¿Qué es el teatro? ¿Para qué sirve? ¿Sirve para vivir, para reír, para entendernos, para ser felices, para llorar, para morir, para trascender? Hay espectáculos que logran capturar su esencia misma: su capacidad de ser un espacio donde lo imposible sucede, donde los fantasmas cobran vida y la realidad se pliega a la ficción.
El Centro Dramático Nacional presenta La mujer fantasma, el nuevo montaje de T de Teatre, escrito y dirigido por Mariano Tenconi Blanco, una de las voces más reconocidas de la dramaturgia contemporánea en español con obras como Las cautivas, de gran éxito en la temporada pasada en Madrid.
Entre la memoria y la ficción
Cuatro maestras —interpretadas con una química y solidez impecables por Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla y Àgata Roca— son las protagonistas de esta historia, que transcurre a finales de los años 70. Sus vidas transitan entre el cuidado de sus familias, la vocación docente y las desilusiones amorosas, atrapadas en una cotidianidad que parece inquebrantable. Hasta que aparece un fantasma. O quizás, más bien, el eco de un pasado que se resiste a desaparecer.

‘La mujer fantasma’, una obra de Mariano Tenconi y T de Teatre, en el Centro Dramático Nacional
Mariano Tenconi Blanco propone aquí un teatro de la memoria en el que lo extraordinario solo sucede sobre el escenario. Su texto, de una riqueza literaria poco habitual en la escena contemporánea, juega con el lenguaje (hay diarios, cartas, poesías, canciones) y las referencias culturales, y su puesta en escena refuerza la idea de que la ficción es el último bastión de lo sagrado en un mundo dominado por la inmediatez. La estructura metateatral del montaje no solo le otorga un aire de ensoñación y juego, sino que también plantea una reflexión sobre el propio acto de contar historias y sobre el rol del teatro como una suerte de sesión de espiritismo.
Un montaje exquisito y de gran potencia visual
Si el texto de La mujer fantasma es un placer en sí mismo, regodeándose en la “literatura íntima” femenina, la puesta en escena no se queda atrás. La dirección de Tenconi Blanco, que equilibra con precisión lo onírico y lo concreto, se apoya en un diseño escenográfico de Alejandro Andújar que, con pocos elementos, deja volar la imaginación del espectador. Este minimalismo escenográfico es compensado por una iluminación de Jaume Ventura que modela espacios, tiempos y atmósferas con una sutileza que contribuye al juego entre lo tangible y lo ilusorio.
El sonido y la música en directo, compuesta por Ian Shifres e interpretada por Joan Palet y Rafel Plana, que también se mezclan con las intérpretes en la obra, funcionan como un personaje más dentro de la obra. La voz en off de Elisabet Casanovas añade capas narrativas, mientras que la música actúa como un hilo invisible que une lo real y lo fantástico, potenciando la emoción de cada escena. La propuesta sonora, en su conjunto, es una de las grandes virtudes del montaje, otorgándole una dimensión sensorial que lo hace aún más hipnótico.

‘La mujer fantasma’, una obra de Mariano Tenconi y T de Teatre, en el Centro Dramático Nacional, cuenta con música en directo
T de Teatre, en estado de gracia
Uno de los grandes atractivos de esta producción es el regreso de T de Teatre en solitario, algo que no ocurría desde hacía una década. La compañía, eminentemente femenina y con más de treinta años de trayectoria, demuestra una vez más su capacidad para abordar textos exigentes con una maestría que conjuga precisión, frescura y hondura interpretativa. Duch, Pérez, Pla y Roca construyen personajes llenos de matices, moviéndose con soltura entre el humor y la melancolía, la sátira y la ternura. Su complicidad en escena es evidente, y el trabajo de cada una de ellas se potencia en el conjunto, ofreciendo un espectáculo coral de altísimo nivel.
Más allá de su impecable ejecución técnica y dramatúrgica, La mujer fantasma es una obra que deja poso. Su reflexión sobre la memoria, la ficción y el paso del tiempo resuena con fuerza en un espectador que se ve interpelado desde múltiples ángulos. Es un montaje que reivindica la imaginación como herramienta de resistencia y que nos recuerda que el teatro, en su esencia más pura, es ese lugar donde los fantasmas —sean reales o simbólicos— encuentran su voz.
Pero es, además, el lugar donde la represión (externa) y la autorrepresión (autoimpuesta, asimilada o absorbida) encuentran su expresión: “Son cuatro maestras a finales de los años 70, una época muy represiva. Ellas se encuentran en ese borde, en ese cambio de época. A una su marido le ha pedido separarse, otra tiene una madre enferma y se enrolla con su médico, hay una maestra que se siente atraída por la nueva profesora de educación física y una cuarta que padece una enfermedad mental y, al volver de su baja, deciden encargarle el teatro escolar”, ha explicado el director en la rueda de prensa previa al estreno.
Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla y Àgata Roca protagonizan ‘La mujer fantasma’Los fantasmas son, como dice también Alfredo Sanzol, director del Centro Dramático Nacional, primordiales en el teatro. Así, cada uno de los personajes tienen y guardan sus propios fantasmas, además del fantasma real que aparece en la representación teatral escolar. “Cada una de estas maestras persigue a sus fantasmas. Se trata de una comedia, aunque haya momentos conmovedores”, añade Tenconi.
Sin embargo, no se trata de hacer “memoria histórica”: es una forma de abordar un tema interesante bajo una estética distinta a la histórica, como señala el director. “No está completamente delineado ni el lugar ni la fecha, aunque sí es España y parece ser que ‘lo grave’ está terminando y hay un momento de cambio, pero desde luego estas mujeres, que no son tan jóvenes, tienen inscrito ese derrotero vital, ese imaginario por el que han sido educadas para ser profesoras y, de alguna manera, mujeres reprimidas”, explica el creador, que habla del “conflicto interno” y de “la lucha” de sus personajes.
Si uno lo piensa, realmente por el mero hecho de ser actrices y mujeres ya eran revolucionarias. Pero realmente los fantasmas nos darán la pista final de su liberación: libres de ataduras y mandatos represivos, interpretarán un Macbeth solo con mujeres, rozando el tema político, revelando el miedo que le tienen a los críticos y desvelando las decenas de capas de un montaje teatral exquisito, que permite a sus actrices subir y bajar, correr y volver. “Así escribe Mariano. Como actrices, podemos crecer muchísimo en cada actuación”, añaden las intérpretes.
Con este estreno en el Centro Dramático Nacional, La mujer fantasma confirma que T de Teatre sigue siendo una de las compañías más relevantes de la escena contemporánea, y que Mariano Tenconi Blanco es un dramaturgo cuya poética merece ser celebrada. Un montaje delicioso, hipnótico y lleno de inteligencia teatral.