“La última palabra de Marta: 78” no es solo un libro. Es un golpe encima de la mesa. Una exigencia de justicia. Un grito ahogado que, dieciséis años después de la desaparición de Marta del Castillo, vuelve con más fuerza que nunca de la mano de la periodista y criminóloga Miriam Moya.
Esta obra, recién publicada, desmonta pieza a pieza el relato oficial del caso que conmocionó a España, y lo hace desde donde nunca se quiso mirar: la ciencia.
La voz que el sistema silenció
Desde 2009, el nombre de Marta del Castillo ha estado vinculado a titulares, reconstrucciones fallidas, versiones contradictorias y, sobre todo, a una verdad incompleta. El caso sigue sin resolverse del todo: su cuerpo nunca apareció, y con ello, las heridas de su familia siguen abiertas.
“La última palabra de Marta: 78” promete dar esa respuesta que nunca llegó. ¿Cómo? A través de una inmersión forense meticulosa, alejada de teorías sensacionalistas, y basada en informes científicos ignorados por la justicia. Miriam Moya no especula: analiza cada prueba, cada dato, cada contradicción que, según ella, fueron pasados por alto o deliberadamente desestimados.

El número 78 y un rastro enterrado
El título del libro no es aleatorio. El número 78 representa una clave dentro del caso: un informe, un punto en un mapa, un posible paradero que nadie quiso investigar. Moya señala directamente a los errores de la instrucción judicial: la falta de análisis de los teléfonos móviles, la credibilidad dada a versiones cambiantes de los acusados, y sobre todo, el desprecio hacia una evidencia que ubicaba al principal condenado, Miguel Carcaño, en la zona de un cementerio la noche del crimen.
Carcaño trabajaba limpiando iglesias, conventos… y cementerios. La autora se pregunta si es realmente una coincidencia que su móvil fuese detectado en esos lugares tan difíciles de rastrear, donde, como escribe, “los residuos desaparecen sin dejar huella”.

Una justicia que no quiso buscar
El libro apunta, con dureza, a la inacción de los organismos oficiales. Se cuestiona por qué, a pesar de existir informes periciales que sugerían dónde podría estar el cuerpo de Marta, nunca se excavó allí. Tampoco se investigaron a fondo los dispositivos móviles de todos los implicados. Ni siquiera el del propio Carcaño.
¿Por qué? Esa es la gran pregunta que plantea “La última palabra de Marta”. ¿Por qué se confió ciegamente en la palabra de un condenado que modificó su relato en varias ocasiones? ¿Por qué nadie quiso seguir el camino que las pruebas científicas marcaban con claridad?
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Ni novela ni teoría: hechos
Miriam Moya subraya que este libro no es una novela ni una conjetura: es una recopilación documentada y rigurosa de datos forenses que fueron ignorados por la justicia española. Con un estilo directo y sin adornos, la autora logra que el lector se enfrente cara a cara con los hechos, y los compare con la versión que todos creíamos conocer.
Un grito por Marta, y por todos
Este libro no solo busca justicia para Marta del Castillo, sino que también se convierte en una crítica feroz al sistema judicial. A sus vacíos, a sus decisiones erráticas, a la dejadez institucional que ha condenado a una familia a vivir eternamente en la incertidumbre.
“El fin del silencio”, dice la contraportada. Y eso es lo que representa esta obra: la posibilidad de reabrir el caso, de exigir una revisión basada en la ciencia, no en versiones manipuladas. Porque, como afirma la autora: “La ciencia no miente”.