GALICIA

La costa donde los romanos creían que se acababa el mundo. Su belleza salvaje en otoño es sobrecogedora

Recorrer en coche la Costa da Morte en otoño es viajar al límite del mundo conocido, donde la naturaleza impone respeto y las leyendas siguen viva

Costa da Morte, Galicia.

Galicia guarda en su costa atlántica uno de los paisajes más sobrecogedores de España: la Costa da Morte, un territorio marcado por los acantilados, los temporales y las leyendas que durante siglos han alimentado la idea de que aquí, en el extremo occidental de Europa, se acababa el mundo. Los romanos llamaron a este rincón Finis Terrae, convencidos de que el océano devoraba todo lo que se atrevía a ir más allá del horizonte. Hoy, en pleno otoño, este litoral se convierte en un destino perfecto para los viajeros que buscan autenticidad: naturaleza salvaje, mitos ancestrales y una gastronomía de temporada que reconforta tras el viento y la bruma.

Un viaje por el fin del mundo

La ruta en coche por la Costa da Morte puede iniciarse en Fisterra, considerado el punto final del Camino de Santiago. El Faro de Fisterra, construido en 1853, se alza sobre un promontorio a más de 130 metros sobre el mar. Aquí el visitante entiende de inmediato por qué los antiguos lo identificaban como el límite del mundo conocido: el océano Atlántico se abre infinito, las olas golpean con violencia los acantilados y, al atardecer, el sol se hunde en el mar en un espectáculo inolvidable. En otoño, con cielos cambiantes y nubes bajas, el faro se envuelve en una atmósfera mística que intensifica su magnetismo.

Costa da Morte en coche.
Costa da Morte en coche.

Entre naufragios y leyendas

El nombre de Costa da Morte no es casual. Este litoral ha sido escenario de innumerables naufragios debido a sus corrientes traicioneras y su mar embravecido. Las historias de marineros desaparecidos, barcos encallados y pueblos que vivían pendientes de las tormentas forman parte de la memoria colectiva. En cada puerto se escuchan relatos de tragedias que se confunden con leyendas, reforzando la idea de que este lugar es un espacio fronterizo entre lo terrenal y lo mítico.

El faro de Vilán: vigía de granito

Continuando la ruta hacia el norte, una de las paradas imprescindibles es el Faro de Vilán, en Camariñas. Fue el primero de España en electrificarse, en 1896, tras el hundimiento del buque inglés Serpent frente a sus costas. Su silueta de granito, erguida a más de 100 metros sobre el mar, es un símbolo de la lucha del hombre contra la naturaleza. Desde su mirador, la vista es estremecedora: un océano indomable se estrella contra las rocas mientras el viento azota con fuerza. En otoño, los temporales realzan el dramatismo de este enclave, que resume como pocos la esencia de la Costa da Morte.

@viajerainquieta

¿Qué otros sitios me recomendarías visitar en Costa da Morte?🤩 #costadamorte #ezaro #fervenzas #fisterra #caldeirasdocastro #cabovilan #muxia #galicia #galiciacalidade #spain #traveltiktok #parati #viajerainquieta

♬ Live Your Beautiful Life – Gray Griggs

La cascada de Ézaro: el río que se precipita al mar

La ruta ofrece también un espectáculo único en la cascada de Ézaro, en Dumbría, donde el río Xallas se desploma directamente al Atlántico. Es la única cascada de Europa con este destino, y verla en otoño, cuando las lluvias devuelven caudal al río, resulta sobrecogedor. El rugido del agua al caer se mezcla con el estruendo de las olas, creando un paisaje sonoro que pone la piel de gallina.

Cascada de Ézaro.
Cascada de Ézaro.

 

Muxía: el misticismo de la Virgen de la Barca

Más al norte se encuentra Muxía, otro de los puntos míticos de esta ruta. Allí, junto al santuario de la Virgen de la Barca, la tradición habla de milagros y de piedras sagradas con poderes curativos. Las vistas desde el faro y el paseo marítimo revelan un litoral escarpado y bravío que encarna el espíritu de la Costa da Morte.

El otoño como mejor compañero de viaje

Quien busque playas doradas y aguas tranquilas quizá no encontrará en otoño el viaje soñado. Pero quienes deseen paisajes dramáticos, cielos cambiantes y experiencias auténticas descubrirán en la Costa da Morte un destino inigualable. Octubre y noviembre son meses en los que el turismo masivo se desvanece y los pueblos recuperan su ritmo tranquilo, permitiendo al viajero fundirse con el entorno.

Gastronomía de temporada: mar y tierra en la mesa

La experiencia no estaría completa sin la gastronomía. En otoño, los pescados y mariscos gallegos se acompañan de productos de temporada como setas, calabazas o castañas. Nada como refugiarse en una taberna local, con el mar rugiendo al otro lado de la ventana, para degustar un pulpo á feira, una caldeirada de pescado o unas filloas rellenas.

Una ruta mítica y sobrecogedora

Recorrer en coche la Costa da Morte en otoño es viajar al límite del mundo conocido, donde la naturaleza impone respeto y las leyendas siguen vivas. Entre faros que vigilan la bravura del Atlántico, acantilados que cortan la respiración y pueblos que guardan memoria de naufragios, este viaje invita a sentir el poder del paisaje gallego en su estado más puro.

TAGS DE ESTA NOTICIA