ISLAS BALEARES

El secreto que los turistas no saben: el mejor mes para ir a Menorca

En octubre, la isla más tranquila de Baleares se convierte en lo que siempre fue: un pequeño paraíso sin multitudes

Menorca
Isla balear de Menorca.

Hay un secreto que los turistas aún no han descubierto del todo: el mejor mes para visitar Menorca es octubre. Cuando el bullicio del verano desaparece, la isla balear revela su cara más auténtica: senderos solitarios, pueblos blancos bañados por la calma y calas cristalinas sin sombrillas a la vista. Octubre es el momento perfecto para quienes buscan paisaje, gastronomía y descanso sin renunciar al encanto mediterráneo.

El paraíso sin multitudes

Durante los meses de verano, Menorca recibe miles de visitantes atraídos por sus playas vírgenes. Sin embargo, octubre ofrece una experiencia radicalmente diferente. Las temperaturas rondan los 23 grados durante el día, el mar aún está cálido para un baño ocasional, y los hoteles y restaurantes permanecen abiertos, pero sin aglomeraciones.

La diferencia se nota nada más aterrizar: no hay colas en el alquiler de coches, las carreteras están despejadas y es posible aparcar a pocos metros de las calas más populares. Este ambiente pausado convierte cada excursión en un lujo, especialmente para quienes disfrutan del turismo activo y de naturaleza.

@elcarmecases

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Camí de Cavalls: la joya para senderistas

El Camí de Cavalls es el alma de la Menorca más natural. Este histórico sendero de 185 kilómetros rodea la isla, conectando acantilados, playas, bosques y faros. Octubre, con temperaturas suaves y brisa marina, es el mes ideal para recorrer alguno de sus tramos.

Los más recomendados son:

  • De Cala Galdana a Cala Mitjana, un trayecto corto (45 minutos) entre pinares y acantilados que acaba en una cala de aguas turquesa.
  • De Favàritx a Arenal d’en Castell, un tramo salvaje del norte menorquín donde el paisaje rocoso se mezcla con el aroma del romero.
  • De Binimel·là a Cala Pregonda, quizás el más fotogénico, con sus arenas rojizas y vistas a islotes que parecen flotar sobre el mar.

La red de senderos está perfectamente señalizada, y en octubre apenas se cruzan otros caminantes. Es una oportunidad única para descubrir Menorca paso a paso, sin ruido, con el sonido del viento y el mar como única compañía.

Pueblos con encanto y ritmo pausado

Más allá de sus playas, Menorca guarda pueblos llenos de carácter. Ciutadella, la antigua capital, es un laberinto de callejuelas empedradas, patios escondidos y palacios señoriales. En octubre, se pasea sin prisas por el puerto, se puede conseguir mesa en sus terrazas frente al mar y disfrutar de la puesta de sol desde el Castell de Sant Nicolau.

En el otro extremo de la isla, Maó conserva su impresionante puerto natural, uno de los más grandes del Mediterráneo. Su mercado del Claustro del Carmen es una parada imprescindible para degustar productos locales.

Y si se busca la postal perfecta, Binibeca Vell no decepciona: un pueblo blanco de casas encaladas y calles estrechas que parece suspendido en el tiempo. En otoño, sus callejones suelen estar vacíos, lo que permite disfrutar de su serenidad sin la presión del selfie masivo.

@madameboal

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Sabores de otoño en la isla

La gastronomía menorquina también vive su mejor momento en octubre. Es la época ideal para saborear el calderón de langosta o el queso Mahón curado, con maridajes de vinos locales. Muchos restaurantes apuestan por la cocina de kilómetro cero, y los precios bajan respecto a los meses estivales.

Además, octubre marca el inicio de la temporada de setas y productos de otoño, lo que da un toque especial a los menús de la isla. Los mercados de Alaior o Es Mercadal ofrecen frutas, embutidos y aceites que resumen el sabor del paisaje menorquín.

Una isla para redescubrir

Menorca en octubre es la isla de los silencios, del tiempo que se detiene entre caminatas, lecturas al sol y comidas sin prisa. Es un destino ideal para viajeros que buscan autenticidad, relax y precios más amables.

El clima acompaña, la luz es más dorada y los atardeceres parecen infinitos. En un mundo saturado de destinos fotocopiados, Menorca sigue siendo un refugio donde la belleza natural y la calma son el verdadero lujo.

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