Diana no existe. Su nombre es ficticio, pero podría ser cualquiera de las más de cinco millones de adolescentes y jóvenes que viven hoy en España. Tiene 19 años y, como muchas de su generación, aprende a querer en tiempos de pantallas. Se informa en redes, estudia con la ayuda de la inteligencia artificial y mantiene relaciones donde la confianza convive con el miedo al control.
No es una sensación aislada. Jóvenes de entre 12 y 16 años, temen que sus imágenes sean utilizadas para crear contenido sexual falso mediante IA (un 84%). En el caso de los chicos, la cifra se sitúa en el 76 por ciento. “Es como si todo lo que haces en internet pudiera usarse en tu contra, incluso, lo más inocente”, dice Diana, que en realidad pone voz a las preocupaciones de toda una generación.
Entre la confianza y el control
El Barómetro Juventud y Género 2023 del Centro Reina Sofía de Fad Juventud revela que revisar el móvil de la pareja o querer saber dónde está en todo momento se ha convertido en una conducta muy extendida. Un 45 % de los jóvenes reconoce haber vivido este tipo de control.
Sin embargo, una parte significativa de ellos no lo percibe como violencia. De hecho, uno de cada tres jóvenes de entre 16 y 18 años no considera que revisar el teléfono de la pareja sea violencia de género.
Al mismo tiempo, el 87 % de los encuestados admite haber visto actitudes machistas en su entorno, aunque un 30 % cree que la violencia de género “es inevitable porque siempre ha existido”.
La importancia de la salud mental
El amor adolescente tampoco puede separarse de la salud mental. El informe de Plan Internacional muestra que el 15 % de las chicas asegura tener problemas psicológicos, el doble que los chicos. Casi cuatro de cada diez han sufrido ataques de ansiedad o pánico, y más de una cuarta parte declara haber vivido episodios de depresión.
La presión estética añade otra capa. Siete de cada diez jóvenes afirman haber recibido críticas por su aspecto físico y un tercio estaría dispuesto a someterse a cirugía estética para cambiar alguna parte de su cuerpo. El peso de las redes es evidente: casi la mitad de ellos se compara habitualmente con los cuerpos idealizados que circulan en internet.
El teléfono móvil es otra pieza central en esta radiografía. El 10 % de los adolescentes admite haberse vuelto adicto al móvil, a las redes sociales o incluso a la inteligencia artificial. Las chicas, en particular, muestran más preocupación: el 68 % teme desarrollar una dependencia de la IA, frente al 61 % de los chicos.
Diana reconoce que a menudo se acuesta con el móvil en la mano y lo primero que hace al despertar es revisar notificaciones. “Si no contesto rápido, parece que estoy fallando a mis amigos o a mi pareja”, confiesa.
El mismo estudio de Plan Internacional revela una brecha en la manera de percibir los riesgos: mientras que las chicas se preocupan sobre todo por el mal uso de sus imágenes, tres de cada cuatro chicos temen ser acusados injustamente de acoso o violencia de género.
La desconfianza atraviesa ambas miradas. Sólo la mitad de los jóvenes considera inaceptable revisar el móvil de la pareja, y más de siete de cada diez cree que la política no representa sus intereses.
La educación como pilar
Los expertos coinciden en que la educación es clave. Stribor Kuric, sociólogo y coautor del Barómetro Juventud y Género 2023, lo resume así: “Los discursos extremistas, aunque minoritarios, acaban calando en el imaginario colectivo”.
Por eso, el 51 % de los encuestados considera necesario incluir en la escuela una asignatura específica sobre sensibilización frente a la violencia de género. También hay consenso sobre medidas de control parental: un 70 % las apoya para limitar riesgos en la navegación digital.
Del manual a la realidad
Artículo14 publica también un manual de la pareja ideal para los más jóvenes con consejos prácticos para construir relaciones sanas y respetuosas. Hoy, los datos demuestran que no es sólo cuestión de teoría: es una urgencia.
Diana, aunque sea un nombre inventado, representa a una generación que quiere amar, pero que convive con los algoritmos, los filtros y el control digital. Su desafío no es menor: aprender a cuidar los vínculos en un entorno que a menudo los distorsiona. Porque al final, más allá de cifras y porcentajes, lo que está en juego es la misma aspiración de siempre: poder amar sin miedo.
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.