Pero ha quedado claro que Kamala lo hizo mejor, en gran parte porque estaba mucho más preparada. De cara al debate, se encerró en un hotel de Pittsburgh y practicó día y noche, de forma que, al final, ninguna pregunta la habrá tomado por sorpresa. El único momento en el que se mostró más emocional fue al mencionar el derecho al aborto en Estados Unidos. Ahí, se mostró más apasionada que preparada… Pero de una manera muy auténtica que sus votantes habrán admirado mucho. El tema del derecho de una mujer a elegir y a controlar su propio cuerpo fue muy bien presentado por Harris en comparación con la posición que defendía Trump.
-¿Qué me dice de su postura y de su manera de presentarse? Destaca el momento al principio, cuando le dio la mano a Trump.
-Ese fue un movimiento dramático porque en la mayoría de los debates en los que ha participado Trump, no hace mucho por estrechar la mano de nadie. Estaba muy claro que Harris y sus asesores habían decidido que ella se acercaría a él con la mano extendida, y que independientemente de lo que hiciera él, saldría ganando. Trump fue amable, le dio la mano y dijo algo como “Es bueno verte”. Pero fue ella quien entró en su espacio y extendió la mano.
Para la mayoría de los espectadores, esto indica que ella tenía el control y que estaba intentando promover el tipo de civismo que la mayoría de los estadounidenses quieren ver en sus candidatos. El apretón de manos es un gesto ritualizado que sugiere que no hay armas presentes y que habrá alguna forma de comunidad, incluso si hay desacuerdo. Así que, en el momento en que ella extendió la mano, tomó el control del debate.
-¿Y qué diría de su forma de hablar y de su actitud? ¿Cómo influyó eso en su victoria en el debate?
-Debemos recordar que este fue un debate sin público. Los micrófonos se apagaban cuando una persona estaba hablando, y el debate estaba diseñado para las cámaras. Harris se aseguró de que, incluso cuando no estaba hablando, sus expresiones faciales y gestos estuvieran en armonía con el mensaje que quería transmitir. A menudo parecía preocupada o desconcertada por muchas de las cosas que decía Trump, como cuando empezó a hablar sobre la gente que come perros y mascotas. Sus expresiones faciales reflejaban asombro en algunos momentos. Su voz y su temperamento también estaban bien ajustados a la situación, especialmente cuando necesitaba ser apasionada, como en el segmento sobre el aborto. En otras áreas fue menos intensa. Así que diría que su actitud y su actuación estuvieron bien ajustadas a esa situación retórica particular, grabada en video.
-¿Cree que en algunos casos el hecho de prepararse en exceso o una preparación muy meticulosa puede hacer que la persona parezca robótica? ¿Fue este el caso?
-Esto es algo que Donald Trump defiende: la idea de que si te preparas demasiado, te vuelves robótico. Desde 2015, cuando entró en la escena política de manera seria, critica el uso de teleprompter. No le gusta leer guiones preparados. Es muy bueno improvisando, pero igualmente debes conocer los temas, hacer tu investigación y estar preparado para improvisar bien. Así que, aunque Kamala Harris claramente había hecho una preparación profunda, su actuación no parecía robótica. Creo que su discurso se sintió auténtico y espontáneo. Y las críticas que he visto, particularmente en CNN y ABC, sugieren que se la vio más auténtica cuando hablaba del aborto, como si realmente creyera lo que estaba diciendo. Quizás en otras áreas parecía menos emocionalmente comprometida.
-Una gran crítica a Harris es que parece ser una continuación de Biden. Pero ahora, algunos diplomáticos creen que este debate demostró que también puede ser autoritaria por derecho propio, y que ahora confían más en ella para liderar a Estados Unidos en tiempos de crisis.
-No estoy de acuerdo, y mi prueba es su historial como Fiscal General de California. En ese cargo, procesó a criminales y a corporaciones multinacionales, y tuvo que lidiar directamente con hombres que expresaban opiniones similares a las que acabas de mencionar sobre los diplomáticos. Al mismo tiempo, tiene 59 años y ha servido cuatro años como vicepresidenta. Ha estado en la Sala de Situaciones de la Casa Blanca, asistiendo a debates sobre Ucrania, Gaza y otros grandes temas.
Creo que esos cuatro años le han dado la experiencia que necesita para enfrentarse a líderes como Viktor Orbán o Benjamin Netanyahu. No tengo ninguna duda de que tiene la fuerza y la determinación necesarias para manejar los asuntos exteriores, y si alguien todavía tenía dudas, podría haber visto su actuación en el debate de 90 minutos de anoche, donde se enfrentó a uno de los comunicadores más sofisticados del mundo, Donald Trump.
-¿Considera a Donald Trump un comunicador muy sofisticado?
-Oh, sí. Creo que ha sido subestimado. Mucha gente de izquierda lo llama estúpido, idiota, o simplemente racista fanático. Pero, aunque algunas de esas caracterizaciones sean ciertas, he asistido a mítines de Trump y he visto cómo conecta con personas que realmente creen en lo que está diciendo. Tiene una cierta magia, algo solo que ocurre una o dos veces en una generación. Es muy bueno en lo que hace. No creo que siga igual de afilado ahora, en 2024, como lo estaba en 2015 y 2016, pero aún puede ser magnífico en sus mítines en Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Me senté con gente en esos mítines que respondía a él de una manera que no tiene comparación.
Usa un guion: pone música de los años 70 y 80, como canciones pop, ópera y música country. Hay símbolos que resuenan con los estadounidenses, como la bandera de Estados Unidos. En América, los viernes por la noche, la gente va a partidos de fútbol americano de instituto, los sábados ven partidos de fútbol universitario y los domingos ven partidos de fútbol profesional. Los mítines de Trump son como esos partidos de fútbol: son divertidos y emocionantes.
Vas a un auditorio con 12.000 personas, casi todas blancas, casi todas de las clases media y baja, y casi todas con agravios sobre cómo han sido tratadas por las élites. Los mítines son ruidosos y divertidos. Una de las cualidades desconocidas, al menos para mis amigos de izquierdas, es que Trump a menudo dice “os quiero”, y sus seguidores responden de la misma manera. Hay un sentimiento de amor y comunidad en estos mítines que asegura que alrededor del 38-39% de la población estadounidense lo apoyará, casi sin importar lo que ocurra. Incluso algunos conservadores que podrían decir que perdió el debate anoche seguirán votando por él porque toca sus emociones y su imaginación.
-Entonces, ¿qué hizo mal Trump anoche?
-Harris se preparó en exceso, pero yo no creo que Trump se preparara lo suficiente. Tiene mucha confianza en su capacidad para improvisar, y ha pasado tanto tiempo en escenarios que realmente creía que no necesitaba prepararse para los argumentos que Harris iba a utilizar. No tuvo respuestas sólidas para algunos de los contenidos que ella presentó, y su falta de preparación fue evidente. También parece tener un entendimiento más limitado de la cultura estadounidense ahora que en 2015. Está rodeado por un grupo cercano de amigos, como Matt Gaetz y otros pocos, que estuvieron a cargo de lo que llamaron “preparación de políticas”, no preparación para el debate. Ya dijeron explícitamente que no estaban preparando el debate, y creo que esa falta de preparación quedó clara.
-¿No fue un caso de estar mal preparado para parecer más auténtico?
-Parecía auténtico, pero auténticamente mal preparado. Alguien que no había pensado profundamente sobre los temas. Cuando le preguntaron sobre la atención médica, dijo que aún lo estaba pensando y que tenía algunos conceptos. Pero la atención médica ha sido un tema principal durante más de una década, y lleva diciendo lo mismo durante años. Anoche parecía estancado y casi perezoso, repitiendo las mismas líneas porque eso es lo que ha estado haciendo.
-¿Y en cuanto a su presencia, sus expresiones faciales y lenguaje corporal?
-Estaba claro que le habían aconsejado mantener la calma, y lo consiguió durante los primeros cuatro o cinco minutos. Uno de los objetivos de Harris era provocarle para que se enfadara, y era evidente que, aproximadamente 10 minutos después de comenzar el debate, algunos de los comentarios de Harris ya le estaban afectando.
A partir de ese momento, su cara se puso más roja, su voz se hizo más fuerte, y se notaba que estaba físicamente enfadado. Esa era la estrategia de Harris, y tuvo éxito al provocarle. Por ejemplo, mencionó el tamaño de sus mítines, diciendo que la gente a menudo los encuentra aburridos y se van temprano. Eso claramente enfadó a Trump, y en lugar de abordar la pregunta sobre inmigración, defendió inmediatamente el tamaño de sus mítines, denigrando a los de Harris en el proceso. Mantuvo la calma durante los primeros minutos, pero esa compostura se desmoronó frente a los casi implacables esfuerzos de Harris por provocarle. Al final, ella tuvo éxito.