Asesinato en Pozuelo

Asesinato en el colegio: un entorno blindado y silencioso

La consigna del Colegio Americano de máxima discreción es clara. En paralelo, la familia del abogado ucraniano calla, incluso, ante la Policía Nacional

Trabajadores de la funeraria trasladan a un furgón el cuerpo sin vida de Andréi Portnov
EFE/ Borja Sanchez-Trillo

Nueve horas exactas duró el dispositivo policial a las puertas del Colegio Americano, que hoy reabre con la resaca del crimen ocurrido a apenas cuarenta metros de la entrada, donde Andriy Portnov cayó fulmimado, bocabajo y sin vida sobre la acera, junto a su Mercedes negro de cristales tintados. El tiro de gracia lo recibió en la nuca. Sus hijas acababan de entrar en clase, como los cerca de mil alumnos de este centro de élite a las afueras de Madrid.

“Mamá, qué fuerte”. Una menor de doce años salía con ojos llorosos, seguida de otros dos, cobijados por el arrope de su madre y cubiertos con cazadoras. Recogidos la mayoría antes de tiempo por unos padres apresurados. “Entiéndeme, han sido unas horas horribles”, se excusaban con la preocupación marcada en el gesto. “¿Puedo llevarme ya mi coche?”, preguntaban a los agentes. El cordón policial no se levantó hasta que el operario de limpieza dejó la acera impoluta, sin una marca de sangre.

Cinco vainas recogidas en el suelo por la Policía Científica, al menos tres impactos contados por Emergencias y una primera descripción de los ejecutores: dos o tres hombres, uno de ellos a cara descubierta, vestido de negro y huidos a pie. Ni en moto ni en coche, aclararon fuentes policiales. Se fueron corriendo por una arboleda cercana, campo a través. Sobre el terreno, la Unidad de Caballería de la Policía Nacional. Sobrevolando toda la zona, drones y helicópteros. En total, 75 agentes desplegados. El último coche patrulla se levantó por la tarde, al paso de los últimos alumnos que asistieron a extraescolares.

Ley del silencio

“Nos han pedido expresamente que no hablemos con la prensa”. La consigna a las familias desde el centro ha sido clara: ni una palabra de las hijas de Portnov. Según ha podido saber Artículo14, a sus 52 años tenía seis hijos. Varvara y Uliana, de 12 y 10 años, que iban con su padre en el coche minutos antes de que fuese tiroteado. Los agentes sacaron sus abrigos del maletero del Mercedes negro, antes de que se lo llevara la grúa tras el levantamiento del cadáver. Con el cuerpo en el Anatómico Forense, los investigadores del Grupo V de Homicidios de la Policía Nacional de Madrid se han acercado, sin éxito, al
entorno del que fuera uno de los hombres de confianza del expresidente ucraniano Viktor Yanukovich. Al parecer, su mujer Anastasia Valyaeva no está siendo muy colaboradora.

Los asesinos conocían los hábitos de Portnov. Desde a qué hora dejaba a sus hijas en el colegio que le quedaba a 20 minutos del domicilio familiar, hasta el hecho de que, pese a ser una figura con marcada ascendencia política, no llevaba escolta ni ningún tipo de protección. De hecho, iba vestido de manera informal: bermudas, camiseta y deportivas blancas.

Pocos testigos

La mayoría de los niños ya estaban a esa hora en el centro escolar, salvo algún rezagado, como la menor con la que los agentes hablaron in situ, con los biombos recién colocados que impedían la visión del cuerpo yacente. Pocos testigos. Corredores matutinos y algún vecino que paseaba a los perros. El bloque de viviendas más cercano queda a medio kilómetro. “Nos pareció el sonido de unas obras. Ni nos inmutamos hasta escuchar las sirenas”, reconocen. Enfrente del colegio, una joven aún dormía en la residencia de estudiantes: “Al instante descarté que fueran petardos. Soy valenciana”, precisaba ante los micrófonos, que encontraban pocas voces aparte de la suya.

Al margen de los testigos, queda la revisión de las cámaras de videovigilancia. “Se han llevado las del centro comercial”, apuntaban los empleados que se aproximaban curiosos hasta el cordón policial. Les queda al otro lado de la carretera, pero en una zona de salida de Pozuelo de Alarcón, con lo que es también una de las posibles vías de escape de los asesinos de Andriy Portnov. No es una operación jaula, aclaran una vez más los investigadores, entre los que comanda la Brigada de Información. Es una operación policial, contrarreloj como todas, que al cierre de esta crónica aún está sin bautizar.

TAGS DE ESTA NOTICIA