El arte al servicio de la fe. Esta fue la intención inequívoca de los artistas del Barroco y bajo este precepto nació la Virgen de la Macarena de Sevilla, aunque ni siquiera sepamos a ciencia cierta su autoría. Llegó con la idea de conmover con la emoción intensa del rostro, el dramatismo de sus facciones y los contrastes lumínicos. El tiempo le sumó la belleza de lo vivido, como si fuese el rostro envejecido de una mujer real, infinitamente hermoso.
Esto es lo que los devotos veían en su Virgen hasta la triple intervención que acaba de sufrir en un tiempo récord, dejándola sin los claroscuros y la expresión de dolor que, junto su aspecto exuberante y la profusión de otros detalles, han conmovido al pueblo durante generaciones. “La Virgen de la Macarena transmite la fe de una manera visual que todos entienden, inspira devoción y ayuda a conectar con lo divino. Es una obra de arte, pero sobre todo una talla espiritual y, al contemplarla, los creyentes encuentran fortaleza, consuelo y esperanza”, explica Darío Ojeda, conservador y restaurador de Sevilla, miembro de la Asociación Gremial Sevillana de Arte Sacro.

Con esta explicación, anticipa la respuesta sobre si la devoción debería haber prevalecido en los retoques a los que ha sido sometida. ¿Qué ha ocurrido? En cinco días, tres intervenciones, señala Ojeda con cierta incredulidad. Dos de ellas, con urgencia y la última con nocturnidad. “Iba a ser una intervención menor de conservación y mantenimiento que ni siquiera necesitaba un Cabildo de Hermanos. Es una práctica rutinaria en las tallas debido, por ejemplo, al desgaste de las manos por los besamanos o por los desperfectos que pueden provocar los alfileres en los vestidos. Sin embargo, ha terminado convirtiéndose en una restauración de gran envergadura, imposible de realizar en cinco días y sin unos criterios profesionales muy definidos”.
El pueblo sevillano está indignado. La imagen de la Virgen de Macarena, una de las más veneradas en España, está en su alma. Las procesiones de Semana Santa son la mejor expresión de ese fervor exaltado. El pueblo no olvida que, en 1653, en plena pandemia de peste, la sacaron a la calle en busca de protección. Al detenerse frente a la calle Feria, miró hacia el balcón de una enferma moribunda y, milagrosamente, se sanó.
Durante la Guerra Civil, la escondieron en una tumba para salvarla de saqueos. Es parte de su identidad, guía espiritual y fuente de consuelo. Según la tradición, llora por el sufrimiento de su hijo Jesús durante su pasión y muerte en la cruz. Las lágrimas que suelen brotar de sus ojos reflejan la emotividad de su imagen.

“Al retirar la pátina del tiempo en la primera intervención, perdió expresividad. Es natural que los devotos no se reconozcan en ella. No es su Virgen sevillana. No se entiende el retoque de las pestañas, sobre todo por la longitud y su mala colocación. La restauración no justifica que los santos y vírgenes pierdan su emotividad, la fuerza de sus expresiones faciales o de los sentimientos que evocan. La manifestación artística debe trascender lo terrenal”, opina el restaurador de arte sacro madrileño Miguel Ángel Laguna.
La hermandad reconoció que fue un efecto indeseado y pidió disculpas a través de la red social X. Comprendió “las muestras de preocupación de hermanos y devotos”. Añadió que había actuado “con la mayor diligencia posible, y guiada por criterios técnicos, para reparar esta alteración estética no buscada”. Durante la noche del sábado hubo un segundo retoque oscureciendo el rostro con policromía artificial y retocando de nuevo las cejas. Al colocar la talla a pie de suelo, el enfado fue aún mayor.
COMUNICADO | La Santísima Virgen de la Esperanza ha sido repuesta nuevamente al culto tras corregirse un efecto indeseado provocado por las pestañas sustituidas durante la intervención.
La Hermandad comprende, y comparte, las muestras de preocupación de hermanos y devotos, de… pic.twitter.com/k4DzRABUSY
— Hermandad de la Macarena (@Hdad_Macarena) June 21, 2025
No se entiende que esto haya ocurrido bajo la dirección del catedrático emérito Francisco Arquillo, uno de los profesionales más reconocidos en el mundo cofrade y vinculado a la hermandad. Fue llamado de urgencia para intentar solventar el problema. Según se ha explicado, “los trabajos consistieron en la realización de análisis radiológicos y a través de TAC así como análisis de las policromías mediante técnicas no invasivas; limpieza de las policromías, consistente en la eliminación de la suciedad superficial derivada del uso cultual y devocional, y reintegración cromática de las lagunas de policromía existentes motivadas por dichos usos”.

Laguna y Ojeda aconsejan tratar el asunto con cautela. “Es cierto que algunos de los criterios seguidos incumplen el código deontológico, pero muchas de las imágenes que están circulando por las redes sociales son falsas”, indica Ojeda.
¿Qué pasará ahora? Ojeda cree que lo adecuado sería un diagnóstico profundo del estado de la imagen. “A partir de ahí, lo prudente será crear una comisión de expertos en la que también estén presentes los Hermanos y valorar con prudencia, paciencia y mesura de qué manera se puede trabajar para devolver a la Virgen de la Macarena su esencia”.
Por su parte, el pueblo sevillano deberá entender que una restauración así exige la retirada del culto durante unos meses. “En Sevilla hemos restaurado, por ejemplo, el Gran Poder, la Virgen del Rocío o la Esperanza de Triana. Son ejemplos de cómo el arte puede trabajar al servicio de la fe de un modo ejemplar”. Con las tecnologías que hoy se usan en la restauración, tal vez ni siquiera sería necesario moverla de la basílica, en el barrio de San Gil. Los expertos consultados coinciden en que la tarea merecerá un profundo respeto por el trabajo artístico y el significado religioso y cultural de la talla. “La intervención no debe alterar ni la estética ni el valor religioso”, concluyen