Cuenta la leyenda que, bajo la noche de luna llena de un 14 de septiembre, a orillas de un hermoso lago del sur de Francia llamado Brindos, una anciana realizó una serie de conjuros en una desconocida lengua. En su mágica invocación, hizo llamar a unas hadas que salieron de las aguas, que fueron a su encuentro para bailar con ella, toda la noche y para siempre.
La tradición popular lo cuenta así: “De cada nenúfar emergió una mujer, bella como el día, vestida con los velos más finos y claros que las alas de una mariposa. Primero dos mujeres, luego tres, cuatro, veinte, cien. El lago se pobló de fantasmas deslumbrantes que se pusieron a bailar…”.
La leyenda del lago Brindos ha llegado hasta nuestros días como parte de la cultura y la tradición de los habitantes de un idílico rincón del País Vasco-Francés llamado Anglet, uno de los destinos más glamourosos que tenemos a tiro de piedra desde la península. En este apacible, perfecto y tranquilo pueblito residencial, todos los vecinos han contado -de generación en generación- la historia de Flora, Avelina, Morgane, Melisine, Titania, Navi y Maïa, las hadas guardianas del lago, que desde tiempos inmemoriales protegen el equilibrio entre la belleza serena de sus aguas y la hermosa naturaleza de los bosques que lo protegen. Tanto es así, que es costumbre cada año, que el 14 de septiembre el romántico castillo que preside el lago se engalane de luces y celebre una fiesta en honor a sus hadas protectoras.

El castillo de un Lord escocés, convertido en Relaix Chateaux
Atraído quizá por la misteriosa leyenda que habita sobre uno de los lagos más bucólicos del sur de Francia, Sir Reginald Wright, un millonario lord escocés, aficionado al arte y la caza de zorros, se enamoró de los bellos parajes naturales del País Vasco-Francés, cuando aterrizó por allí en los aún locos y hedonistas años 30.

Cautivado por la magia del lago Brindos, el tercer lago privado más grande de Francia, construyó un castillo donde celebrar la vida y organizar excéntricas fiestas de gala con la alta sociedad, que tomaba el sol y bebía champagne contemplando las maravillas del lago desde sus terrazas. Los salones, llenos de espejos, amplios ventanales y esplendorosos candelabros, hacían brillar a una propiedad tan bella que embruja y que hoy se a convertido en el mágico hotel de lujo Brindos Relaix Chateaux.

Un gran acierto que tuvo el señor Wright, aparte de elegir la ubicación de su nuevo castillo, fue encargar la misión de construir su espacio de recreo al conocido arquitecto de Biarritz William Marcel, quien levantó una joya de la arquitectura hispano-morisca que se ha conservado hasta nuestros días, y que – ampliaciones y restauraciones aparte- lo han convertido en el gran hotel de lujo del que pueden disfrutar los clientes hoy.

La diseñadora Marie-Christine Mecoen aportó a las estancias el definitivo toque de elegancia con el rediseño de interiores del Chateaux Brindos, hoy dirigido con un trabajado enfoque gourmet y mucha personalidad por su carismático director, Olivier Richard.

Un viaje al pasado más chic, un oasis del buen gusto
Como os contaba, el castillo de Brindos está enclavado con gracia y acierto en Anglet, un destino de playas con larga tradición surfera, que puede presumir de poseer una elegancia silenciosa y discreta y una oferta de planes muy interesantes. Es un hotel-oasis protegido por mantones de hiedra; frondosa, elocuente y fresca, y nos acoge con su velo de bienestar en un barrio residencial situado a tan 15 minutos de paseo en bicicleta de Biarritz (uno de los placenteros planes que oferta el chateaux durante la estancia).
Navegar por las aguas en lancha hacia uno de sus lodges sobre el lago y divisar desde una de sus coquetas habitaciones el hermoso castillo, degustar un exquisito menú gastronómico frente al embarcadero o tomar algo en una de sus terrazas, es una delicia. Uno se siente privilegiado al vivir un momento de esos que piensas que sólo pueden experimentar las celebrities, la alta sociedad o la mismísima realeza.

Cuando uno llega desde a Brindos, (a media hora en coche desde el aeropuerto de San Sebastián), la sensación de bienestar es inmediata. Te embriaga el chill & chic de la zona y esos pequeños detalles que hacen que la sensación de lujo sea familiar, íntima, cómoda. Y enseguida descubres que algo de magia sí que habita entre las aguas, y en la luz de sus salones de grandes ventanales. Es algo que uno siente nada más cruzar el arco que separa el mundo real del universo onírico de Chateaux Brindos y su lago mágico.
El crujir de los peldaños de la vieja escalera da la bienvenida al visitante y lo introduce en un ambiente exclusivo en el que en seguida te sientes en casa. Lámparas de araña, sofás de cuero, grandes ventanales, techos artesanos de madera, en Brindos nada es igual. Cada espacio está decorado con piezas únicas, cada rincón cuenta una historia. A veces pareciera que todavía se escuchan los ecos de los bailes de alta sociedad que se celebraban en el castillo, las botellas de champagne descorchándose, las señoras de paseo charloteando, o el sonido de las canoas navegando entre los nenúfares.

Dormir en un castillo o sobre las aguas del lago en un lodge
Puedes elegir. El castillo de Brindos se inauguró como hotel en el año 2022 con una oferta de 29 habitaciones cuidadosamente decoradas y con vistas al lago, 10 lodges flotantes accesibles solo en barca, un spa, varios espacios gastronómicos, piscina y distintos rincones donde deleitarse con un cóctel de autor o una copa de rosado francés.

Todos los propietarios anteriores del castillo, entre los que se encuentra el ex jugador de rugby internacional del Olympique de Biarritz Serge Blanco, han querido mejorar las instalaciones, pero siempre preservando la herencia histórica de este lugar mítico manteniendo la elegancia natural que lo define. Todas las habitaciones son exteriores y casi todas dan al lago y todas ellas tienen un tamaño considerable (36 metros cuadrados y una suite de 85 metros cuadrados), algo que realmente se agradece y mucho.
Al igual que en el resto del castillo, el mobiliario original (sillones, sofás, carpintería) se ha conservado, en muchas ocasiones incluso restaurado, añadiéndole contundentes elementos de modernidad.

Un viaje al lujo textil, gastronómico y sensorial
Como suele suceder, las grandes experiencias están hechas de pequeños detalles: los amenities son de Gemology, una marca parisina de spa de alta gama que trabaja con la esencia de las piedras naturales como el diamante. Y la decoración de las habitaciones están pensadas hasta tal punto para el descanso que los objetos modernos como el minibar o la TV están escondidos, para que nada perturbe el estado de calma y la contemplación. La gastronomía es elaborada con productos de temporada de la zona con varios menús degustación exquisitamente maridados.

Y muy en particular, se disfruta muchísimo de la experiencia sensorial de lo textil, estudiada al milímetro por el diseñador Jean Vier que despliega su saber hacer en tejidos artesanales hechos en lino tradicional vasco o algodón, que lucen en ropa de cama, cortinas, alfombras y tapizados con un guiño local encantador, en verde, terracota y blanco, haciendo un eco visual de la naturaleza que nos rodea.
Todo está pensado para que el cliente viva una experiencia de confort y elegancia: planes de senderismo, paseos en bici a Biarritz y Anglet, meriendas con alta repostería local, paseo por el bar escocés para probar sus cocteles de autor o disfrutar de un plan acuático en el lago, -como el paddle surf o la navegación en piragua-, hacen de Brindos Relaix Chateaux un enclave único para un verano de naturaleza y relax. Un plan de lujo bien interpretado, en un espacio creado con alma y sencillez, pensado para llevarnos un lugar llamado bienestar, sin excentricidades (importante).
Os aseguro que Chateaux Brindos es uno de esos lugares donde nada malo te puede suceder. Es paz, calma y exquisitez. Únicamente podría acontecer, que los huéspedes de las cabañas flotantes durmieran tan bien, que llegasen a soñar con las hadas y bailaran noctámbulos y entre nenúfares toda la noche. Cést fantastique.