El 4 de diciembre de 2025, en una reunión en Ginebra de la Unión Europea de Radiodifusión (EBU), se rechazó una votación específica sobre la exclusión de Israel. Y, como resultado, este atormentado país participará en Eurovisión, mientras otros con gobiernos antiisraelíes (más bien antisemitas) no lo harán. Perfecto. No le dediquemos ni un minuto más. Mucho mejor que concurra Israel que esta España secuestrada por un gobierno de extrema izquierda a la deriva. El valor simbólico de una presencia u otra es incomparable.
Sí, porque el antisemitismo está golpeando el corazón de Europa. Y esto se refleja a todos los niveles. A pesar de casos gravísimos como ataques y atentados en sinagogas, escuelas o a civiles, no dejemos de prestar atención a hechos que, no por ser más cotidianos y “micro”, hay que dejarlos pasar. Hace unos días, Mishel Gerzig, una modelo israelí de 28 años, casada con el futbolista Thibaut Courtois (portero del Real Madrid) reveló en una entrevista con el medio israelí Ynet que le retiraron la invitación a un evento en España en el último minuto por ser ella israelí y haber servido como oficial en la Marina como tantos otros jóvenes. No ha sido algo de lo que se hayan escondido ni ella ni su marido, así que el resultado ha sido una pérdida de seguidores para ambos. En el caso que ha denunciado, se trataba de un evento al que, en el último momento, le pidieron que no asistiera “para no provocar o molestar a nadie”. Para ella eso es una expresión más de ese antisemitismo y discriminación que vienen notando judíos e israelís desde el 7 de octubre de 2023, cuando terroristas islamistas infiltrados de Gaza produjeron la espantosa matanza en suelo israelí que provocó la guerra. Gerzig piensa que le ha costado oportunidades laborales.
En otro ámbito profesional, otra mujer ha sido cancelada por el antisemitismo institucional. Laura Miró Bonnín es doctora en Historia por la Universidad de las Islas Baleares. Nacida en Palma en 1992, es una investigadora especializada en la historia de los chuetas (descendientes de judíos conversos en Mallorca) y el antisemitismo. Ha publicado varios libros sobre el tema y escribe artículos de opinión en medios como E-Notícies. A principios de diciembre de 2025, cuenta, la Obra Cultural Balear (OCB) de Manacor, una entidad cultural separatista balear, le canceló abruptamente una conferencia sobre un tema histórico y académico, no político, que iba a impartir con el título “L’antisemitisme contemporani a Mallorca i les seves repercussions en la comunitat xueta”. La cancelación se debió a presiones de grupos radicales de la izquierda independentista y propalestinos como Arran Mallorca (grupo juvenil de la CUP) y Ciudadanos por Palestina. Miró se enteró por las redes sociales, no por una llamada directa, lo que la dejó “devastada” y sin explicación. La Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) denunció la censura evidente y exigió explicaciones, recibiendo una respuesta evasiva de la OCB.
Esto se enmarca en el mismo patrón de cancel culture contra voces judías o pro-Israel en España similar a la de Gerzig. Porque estas agresiones también las viven los ciudadanos judíos o israelís de Europa en su día a día profesional. Por eso no hay que cejar en la batalla contra ese sesgo antisemita que llevó a que diversos países con gobiernos de izquierda radical se plantearan echar a Israel de Eurovisión. No lo han conseguido y es un hito importante ante un retroceso cultural que revive patrones de discriminación, priorizando, en este caso, la unidad artística sobre la geopolítica. Eurovisión: quedarnos fuera es un precio muy soportable.



