Entrevista / Irene Escolar

“A las mujeres siempre se nos define por el físico, especialmente en el cine”

La actriz Irene Escolar procede de una larga saga de intérpretes. Ahora, forma parte del elenco de una de las series de la temporada, 'Las largas sombras', un thriller emocional sobre un grupo de mujeres cuyas vidas se ven sacudidas por la aparición de unos restos mortales

La actriz Irene Escolar, durante su entrevista con Artículo14 en el contexto de Cooltural Plans
La actriz Irene Escolar, durante su entrevista con Artículo14 en el contexto de Cooltural Plans J. Garciani - Cooltural Plans

La primera vez que la vi actuar fue en El público, de Lorca. Me marcó cómo ponía cuerpo a la palabra, y cómo daba voz al poeta: combinaba la obra con un recital de hora y diez en el que reunía el teatro, los versos y las conferencias sobre literatura del autor. Con Federico, como ella lo llama, empezó cuando tenía sólo 9 años: se lanzó a una gira de dos años, en ocasiones encadenando dos funciones, con Mariana Pineda.

Desde entonces Irene Escolar (Madrid, 1988) ha recorrido mucho camino. El caso de esta actriz madrileña, procedente de familia de actores, es uno de los más emocionantes de la interpretación en España. Ella ha heredado el oficio, pero lo ha hecho suyo y lo ha llevado más allá. Es la sexta generación de una saga de actores que comenzó en el siglo XIX con su tatarabuelo, y de niña ensayaba Romeo y Julieta con su abuela, Irene Gutiérrez Caba. Arropada por su tía Julia y su tío Emilio, preparó su ingreso en la escuela Juilliard con Nuria Espert y creció observando entre bastidores a Amparó Baró.

Sin embargo, esa “herencia familiar” ha supuesto un peso en ocasiones. Siempre sobre las tablas, a sus 35 años Irene Escolar se muestra relajada, dialogante, satisfecha; no sólo siente contento por su carrera, sino que puede llamarla suya. Tras ganar un Goya por Un otoño sin Berlín, el lastre de “actriz solemne” ha quedado atrás junto a presiones e incertidumbres, y ahora busca nuevos desafíos y divertimentos. Y es lo que hace en Las largas sombras, la nueva serie de Disney+ en la que interpreta a una detective seria, durísima, implacable. Artículo14 la ha entrevistado en el contexto de Cooltural Plans, los encuentros que maridan cultura y gastronomía.

Irene Escolar es una de las protagonistas de la serie 'Las largas sombras', de Disney+

Irene Escolar es una de las protagonistas de la serie ‘Las largas sombras’, de Disney+

Se dice de ti: “Irene Escolar, predestinada por herencia”. ¿Ha sido un peso este epíteto en tu vida?

Es muy bonito; es mi familia y es de donde vengo. Hay unos vínculos y una intimidad que es muy difícil de explicar y de compartir. Lo que me pesa es seguir hablando de ello a día de hoy. Entiendo que, por un lado, es algo especial: pertenezco a una familia en la que somos muchas generaciones de intérpretes; por otro, hay algo en mí de querer superar eso. Llevo muchos años dedicándome a la interpretación y tengo ganas de que eso quede un poco de lado, porque quiero valerme por mí misma. Es una dicotomía. Me cuesta encontrar el equilibrio, porque tampoco quiero dejar de hablar de ellos, pero somos muy diferentes, de generaciones distintas, y el peso y el respeto que ellos llevan no quiero que recaiga sobre mí. Todo ha cambiado mucho, también a nivel social. “Heredera de una dinastía” es una frase demasiado grande, que coloca a la gente en una predisposición hacia mí muy compleja. Me ha costado mucho encontrar mi identidad.

Además, llevas trabajando desde los 10 años. ¿Te identificas con eso de que el mejor momento es el presente? Lo mismo con la actuación: ¿el mejor papel es el último?

Esta es una profesión en la que parece que siempre estás empezando de nuevo. Para mí hay mucho valor en las cosas con las que uno ha ido creciendo, y hay momentos muy especiales que me han marcado, proyectos que me han descubierto cosas sobre mí, y que tengo muy presentes. Como es una profesión tan complicada, a veces parece que da un poco igual: si no te lo recuerdas tú y no eres consciente de los retos que ya has vivido, de las cosas que ya has hecho, puede ser un poco difícil tener seguridad en ti misma. No me gusta perder eso de vista, y me recuerdo mis logros.

¿Qué grandes hitos has conseguido, qué grandes dificultades has superado?

Tengo en la memoria grandes logros, pero reconozco que hacer Hermanas, de Pascal Rambert (2018), ha sido una de las más complicadas. Junto a Finlandia (2022), han sido las obras que a nivel teatral han sido más difíciles. Pascal escribe de una manera muy compleja y su forma de abarcar los textos es muy alejado de lo que se hacía en España, y suponía sostener una pieza mucho tiempo en un escenario, con unos textos muy difíciles y una energía muy complicada. Esas dos obras me marcaron mucho. Además, el rodaje de Dime quién soy, que duró ocho meses, fue un gran peso: fue muy difícil para mí sostenerme ahí. Pero lo he superado, lo he podido hacer.

La obra 'Hermanas', de Pascal Rambert

La obra ‘Hermanas’, de Pascal Rambert, protagonizada por Irene Escolar y Bárbara Lennie

Lo último que has hecho es la serie Las largas sombras, que, entre otros temas, habla de cómo el sistema patriarcal afecta a las mujeres. ¿Cómo ha sido el rodaje, siendo todo mujeres?

La serie habla de cómo operan los traumas y cómo se articula el sistema patriarcal. Se habla de abusos, de la ausencia de la figura paterna, de opresión… es necesario poner el foco en estos asuntos. Pero es un debate muy complejo, porque no creo que se trate únicamente del género, sino de la generación. Lo pongo delante de amigas que se dedican a esto y tampoco llegamos a una conclusión muy clara. Evidentemente el género afecta, pero también creo que generacionalmente está habiendo un cambio: se tienen en cuenta cosas que antes no importaban, e incluso las mujeres están adoptando otro tipo de comportamientos en relación a su edad. ¿A qué se debe el abuso de poder? No me gusta generalizar, sino intentar entender. Hay algo de privilegio evidente en los hombres, y eso ya lo sabemos, pero no me gusta reducirlo al género. He visto abusos de poder de otra manera, ejercidos por mujeres; he visto a mujeres imitando a hombres en su ejercicio del poder… Las cosas se perpetúan, y es normal, porque copias lo que ves. Lo que hay que repensar es la forma de ejercer el poder. Da igual al género al que pertenezcas.

¿Ha cambiado ese modelo? ¿Las mujeres dirigen ahora de forma diferente?

Es interesante ver la evolución. Me leí Mujeres y poder, de Mary Beard, cuando hice Un enemigo del pueblo, donde interpretaba al alcalde: yo hacía de hombre, era el villano. Y era una mujer ejerciendo este tipo de poder. Fue muy interesante para mí repensar todo el ejercicio del poder: me forzaba a ser más violenta, empleaba la voz grave… Eso es lo que refleja el libro de Mary Beard, de las mujeres que han ejercido el poder históricamente y cómo lo han hecho, como Margaret Thatcher: masculinizándose.

Irene Escolar, durante su entrevista con Artículo14, en el contexto de Cooltural Plans

Irene Escolar, durante su entrevista con Artículo14, en el contexto de Cooltural Plans

¿Es difícil hacer un personaje antipático?

A mí me gusta muchísimo. Me gusta mucho hacer de la mala. En esta serie soy muy chula, y es más divertido que hacer de chica dulce o esos personajes que se suelen escribir para los personajes femeninos. Los rasgos caracteriales de mi personaje se atribuyen generalmente a personajes masculinos: borde, chula, que ocupa el espacio, que cae mal… Es el personaje que he hecho que más se aleja de mí. El trabajo fue muy intenso, y de hecho Itsaso Arana me ayudó mucho: quería divertirme, buscar otros registros e investigar, por lo que trabajé mucho la corporalidad, el movimiento. Entrenaba y hacía flexiones antes de rodar para encontrar la violencia dentro de mí.

¿Crees que siguen siendo diferentes los papeles que se escriben para hombres que los que se piensan para mujeres?

Cuando era joven me encantaba ver los trabajos que hacían los hombres. Me dio muy fuerte por Al Pacino o Philippe Seymour Hoffman. Los personajes más complejos, los más guays y divertidos, eran siempre los papeles de los hombres. Hacían cosas mucho más arriesgadas y difíciles. En cambio el papel de las mujeres es siempre el de acompañar y ser complaciente, y además está siempre definida por sus rasgos físicos. definidas por sus rasgos físicos. A las mujeres siempre se nos define por el físico, especialmente en el cine. Esto ha empezado a cambiar hace muy poco tiempo.

Precisamente el cine “hecho por mujeres” atraviesa un momento dulce: lo pequeño, lo íntimo, lo familiar… ha dado el salto a la gran pantalla. Como lo que hace Itsaso Arana…

Se ha hablado muchísimo de la competitividad entre las mujeres. Ha habido un cierto empeño  en hacernos competir: por el trabajo, por la atención, por los hombres… Pero no se ha hablado de nuestra amistad, de cómo nos acompañamos y nos apoyamos. En ese sentido, Las chicas están bien, de Itsaso Arana, parte de un lugar de muchísima vulnerabilidad y desde una perspectiva necesaria y diferente: son mujeres compartiendo, abriéndose, siendo ellas mismas. Es bonito cómo Bárbara Lennie y yo tenemos prejuicios sobre las más pequeñas pero luego todo eso se va dulcificando, porque descubrimos lo que ellas nos enseñan; hay un intercambio entre mujeres. Y eso es lo que rompe el mito. Creo que no nos ayudan para nada los clichés sobre la masculinidad y la feminidad.

'Las chicas están bien', dirigida por Itsaso Arana

‘Las chicas están bien’, dirigida por Itsaso Arana

El cine naturalista de Itsaso Arana tiene un pie bien anclado en lo teatral. ¿Qué clima se crea en un rodaje como ese?

Ella nos hizo un regalo a cada una: nos escribió un papel a medida. Ella es actriz, pero nos regaló a todas unos personajes preciosos, una película deliciosa en la que ella daba un paso atrás: se apartó para que nosotras brilláramos. Nosotras le dimos todo lo que pudimos, pero ella nos regaló su talento. Nos abrazó, cuidó y sostuvo; eso es algo que sucede muy raramente en un rodaje. Tenemos mucho que aprender de ella, porque ese tipo de generosidad es muy poco habitual. Para mí es muy esperanzador y me da mucha fe dentro de esta profesión tan complicada y tan injusta a veces.

A pesar de tu trayectoria, ¿acarreas contigo la inseguridad propia de la profesión?

Sí, de verdad. Nunca sabes cuál va a ser tu próximo trabajo… Además, las cosas están cambiando mucho y es difícil entender cuáles son los parámetros según los que se toman ciertas decisiones.

¿Ser actriz es lo que te imaginabas?

No lo sé. Cuando tienes la posibilidad de ejercer tu trabajo, es extraordinario. Me encanta rodar, pero cuando hago teatro, cuando estoy sobre un escenario, se produce en mí una eclosión interna, una conexión profunda con el público que da sentido a todo lo que hago. Actuar es una forma de sanar; es una pulsión muy fuerte que me mantiene con vida. Sin embargo, es una profesión muy dura: es difícil ganarse la vida en la interpretación, es muy precaria. Solo el 7 % de los actores gana más de 30.000 euros al año, y muchos viven por debajo del umbral de la pobreza. Le hacemos un flaco favor a las generaciones que vienen no contándoles la verdad. Yo soy consciente de que soy una privilegiada.

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