Polémica

La enigmática Sociedad del Parto Libre: 48 bebés muertos

Hace unos días salieron a la luz las prácticas que promueve esta legión de “ángeles” que apuestan por el nacimiento sin ninguna intervención médico. Resultado: muertes neonatales y fetales, daños encefálicos o hemorragias sin control. ¿Quiénes están detrás?

Mujer embarazada
La Sociedad de Parto Libre propone prescindir de la medicina
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Después de conocer la investigación que publicó recientemente The Guardian, vinculando decenas de muertes fetales y neonatales y otros daños graves en las parturientas y recién nacidos a la llamada Sociedad del Parto Libre o Free Birth Society·(FBS), el desasosiego es creciente, sobre todo por su dimensión en las redes sociales: ¿estamos ante una secta o simplemente un negocio sin escrúpulos?

La FBS promueve el parto en casa sin asistencia profesional. Es decir, sin intervención de obstetras ni matronas, apelando a la “libertad” y el “control sobre el cuerpo”. Incluso las ecografías o cualquier otra atención prenatal son consideradas perjudiciales. La investigación documenta 48 casos de muertes fetales y neonatales y otros daños graves a las madres y a los bebés como consecuencia de sus prácticas arriesgadas.

El trabajo de The Guardian menciona casos como el de Gabrielle López. Le hicieron creer que su parto, en su modesto apartamento situado en un suburbio de Pensilvania, iba bien mientras el cordón umbilical alrededor del cuello del bebé le estaba provocando una asfixia que se prolongó 17 minutos. Intuía que algo estaba pasando, pero en la habitación todo era serenidad, música celestial y palabras reconfortantes. “Eres una reina”, le decían sus tres ángeles particulares.

Secuelas irreversibles

Un equipo médico de comadronas y obstetras habría manejado una situación que, lógicamente, a estas tres mujeres acompañantes se les fue de las manos. Ni siquiera le dejaron al marido solicitar asistencia médica. En aquella habitación no regía más ley que el mantra de la fundadora de la Free Birth Society, Emilee Saldaya: “El parto es seguro y tenéis que confiar en el proceso”. Cuando finalmente Esau -así se llama el niño- fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos pediátricos, era tarde. Había sufrido una encefalopatía hipóxico-isquémica, una lesión cerebral causada por la falta de oxígeno. Hoy, con tres años, Esau convive con una discapacidad grave y se alimenta a través de una sonda.

Es solo uno de los casos que ha recogido la investigación sobre la Sociedad del Parto Libre. Gabrielle fue captada a través de un pódcast de Saldaya que acumula cinco millones de descargas. Esta mujer, nacida en Florida como Emily Benner, heredó de su madre, enfermera obstetra y ginecóloga, el interés por los partos. Trabajó un tiempo como doula, pero, desilusionada con el sistema médico y con la partería convencional, fundó la FBS en torno a 2017.

Cuando conoció a su socia, Yolande Norris-Clark, esta ya era una celebridad del parto libre. Yolande nació en el seno de una familia de clase media alta en el acomodado barrio residencial de Point Grey, en Vancouver. Paradójicamente, igual que en el caso de Saldaya, la medicina estaba presente en su familia. Su abuelo, el profesor John MacKenzie Norris, fue un prestigioso historiador médico y experto mundial en la historia de enfermedades infecciosas como el cólera y la peste.

Hoy la FBS mueve un complejo entramado empresarial en torno a los partos libres de asistencia médica que completa con cursos, retiros, una guía, un festival y otras plataformas donde difunde sus ideas. Su canal de YouTube suma 25 millones de visualizaciones. Es difícil calcular sus ganancias, pero la cifra con la que especula la prensa estadounidense ronda los once millones de dólares. Gabrielle pagó unos 260 euros para unirse a la comunidad privada de pago de FBS The Lighthouse, donde conoció a las tres amigas que la acompañaron en el nacimiento de Esau. Por el parto desembolsó 340 euros. En La guía completa del parto libre, López había aprendido que “el cuerpo de las mujeres no gesta bebés que no podamos parir”.

¿Qué locura es esta?

Para entender la captación de mujeres como Gabrielle y otras tantas parturientas hay que ir a la figura casi mesiánica, carismática y ambiciosa de Saldaya. Su personalidad decidida le ha permitido llevar su extraña sociedad a dimensiones sectarias. Empezó comprando terrenos en Blue Ridge, en Carolina del Norte, con la idea de crear su propio “reino” de mujeres en el que ella aparece como suma sacerdotisa ataviada con una túnica blanca y una corona dorada con forma de rayos de sol. Así es como se presentó en junio de 2021 en la primera edición de su festival El ascenso de la matriarca. En uno de sus vídeos, Saldaya anuncia que está “rompiendo con el condicionamiento de más de 100 años de violencia obstétrica” .

La investigación vincula a FBS con casos graves en Estados Unidos, Canadá, Suiza, Francia, Sudáfrica y Reino Unido. Por lo que relatan las mujeres que confiaron en esta extraña sociedad, las influencers usan estratagemas psicológicas para tomar el control. Exigen obediencia absoluta, de manera que la doctrina de sus líderes no puede ser cuestionada. La presentan como una verdad incontestable. A través de la lectura de su guía, sus vídeos y charlas, consiguen una confianza ciega y el rechazo de aquello que provenga de fuera. Ante cualquier vulnerabilidad, les hacen sentir culpa, miedo y vergüenza. Las madres confiesan que la presión psicológica les lleva a aceptar su discurso del parto libre como algo casi sagrado, una liberación del sistema médico.

Muchas seguidoras llegan al grupo tras experiencias traumáticas en hospitales o con médicos, algo que aprovecha el círculo de la FBS para que desconfíen de la sanidad. Solo el grupo entiende y protege. De este modo, atrae a mujeres con miedos, culpas y traumas de partos anteriores, y usa ese dolor para promover su versión del “parto liberador”. Algunas describen lo vivido como “control mental basado en trauma” y manipulación emocional.

Por sus consecuencias reales, como muertes y daños graves, este tipo de corrientes son algo más grave que una manera alternativa de concebir el nacimiento, aunque lo idealicen como una experiencia casi mística. Los programas de FBS funcionan como una especie de coaching espiritual de alto riesgo, donde el parto se convierte en una vivencia “elevada”, “salvaje” y “auténtica”. Dudar es “tener miedo aprendido” y consultar con un médico es “volver con el opresor”. En sus liturgias, Saldaya aparece como una especie de sacerdotisa capaz de transformar el simple acto biológico del parto en un ritual de “liberación femenina”, pero detrás hay un modelo de negocio muy sofisticado y peligroso.

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