Txapote, Josu Ternera o Francisco Mujika, alias Pakito, son nombres que la conciencia española contemporánea jamás borrará. Pero, ¿y Anboto, La Tigresa o Amaia? ¿Se podría decir que estos nombres resuenan tanto? Las tres, al igual que los primeramente mencionados, fueron altos o importantes miembros dentro de la banda terrorista ETA y sus funciones fueron determinantes a la hora de asesinar, atentar y destrozar vidas.
ETA ha regresado de nuevo al primer plano en el sprint final de la campaña de las elecciones vascas porque el candidato a lehendakari de EH Billdu, Pello Otxandiano, ha evitado en las últimas considerar a la banda como grupo terrorista. “Fue un grupo armado. Hay diferentes puntos de vista. ¿Qué es terrorismo hoy en día?“, se limitó a preguntarse en una entrevista en Hora 25, de la cadena Ser.
En esta misma línea de divagar al respecto, Otxandiano prosiguió: “Podemos discutir sobre las consideraciones en torno al terrorismo, qué es terrorismo y qué no es terrorismo”. El dirigente de Bildu huyó definitivamente del asunto y remató: “Me parece que más allá de eso la cuestión principal es diagnosticar en términos políticos cómo se superan los conflictos políticos. Creo que en este país hemos avanzado muchísimo”.
Quizá con esos avances a lo que se refiere es al desconocimiento de las nuevas generaciones de los años en que ETA abría con una frecuencia casi diaria los telediarios con su actividad armada. Una reciente encuesta realizada por GAD3 en 2020 desvelaba que un alto porcentaje personas menores de 35 años no conocían quienes fueron Lasa y Zabala o Miguel Ángel Blanco. Un factor que, cuatro años después, sigue sin resonar en las conciencias vascas, las cuales presencian una de las campañas más trascendentes en la historia democrática.
María Soledad Iparraguirre, ‘Anboto’
Anboto vivió desde muy joven el ambiente que rodeó a ETA. En 1981, con solo 20 años, fue detenida en una redada al caserío Ángel de la Guarda, lugar donde la policía encontró 3.000 kilos de explosivos. La terrorista fue rápidamente puesta en libertad y huyó a Francia para regresar a España en 1985, ya formando parte del comando Álava.
Precisamente en ese año intentó cometer uno de sus atentados más renombrados: el de Mendizorroza, cuyo objetivo era la policía. Sin embargo, no fue hasta 2022 cuando se determinó que ella fue quien condujo y colocó una furgoneta con explosivos en el parking del estadio en Álava, los cuales no llegaron a explotar. Por ello fue condenada a 425 años de prisión.
Conocida como Marisol hasta mediados de los 90, pasó a ser la gestora financiera durante la jefatura de Mikel Antza, su pareja. Su principal labor durante aquel periodo consistió en llevar a cabo extorsiones a empresarios para cobrar el llamado impuesto revolucionario. También se encargó de liderar a los diferentes comandos entre 1994 y 1998, además de adoctrinar, señalar los objetivos y proveer con armas a los terroristas de recién ingreso.
Actualmente, con casi 794 años de cárcel impuestos, cumple condena en Álava y su rostro vuelve a dibujarse en las mentes españolas después de que el juez Manuel García Castellón la haya citado a declarar el próximo 19 de abril como presunta partícipe en el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Idoia López, ‘La Tigresa’
Como miembro del comando Madrid fue la responsable material del atentado perpetrado en la plaza de República Dominicana (Madrid) en 1987. Con él asesinó a 12 guardias civiles. Junto a esta docena, López cometió otros 10, cuyas penas sumaron más de 2.000 años de prisión.
En 1994 fue detenida en el sudeste de Francia y posteriormente encarcelada. En 2001 llegó extraditada a España. Su nombre volvió a resonar en 2010, momento en el que se acogió a la vía Nanclares.
Aquel proyecto permitió a exmiembros de la banda terrorista gozar de beneficios penitenciarios si ‘expiaban’ sus delitos y dejaban atrás cualquier vínculo con el terror. Un movimiento que chocó con su irredenta postura mostrada durante años atrás con respecto a los actos terroristas. Tanto fue así, que el colectivo de presos de ETA la expulsó oficialmente de la banda.
Ya en junio de 2017, algo más de 30 años después de ser uno de los rostros más temidos de ETA y de estar 23 años en prisión, quedaba libre de cualquier responsabilidad penal.
Irantzu Gallastegi, ‘Amaia’
Cuando se recuerdan todas las imágenes ligadas a Miguel Ángel Blanco, inevitablemente salen las caras de sus asesinos. Una constante formada, principalmente, por dos personas, Txapote y Amaia, sentados detrás de un cristal o negándose a declarar en un juzgado.
Pero la historia de Gallastegi en la banda terrorista empezó meses atrás. Era 1996 cuando el socialista Fernando Múgica fue asesinado por ETA. La Audiencia Nacional determinó su participación en dicho atentado.
Su actividad en el comando Donosti la llevó a ser partícipe en el asesinato del concejal del PP en julio de 1997. Nueve años más tarde la sentenciaron a cinco décadas de prisión por ser la autora material del secuestro.
Estos son sus casos más renombrados, pero, a día de hoy, Amaia lleva 13 asesinados consigo. Incluso ahora, ya encarcelada en una prisión vasca desde 2023, está siendo juzgada por su posible implicación en el asesinato del también concejal popular Manuel Zamarreño en 1998.