El mundo del tenis es cada vez más tendente a una desbordante juventud que va camino de acelerar los procesos de un cambio generacional muy esperado. En categoría masculina es muy remarcable, con el fin del dominio aplastante del ‘Big Three’ formado por Rafa Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer, que han dejado paso a Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, los nuevos ‘capos’ de la ATP. Esta circunstancia es similar en el tenis femenino, aunque es cierto que las principales raquetas WTA como son Iga Swiatek y Aryna Sabalenka están en una parte intermedia de su carrera, pero si que están encontrando cada vez rivales más jóvenes.
El primer ejemplo que se nos viene a la cabeza es claro, Mirra Andreeva, quien a sus apenas 18 años recién cumplidos ya tiene un hueco en la élite, habiendo pisado semifinales de Grand Slam y ganado varios WTA 1000. O una que se nos puede escapar porque lleva años en la élite pese a sumar solo 21, Coco Gauff. La de Atlanta acaba de ganar su segundo grande y puede marcar una época. Sin embargo, hay algunos ejemplos más que, siguiendo un proceso más lógico de desarrollo, están empezando a hacerse un nombre.
Maya Joint, el futuro que viene de las antípodas
Una de ellas es Maya Joint, una australiana de 19 años con todo el potencial del mundo y que empieza a dejarse ver entre las mejores.La joven ‘aussie’ está cada vez más asentada en el circuito, donde ocupa el puesto 51 del ranking y quiere seguir mejorando. Pese a tener como superficie predilecta la pista dura, en arcilla y hierba se maneja también muy bien, lo que habla de lo completo de su juego. Aún no ha tenido grandes éxitos como las mencionadas compañeras de generación, sin embargo, por tenis y por potencial, puede llegar a ese nivel en cuento haga el tan necesario ‘click’ que le permita pelear de tú a tú con ellas.

Un 2025 que quedará en el recuerdo
Este 2025 va quedarse para siempre como el año en el que Joint se hizo un hueco en el circuito WTA. Pese a su edad y a la falta clara de experiencia, hace unas semanas que logró un hito muy importante para su carrera al ganar su primer torneo de la máxima categoría del tenis femenino mundial al levantar en Rabat el WTA 250 de la capital marroquí. Ganando a rivales de la categoría de Ann Li o de Jacqueline Cristian, a la que superó en la final. Este entorchado le permitió ascender muchos puestos en el ranking y quedarse a las puertas del top 50, una posición en la que probablemente esté muy poco, pues su techo es aún más alto.
No solo triunfó en categoría individual, pues en este mismo torneo estrenó también su casillero en dobles junto a la georgiana Oksana Kaláshnikova. No obstante, un esfuerzo tan grande le hizo luego ser muy vulnerable en Roland Garros, donde llegaba crecida pero sin descanso. Y esa fatiga fue la culpable de que su compatriota Alja Tomljanovic, a la que había superado en las semifinales en Marruecos, la apeara en su estreno tras solo dos sets. Además en dobles no le fueron mucho mejor las cosas y se quedó en la segunda ronda. Aunque eso sí, con su edad va a tener muchas más oportunidades.