Mientras su nombre suena con fuerza como próximo entrenador del Real Madrid, Xabi Alonso vive un capítulo amargo lejos de los focos deportivos. El técnico vasco y su esposa, Nagore Aranburu, se enfrentan a una delicada situación legal en torno a su residencia en el entorno natural del monte Igueldo, en San Sebastián.
La casa, levantada sobre un terreno en el paraje de Txalin, podría ser demolida si los tribunales no dan la razón al Ayuntamiento, que intenta defender la legalidad de la licencia concedida en 2018.
Una casa de ensueño convertida en pesadilla
La historia comenzó en 2018, cuando la pareja adquirió más de 10.000 metros cuadrados de terreno a través de su sociedad inmobiliaria, Tavaro XXI S.L. Allí proyectaron una vivienda moderna, de líneas limpias, grandes ventanales y con vistas espectaculares, pero en aparente armonía con el entorno rural. El proyecto obtuvo el visto bueno del Ayuntamiento y de los servicios técnicos municipales, iniciándose las obras dos años más tarde.
Sin embargo, el levantamiento del inmueble no pasó desapercibido para varias asociaciones vecinales, que desde un primer momento pusieron en duda la legalidad del proyecto. Su argumento principal: la casa se ubica en un suelo rural no urbanizable, y por tanto, su construcción no debería haberse autorizado.

Una licencia bajo sospecha
La polémica dio un giro en febrero de 2024, cuando el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de San Sebastián anuló la licencia otorgada en su día. Según el fallo, el permiso era “nulo de pleno derecho” y la edificación resultante no se adecuaba a la tipología rural exigida por la normativa urbanística de la zona.
El problema de fondo radica en que la licencia original se basaba en el derecho de reconstrucción de un caserío expropiado en Martutene, cuya reubicación fue permitida en el monte Igueldo. No obstante, el nuevo proyecto introdujo modificaciones respecto al diseño original, algo que para los vecinos y, posteriormente, para el juez, supuso un incumplimiento.
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¿Reforma o ilegalidad?
Los vecinos denuncian que el nuevo edificio, de más de 1.000 metros cuadrados, poco tiene que ver con el antiguo caserío que se pretendía reemplazar. Consideran que se trata de una vivienda de lujo camuflada como reconstrucción rural, y que esta interpretación abre la puerta a una peligrosa flexibilización de la ley: permitir construir en cualquier zona rústica si se invoca la expropiación de un caserío en otra ubicación.
Por su parte, el Ayuntamiento de San Sebastián mantiene que el proyecto fue aprobado de forma correcta y recurrió la sentencia judicial para evitar que la casa, ya finalizada, deba ser derribada. Tanto Xabi Alonso como Nagore Aranburu defienden que actuaron en todo momento de acuerdo con los permisos vigentes y que confiaron en los informes municipales y en su equipo técnico.
Pendientes de la decisión final
Actualmente, la vivienda se encuentra en un limbo jurídico. Mientras los tribunales no resuelvan el recurso interpuesto por el consistorio donostiarra, el futuro de la casa sigue siendo incierto. Para la pareja, que proyectó en esta residencia su vuelta a Euskadi tras años viviendo en el extranjero, la situación es un duro golpe emocional y económico.
En paralelo, la carrera de Alonso continúa en ascenso. Tras su histórica Bundesliga con el Bayer Leverkusen, su nombre suena cada vez con más fuerza en los pasillos del Santiago Bernabéu. Pero mientras se perfila su regreso a Madrid, en San Sebastián sigue abierta una batalla que va mucho más allá del fútbol.