Carlos González, reconocido pediatra y uno de los principales divulgadores en materia de crianza respetuosa, ha compartido un mensaje que interpela directamente a padres y madres: “Disfrutad más de vuestros hijos y reñidles menos”. Una frase que resume su propuesta educativa basada en la empatía, el afecto y la comunicación sin violencia.
A través de su podcast Criando sin miedo, el médico pone sobre la mesa una reflexión que no pierde vigencia: ¿por qué tratamos a nuestros hijos de forma más dura que a otros niños?. En su opinión, muchos de los conflictos cotidianos entre progenitores e hijos podrían evitarse si se apostara por una relación más cercana, más afectuosa y menos centrada en la corrección constante.
Educar con firmeza, pero sin dureza
Carlos González deja claro que abogar por un trato amable no significa caer en el permisivismo. “No estoy diciendo que los niños puedan hacer lo que quieran o que no debamos poner límites”, puntualiza. “Está claro que hay comportamientos que debemos corregir: no saltar sobre el sofá, no agredir a otros niños, no meterse lápices en la nariz…”.
La clave, sostiene, no está en qué se dice, sino en cómo se dice. El tono, la actitud y la intención pueden transformar por completo la experiencia de educar. “No hace falta levantar la voz para transmitir un límite. Basta con explicar las cosas con calma y respeto”, afirma el pediatra.
El ejemplo cotidiano que lo dice todo
Para ilustrar su postura, González plantea una escena sencilla y familiar: un amigo de ocho años viene a casa y pone los pies sobre el sofá. “¿Qué haríamos en ese caso?”, pregunta. “Seguramente le diríamos, sin enfadarnos: ‘Cariño, por favor, no pongas los pies en el sofá’. O: ‘Antes de poner los pies, quítate los zapatos para no ensuciarlo’”.
Entonces lanza la cuestión esencial: ¿por qué no actuamos igual con nuestros propios hijos?. Para él, la respuesta está en la confianza mal entendida: “A veces sentimos que tenemos permiso para tratar a nuestros hijos con más dureza porque son ‘nuestros’. Pero eso no lo justifica. Ni siquiera pido que los tratemos como a un adulto, me bastaría con que los tratáramos como a cualquier niño que no fuera hijo nuestro”.
Reñir más no es educar mejor
A quienes temen que este enfoque pueda ser poco firme o ineficaz, González responde con convicción: “Reñir menos no significa dejar de educar. Significa educar de una forma más empática, más humana… y en realidad, más efectiva”. Para el pediatra, la crianza respetuosa no solo mejora la relación familiar, sino que también facilita que los niños aprendan de verdad y no simplemente obedezcan por miedo.
Este enfoque, cada vez más valorado por familias y profesionales, propone un cambio de paradigma: menos castigos, más conexión emocional. Y en un mundo donde muchas veces el estrés domina el día a día, González recuerda que disfrutar de los hijos no es solo una opción recomendable: es una necesidad vital tanto para ellos como para sus padres.