Opinión

Soy una friki

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Este pasado domingo veinticinco de mayo se celebró el Día del Orgullo Friki. Este día, que nació en España como una reivindicación de la ciencia ficción y la cultura no tradicional, es decir, de la cultura no mayoritaria o de masas, está a punto de cumplir la edición número veinte, ya que la primera celebración se remonta al año 2006.

Que sea precisamente el veinticinco de mayo no es casualidad, y es que la fecha se eligió en conmemoración del estreno de la película La Guerra de las Galaxias en 1977. El Día del Orgullo Friki coincide también con el Día de la toalla, para los seguidores de la trilogía de la Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams, y el Magnífico 25 de mayo, para los seguidores de Terry Pratchett y su Discworld. Quizá de todos los anteriores tan sólo te suenen los seguidores de Star Wars, no te preocupes, ya te lo he dicho, se supone que estamos hablando de series, películas o de libros que al menos en principio son minoritarios (aunque viendo algunas cifras de fans yo no los consideraría tales).

A los fans de estos mundos de ciencia ficción les gusta lo que no le gusta a la mayoría, y por ello son considerados frikis, pero yo voy a envidar a la grande y voy a declarar públicamente que yo también me considero una friki.

Y es que, aunque en realidad no soy seguidora de ninguna de las sagas anteriores, en el fondo soy muy friki. Eso sí, de mis cosas. Y es que, como dice mi amigo Ignacio, todos somos frikis de algo. Porque si hasta hace unos años se consideraba así tan solo a los amantes de los comics o de los mundos de ciencia ficción, hoy cualquiera de nosotros podemos ser considerados así o considerarnos a nosotros mismos unos frikis.

Conozco a personas que son frikis de la música, de la ciencia, de determinados momentos de la historia, de otras culturas, de las plumas estilográficas y las tintas, de los perfumes, de los cuadernos y los distintos tipos de papel para escribir, de libros raros, cartas (que no tienen por qué ser las Magic, o sí), videojuegos, juegos de mesa, mecanos antiguos, primeras ediciones de algo, relojes a los que hay que dar cuerda, setas, salidas al campo para ver pájaros u otros animales… como ves, la lista quizá no sea infinita, pero la podemos hacer tan larga como queramos. Y tú dirás, «hombre, no son frikis, son coleccionistas, o les gusta mucho el tema», y yo lo enmiendo. Y es que existe un punto que va más allá, que es el que te convierte en friki.

Lo confirmarás si buscas la definición de esta palabra en el diccionario de la RAE, lo que te vas a encontrar para friki es lo siguiente: dicho de una persona, que tiene una afición desmesurada y obsesiva hacia algo. Aunque aquí yo me pregunto ¿quién decide cuando una afición es desmesurada y obsesiva? Otra de las entradas que recoge el diccionario para friki es extravagante, raro o excéntrico. Y de nuevo pregunto: ¿y quién decide qué es ser raro? Porque yo recuerdo haber escuchado muchas veces que soy “rara”, como si fuera un insulto, simplemente porque no me gustaba lo que le gustaba a la mayoría.

Y por eso reivindico ser friki. Reivindico que te guste lo que no le gusta a casi nadie, tener tu propio mundo, un mundo en el que puede que disfrutes mucho más que en el mundo exterior que no has elegido.

Cuando eres un friki puedes sentirte hermanado con otras personas que disfrutan con esos mismos mundos con los que tú disfrutas y no solo no sentir vergüenza, sino sentir orgullo de saber más que la media sobre ese tema en particular. Pero si no encuentras a tus hermanos en el tema, o no eres de compartir, te da igual, porque tu mundo es suficiente para ti.

Lo confirmo, me declaro públicamente friki. Seguiré con mis aficiones y mis mundos particulares y seguiré viendo en bucle series de frikis como The Big Bang Theory, con Sheldon Cooper, friki y físico como yo, aunque sus aficiones sean distintas de las mías y seamos físicos en distintas especialidades, él teórico, yo electrónica.

Ya sabes lo que escribió Marc Twain: cada vez que te encuentres del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. Si te paras a pensarlo, puede que tú también lo declares en voz alta, como yo. Tienes tus propios mundos. Soy un friki. Soy una friki.

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