La sociedad noruega está, aparentemente, harta de la princesa Mette-Marit. El matrimonio del príncipe heredero del trono del país escandinavo Haakon Magnus, en 2001, con la joven plebeya Mette-Marit, hija del fallecido Sven Olaf Bjarne Høiby y la empleada de banca Marit Tjessem, no comenzó con buen pie, ya que la novia no gustó en absoluto a la población del país escandinavo. Mette-Marit Tjessem Høiby arrastraba un pasado complicado: era madre soltera, sin estudios, camarera de una popular cafetería de Oslo, el Café Engebret, y sus padres estaban divorciados (su progenitor, un periodista de prensa sensacionalista, era, además, alcohólico y había sido condenado en dos ocasiones por comportamiento violento, por no hablar de que tras su divorcio se había vuelto a casar con una bailarina profesional de strip-tease). Morten Borg, el padre del hijo de Mette-Marit, también era un personaje turbio, condenado a prisión por posesión de drogas y otros delitos menores, al que conoció por ser amigo de su pareja anterior, John Ognby, con el que había estado a punto de casarse. El noviazgo con el príncipe Haakon, que dio comienzo tras un festival musical, tampoco estuvo exento de polémica: la decisión de la pareja de vivir juntos antes de la boda también fue controvertida. Lo que en cualquier otra circunstancia habría sido visto como una relación moderna más, como cualquier otra, y no habría causado ningún comentario, al tratarse de una relación “real” no sentó tan bien y comenzó a abrirse en la sociedad el debate sobre la monarquía, no sólo en los medios de comunicación, sino también en Stortinget, la sede parlamentaria, por impulso, fundamentalmente, de los partidos de izquierda. De hecho, las encuestas de junio de 2001, pocas semanas antes de su boda en la catedral de Oslo, mostraban que la popularidad de la monarquía había caído a mínimos históricos.
Sin embargo, y a pesar de todo el escepticismo inicial, Mette-Marit fue ganándose cierta aceptación popular gracias a su frescura juvenil y sus disculpas sobre su pasado y su relación con las drogas. Y, sobre todo, gracias al nacimiento de sus hijos con el príncipe Haakon, la infanta Ingrid Alexandra y el infante Sverre Magnus. Pero en 2019 comenzaron sus problemas más serios, cuando se descubrió su amistad con el delincuente sexual estadounidense Jeffrey Epstein, ahorcado en agosto de ese año en su propia celda del Centro Correctivo Metropolitano de Nueva York. Al investigarse periodísticamente las amistades de Epstein, además del nombre del duque de York, el príncipe Andrés de Inglaterra, se supo también que Mette-Marit se había reunido con él varias veces entre 2011 y 2013, después de su condena por cargos de tráfico sexual de menores en 2008 y su puesta en libertad. En una de esas oportunidades, también estuvo presente el príncipe heredero Haakon, durante unas vacaciones de la pareja en la isla caribeña de San Bartolomé. Una vez más, tuvo que disculparse públicamente, insistiendo en que no sabía nada del alcance de los delitos de Epstein.
Empiezan los auténticos problemas
Pero lo que está a punto de hacer saltar por los aires la calma social noruega es la relación de Mette-Marit con Marius Borg Høiby, el hijo que tuvo de soltera, con 22 años, que fue detenido este pasado lunes acusado de violación… después de que en agosto fuera también detenido unas horas por un incidente de maltrato a su exnovia, acusado en ese momento de lesiones, daños y amenazas que él admitió pocos días después, reconociendo sus problemas con el alcohol y la cocaína, así como problemas psíquicos.
Los acontecimientos de este verano salpicaron por completo a la princesa: según el periódico noruego Verdens Gang (conocido popularmente como el VG), la princesa se habría enterado con antelación de la detención de su hijo y se habría encargado de limpiar su piso para tratar de ocultar pruebas antes del previsible registro domiciliario.
La prensa comenzó instantáneamente a poner en duda su idoneidad para ser reina al no poner en primer lugar el interés de la Corona, sino la protección de su hijo, que forma parte ineludible de la familia real, pero no es miembro oficial de la “Familia Real” noruega.
La escritora noruega Tove Taalesen –experta en asuntos monárquicos después de haber trabajado en la Corte Real noruega entre 2007 y 2018– escribe para los influyentes periódicos digitales noruegos Nettavisen y Nettavisen Norsk Debatt artículos sobre asuntos de la realeza y mantiene también el podcast Audiens sobre estos mismos temas, y en Nettavisen se lanzó entonces a la yugular de Mette-Marit: “¡Esto va más allá de todas las leyes y normas! La forma en que Mette-Marit manejó la información sobre la inminente detención de Marius demuestra dónde está su lealtad: con su hijo. Decidió no sólo informarle, sino que también decidió limpiar la casa antes de un posible registro policial. ¿Tenía miedo de que la policía encontrara algo?”.
Taalesen ataca también al heredero al trono por el que considera “silencio cómplice”: “¡La familia real cree que está por encima de la ley!”. La experta en asuntos monárquicos duda de que Mette-Marit esté preparada para su papel de futura reina y llegaba, incluso, a escribir: “Como madre, es una amenaza para la seguridad nacional. La princesa heredera Mette-Marit debería haber dejado que la policía hiciera su trabajo. Sobre todo, por el propio Marius, pero también para proteger a la monarquía… Esta es la prueba de que no todo el mundo es igual ante la ley: no es de extrañar que Marius sienta la desaprobación de toda Noruega: creció creyendo que las leyes no se aplicaban a su familia”.
Una situación insostenible
Pero el último escándalo puede resultar definitivo. Tras su detención el lunes, y después de pasar dos noches en la comisaría central del barrio de Grønland, Marius Borg Høiby compareció este miércoles, 20 de noviembre, ante un tribunal de distrito de Oslo y se le decretó prisión preventiva con prohibición de visitas, después de que la Policía anunciara que se le investiga por haber cometido, presuntamente, una segunda violación a otra mujer. Los cargos de los que se acusa a Høiby habrían tenido lugar en casa de su exnovia, en Oslo, a principios de año. La acusación señala como hora las 08:10 del 24 de marzo. La policía puede datar el incidente porque ha encontrado vídeos de la presunta violación en el teléfono móvil de Høiby, según informa Nettavisens.
En esta ocasión, Tove Taalesen ha escrito en Nettavisen que esto perseguirá a la pareja del príncipe heredero durante mucho tiempo: “Es importante recordar que no es la familia real la que está en el centro de detención. Es un particular, Marius Borg Høiby. Nunca ha habido una situación como ésta en la historia de Noruega, que también está atrayendo la atención internacional”.
Otro influyente personaje en el debate social noruego, el empresario financiero y editor Hans Geelmuyden, cofundador de la agencia de relaciones públicas Geelmuyden-Kiese, con delegaciones en Oslo, Estocolmo y Copenhague, que él dirigió desde 1989 hasta su venta en 2021, respondió a mis preguntas a través de LinkedIn con un escueto mensaje, confirmándome que “los actuales reyes [de Noruega] son muy populares y queridos por la sociedad. Mette Marit, ¡no!”. Hans Geelmuyden, el gurú noruego de las relaciones públicas, en su habitual columna en Nettavisen, aboga por un referéndum sobre la monarquía en Noruega. Señala que han pasado 120 años desde el último. En 1905, cuando Noruega alcanzó la independencia de Suecia y se consultó sobre el modelo de estado a seguir, el 79% votó a favor de la monarquía en Noruega: “No me sorprendería que la boda de la princesa Marta Luisa [hermana de Haakon de Noruega] con el chamán Durek Verrett el 31 de agosto y la acusación del hijo de la princesa heredera Mette- Marit hayan reducido el apoyo”.
Efectivamente, los datos de popularidad de la realeza que la prensa noruega ha publicado reflejan que en 2017, cuando los reyes Harald V y Sonia de Noruega cumplieron 80 años, el 81% de la población apoyaba a la monarquía. En mayo de este año, la cifra era del 72%. Tras el turbulento verano, el apoyo ha caído al 62%. Es una gran caída en siete años. Taalesen ha escrito que “la confianza pública en la Casa Real y
la Familia Real está en caída libre”, y lo achaca a que “la familia real no controla la situación, así que tampoco pueden gestionar la crisis”. La estrategia de comunicación pasa, aparentemente, por fingir que la crisis no existe. La familia real se está desmoronando por culpa de Marius Borg Høiby, y “necesita asesoramiento externo”, advierte Taalesen. “La institución parece paralizada y da la impresión de que esperan que todo el asunto se silencie y que acabemos por olvidarlo –añade–. Pero eso no va a ocurrir, porque un día, en el futuro, el príncipe heredero Haakon y la princesa heredera Mette-Marit se convertirán en rey y reina, y este asunto es muy doloroso e importante, porque, ¿cómo podemos confiar en ellos? Noruega necesita una pareja real que haga algo más que cortar cintas de inauguración. Necesitamos un liderazgo que pueda marcar el camino hacia el futuro”. Y lanza, a continuación, el ataque definitivo: “La pareja del príncipe heredero ha tenido una oportunidad de oro para distanciarse de la violencia, las drogas y, ahora, las acusaciones de violación. Por desgracia, ha decidido no aprovechar esta oportunidad. Quizá el príncipe heredero y la princesa heredera tengan que sacrificar su relación para preservar la monarquía noruega. Si la pareja del príncipe heredero no se distancia pronto de forma activa de las acciones de Marius Borg Høiby, no entenderá que pueda sobrevivir la monarquía”.