Que la idea de la independencia de Cataluña tenía cada vez menos adeptos se sabía desde hace bastante tiempo porque así lo reflejaba, encuesta tras encuesta, el Centro de Estudios y Opinión (CEO) de la Generalitat. El auge del procés en el año 2017 dio paso, primero al colapso del proyecto, y luego a un continuo desgaste que culminó este domingo con unas elecciones autonómicas que han despojado abruptamente al independentismo de su mayoría parlamentaria.
Por primera vez en los últimos 45 años, no habrá en el Parlament de Cataluña ni una mayoría nacionalista ni una mayoría independentista. Y será así con bastante claridad, puesto que las formaciones soberanistas han caído 13 escaños. Tenían 74 diputados y ahora tendrán únicamente 61 (35 de Junts, 20 de ERC, 4 de la CUP y 2 de Aliança Catalana). O, lo que es lo mismo, las fuerzas constitucionalistas serán ahora quienes sumen 74 parlamentarios (42 del PSC, 15 del PP, 11 de Vox y 6 de los Comuns).
Para explicar el rotundo retroceso que han experimentado las formaciones independentistas hay que fijarse en ERC, que ha perdido 13 escaños (de 33 a 20) y unos 180.000 votos a pesar de que la participación electoral ha subido en estas elecciones (como era de esperar, ya que en los comicios de 2021 todavía se arrastraba la pandemia del covid-19). Pero no solo Esquerra ha experimentado un revés; también lo ha hecho la CUP, que ha caído 5 diputados (de 9 a 4) y se ha dejado por el camino unos 60.000 votos.
El papel de Junts y de Puigdemont
El único partido independentista que tiene algo que celebrar no tiene, en realidad, nada que celebrar. Se trata de Junts, que recupera votos (+100.000) y escaños (+3), pero no puede liderar el gobierno catalán de ninguna manera. Sí que podrá liderar el bloque independentista, pero prácticamente se queda sin balas en la recámara. Prometió su líder, Carles Puigdemont, que se retiraría de la política activa si no era escogido presidente de la Generalitat. Y no lo será. Pero falta por ver ahora si se trataba de una promesa al viento (otra más) o si, por el contrario, Junts se ve obligada a realizar algún tipo de relevo político.
Hay otra formación separatista que tiene algo que celebrar: Aliança Catalana, la organización ultra que ha fundamentado su discurso en la islamofobia pero que también ha hecho bandera de una Cataluña catalana, de una Cataluña con una sola lengua oficial y con una sola obediencia, el pueblo autóctono. La formación ultra se lleva 2 diputados perfectamente inútiles para articular mayorías, pero consiguen voz en el Parlament.
¿El hito de la amnistía?
El varapalo sufrido por el independentismo en su conjunto deja un sinfín de cuestiones en el aire. Una primera es si el proyecto ha perdido buena parte de su credibilidad y, por tanto, debe ser reformulado de arriba a abajo. Una segunda está relacionada con sus hitos recientes, en concreto con el de haber forzado al gobierno de Pedro Sánchez a impulsar la ley de Amnistía. ¿Era eso lo que esperaba su electorado? ¿Las alianzas con el PSOE son contraproducentes para sus simpatizantes?
Y una tercera tiene que ver con la propia identidad de la formación que ahora mismo lidera el espacio, que es una Junts que está recuperando los rasgos convergentes. No solo porque Jordi Pujol y Artur Mas han pedido el voto para ellos, sino también porque ha reactivado las propuestas económicas para negociar con el Gobierno.