Las principales semanas de la moda —de Nueva York a París— han trazado las líneas maestras de lo que veremos en las calles a finales de año. Si algo queda claro tras las pasarelas de otoño-invierno 2025-2026 es que la próxima temporada será un juego de contrastes: lujo táctil, tonos terrosos y guiños nostálgicos marcan el ritmo de un invierno que equilibra lo clásico con lo experimental.
El color del invierno: marrón chocolate
Entre los grandes protagonistas del armario invernal destaca una tonalidad que se impone con fuerza: el marrón chocolate. Este color, profundo y elegante, ha teñido las colecciones de Hermès, Ferragamo y Schiaparelli, confirmando su posición como el nuevo negro. Se lleva en todo: abrigos de lana, botas altas, vestidos satinados o guantes de cuero.
La clave está en la versatilidad cromática. El marrón se combina con beiges cálidos o grises perla para un efecto sobrio, o con toques de dorado para una nota de sofisticación. Más que tendencia, este tono promete convertirse en un básico atemporal, favorecedor y adaptable a cualquier ocasión.
La textura estrella: el pelo (real o sintético)
Si hay una textura que domina las pasarelas este año, es el pelo. Firmas como Miu Miu, Marni, Dsquared2 o Gabriela Hearst lo han reinterpretado en todas sus formas: desde los clásicos abrigos de inspiración vintage hasta complementos que evocan el lujo más táctil.
Las versiones más sostenibles, en pelo sintético o reciclado, se imponen frente a los materiales naturales. El resultado son prendas que aportan calidez, pero también una dosis de dramatismo. La estola de pelo, los chalecos voluminosos y los gorros ushanka resurgen como piezas fetiche para elevar cualquier look urbano.
El mensaje es claro: esta temporada no se trata solo de abrigarse, sino de hacerlo con textura y actitud.
El estampado que vuelve: serpiente
En cuestión de estampados, el animal print nunca se va del todo, pero este año cede el protagonismo al más sensual y sofisticado de todos: el estampado de serpiente. Desde las camisas de aire ochentero de Stella McCartney hasta los vestidos fluidos de Zimmermann, la piel de reptil se convierte en el nuevo imprescindible del armario invernal.
La tendencia juega con dos registros: el glamour retro, que remite a los años 2000, y la elegancia boho, perfecta para looks de día. Para quienes prefieran una aproximación más discreta, los botines o bolsos con efecto serpiente ofrecen un guiño sutil a la tendencia sin caer en el exceso.
El accesorio que conquista: los charms
En el terreno de los complementos, el gran fenómeno son los charms, esos pequeños colgantes que decoran bolsos, mochilas o incluso prendas. Lo que comenzó como una estética naíf inspirada en juguetes coleccionables se ha transformado en un símbolo de personalidad.
Casas como Chanel, Coach, Prada o Chloé los han incorporado a sus diseños, recuperando el espíritu lúdico de la moda de principios de los 2000. Vuelven los candados, llaves y ositos de peluche, reinterpretados en versiones de lujo que mezclan nostalgia y sofisticación.
Un invierno con mirada sostenible
Más allá de las tendencias visuales, la moda otoño-invierno 2025-2026 refuerza el compromiso con la sostenibilidad. El uso de materiales reciclados, pieles sintéticas y tejidos orgánicos se consolida como norma. Muchas firmas, especialmente las europeas, apuestan por producción local y slow fashion, sin renunciar al diseño.
Una temporada sin sobresaltos, pero con mucho estilo
En conjunto, las propuestas para este invierno apuestan por la continuidad estilística. No hay rupturas drásticas ni giros imposibles, sino una evolución natural de las tendencias vistas en años anteriores. Predominan las siluetas relajadas, los tejidos envolventes y una paleta de colores cálidos que invitan a disfrutar del frío con calma.
El resultado es un armario pensado para durar, donde la elegancia discreta, la textura y los pequeños detalles marcan la diferencia. El invierno 2025-2026 no busca sorprender con estridencias, sino reafirmar que la verdadera tendencia —como el buen abrigo de lana o el bolso de piel bien cuidado— es aquella que resiste el paso del tiempo.