La muerte de Robe Iniesta a los 63 años ha sacudido este miércoles el corazón de miles de seguidores que crecieron con sus versos y su manera de arañar la realidad desde la música. La noticia, comunicada por su agencia, no detalla la causa del fallecimiento. Pero confirma que el líder de Extremoduro deja un vacío imposible de llenar. Desde el primer momento, el comunicado oficial insistía en que el artista era “el último gran filósofo” y “el último gran humanista” del rock en lengua castellana, subrayando el impacto cultural que Robe ha tenido durante décadas.
Una despedida marcada por la enfermedad y la incertidumbre
La trayectoria reciente de Robe Iniesta había estado condicionada por los problemas de salud que lo obligaron a cancelar conciertos. Hace un año suspendió sus últimas fechas en Madrid tras un tromboembolismo pulmonar que lo llevó a detener en seco la gira y a guardar reposo absoluto. Fue un golpe duro para sus seguidores y para la propia historia de Extremoduro, que veía cómo su líder afrontaba una situación médica compleja mientras insistía en su deseo de volver a los escenarios.
La discográfica Dromedario Records señaló hoy que “despedimos al maestro de maestros”, acompañando la noticia de un vídeo de El hombre pájaro. También confirmaron que en los próximos días se anunciarán los detalles del homenaje público con el que se celebrará la vida y la obra de Robe Iniesta. Una figura que traspasó generaciones y géneros.
El legado inmenso del líder de Extremoduro
Hablar de Robe Iniesta es hablar inevitablemente de Extremoduro, el grupo que fundó en 1987 y que cambió para siempre el rock español. Pocos artistas han conseguido lo que él: crear un lenguaje propio, reconocible desde la primera frase, capaz de mezclar crudeza, poesía y una filosofía callejera que se volvió himno para millones.
Durante más de tres décadas, Extremoduro publicó once álbumes que marcaron una época, desde Agíla (1996) hasta la monumental La ley innata (2008), discos que se convirtieron en referencias absolutas para la crítica y en pilares emocionales para varias generaciones.
A pesar de que la banda no siempre estuvo en sintonía con los circuitos comerciales, el magnetismo de Robe Iniesta y la fuerza lírica de Extremoduro llevaron al grupo a sumar ventas millonarias y llenar estadios en toda España. Su influencia es tan vasta que resulta difícil encontrar una banda nacional que no haya bebido, de una forma u otra, de su universo musical.
Su vida después de Extremoduro
Tras cerrar la etapa de Extremoduro, Robe Iniesta emprendió un camino propio con su proyecto en solitario, Robe. Su debut con Lo que aletea en nuestras cabezas (2015) marcó un nuevo ascenso artístico, aplaudido por crítica y público. Fue el inicio de una etapa especialmente fértil para Robe, que siguió creando sin descanso y manteniendo intacta esa mezcla de vulnerabilidad, rebeldía y lucidez que lo había convertido en una voz única.
Vinieron después Destrozares, canciones para el final de los tiempos (2016), el directo Bienvenidos al temporal (2018), Mayéutica (2021) y Se nos lleva el aire (2023), trabajos que demostraron que el espíritu creativo del exlíder de Extremoduro seguía tan vivo como siempre. En todos ellos, Robe Iniesta volvió a experimentar con estructuras, metáforas y paisajes sonoros, dejando claro que no sabía —ni quería— repetirse.
Con su muerte, España pierde a uno de los grandes. Robe Iniesta no solo fue la voz de Extremoduro, sino un puente entre generaciones. Un poeta sin academia. Un contador de verdades incómodas. Y un creador que nunca aceptó las normas establecidas. Su figura trasciende el rock y se sitúa en un territorio propio, donde conviven la irreverencia, la sensibilidad extrema y un talento que dejó huella.