cuando decía: “Una amnistía es inconstitucional, es ilegal, eso no tiene cabida en nuestro ordenamiento constitucional”. Da igual, si no le gustan estos principios, tengo otros. Y así con todo.