La historia de Showgirls (1995) se ha contado mil veces en Hollywood. Un desastre crítico y comercial que, con el paso de los años, terminó convertido en película de culto, reivindicada desde la ironía y, quizá también, desde el análisis serio. Desde luego, la cinta ya no necesita defensa. Quien sí la necesitó durante mucho tiempo fue Elizabeth Berkley, la actriz que pagó casi en solitario el precio de aquel fracaso.
El golpe que casi termina con Elizabeth Berkley
Cuando Showgirls se estrenó, Elizabeth Berkley tenía solo 21 años. Venía de ser un rostro popular gracias a Salvados por la campana y había apostado todo a una película que prometía convertirla en estrella adulta. Showgirls parecía la oportunidad perfecta: el director Paul Verhoeven, el guionista Joe Eszterhas y el recuerdo aún caliente del éxito de Instinto Básico.
Elizabeth Berkley lo tuvo claro desde el primer momento. Cuando se presentó al casting, dijo sin rodeos que ella era Nomi Malone, la protagonista. Y así fue. Lo que no podía prever es que Showgirls iba a convertirse en un fenómeno de rechazo casi cruel. Ni que Berkley sería el blanco principal de esa violencia crítica.

Las críticas fueron demoledoras. Muchas de ellas se centraron exclusivamente en Elizabeth Berkley. Se habló de sobreactuación, de histeria, de exceso. Se olvidó algo esencial: ese exceso formaba parte del diseño del personaje y del universo de Showgirls. Sin embargo, Hollywood necesitaba un chivo expiatorio. Y Berkley era joven, mujer y debutante en un papel adulto. La víctima perfecta.
‘Showgirls’, la sátira que llegó demasiado pronto
Con los años, Showgirls ha sido reinterpretada como una sátira feroz del sueño americano, del capitalismo sexual y de la industria del espectáculo. Hoy se estudia, se reivindica y se proyecta en ciclos de cine de culto. Pero en 1995 nadie quiso leerla así. Y Elizabeth Berkley pagó ese error colectivo.
Mientras la cinta empezaba su segunda vida en videoclubs y sesiones nocturnas, la carrera de Elizabeth Berkley se congelaba. Ganó dos premios Razzie, perdió a su agencia y pasó años escuchando cómo Showgirls definía toda su identidad profesional. Se convirtió en un chiste antes de haber tenido tiempo de ser otra cosa.
A diferencia de Verhoeven o Eszterhas, que siguieron trabajando como si nada hubiera pasado, Elizabeth Berkley se quedó sola. Nadie dio la cara por ella cuando Showgirls se hundió. Nadie explicó que aquella interpretación seguía indicaciones precisas. El silencio fue casi tan doloroso como las críticas.
La lenta reconstrucción de Elizabeth Berkley
Tras Showgirls, Elizabeth Berkley encadenó papeles pequeños en cine y televisión. Intentó alejarse de Nomi Malone, incluso físicamente. Pero seguía persiguiéndola. Cada entrevista, cada casting y cada conversación volvía al mismo punto.

Con el tiempo, Elizabeth Berkley empezó a aceptar lo ocurrido. Poco a poco, Showgirls dejó de ser un tabú. Cuando el siglo XXI empezó a reivindicar la película, Berkley aún no estaba preparada del todo. Fue en 2015, veinte años después, cuando regresó públicamente con una proyección especial. Allí habló del dolor, pero también de la fortaleza que había encontrado.
Ese mismo año, Paul Verhoeven reconoció que Showgirls había arruinado la carrera de Elizabeth Berkley y asumió su responsabilidad. Llegaba tarde, pero llegaba. El daño, no obstante, ya estaba hecho. Otro juguete roto de Hollywood.

