Detengámonos un segundo en analizar los acontecimientos a los que se ha tenido que enfrentar Pedro Sánchez, sólo, en los últimos 7 días. Quien fuera su mano derecha en el partido y ex ministro de Transportes ha entrado en la cárcel acompañado de su asesor. Su partido está siendo investigado para esclarecer si, como parece, ha blanqueado de forma ilícita dinero obtenido de forma ilícita o lo ha usado para financiarse irregularmente. Y además, al mismo tiempo avanza rápidamente la investigación de una cloaca aparecida en su partido que no debe resultarle ajena pues según decían quienes la formaban la ordenó el mismo presidente. Sumemos a esto en el plano político la clamorosa derrota parlamentaria del techo de gasto y negro panorama electoral que el mismo Tezanos dibuja en las elecciones extremeñas.
Todo esto en sólo una semana
Por este motivo, y ante el paso del tiempo, me sigue asaltando una pregunta ante la cual sigo sin encontrar respuesta. ¿Cual es ese hipotético escenario que pudiera darse a corto, medio o largo plazo que pudiera beneficiar los intereses de Pedro Sánchez? Salvo una inesperada y sorprendente carambola del destino no es fácil hallar respuesta.
Imaginemos por un momento que el presidente tuviera el don de poder parar el tiempo y con él, la investigación de las causas judiciales que lo asolan. Condenado el fiscal general aún tendría que ver a en el banquillo, a su señora camino de mismo, a su ex ministro de transportes y al asesor de este encarcelados y a su último secretario de organización en la calle, aunque probablemente de forma momentánea.
En este escenario si llegásemos así a las elecciones de 2027 viviríamos una ígnea campaña electoral con las televisiones contando en directo las comparecencias de los implicados y todo en medio de un debate público nauseabundo e incandescente. Estando como están las cosas, es altamente probable que veamos al presidente declarando, en el mejor de los casos como testigo, en alguna de estas causas. Esto en el escenario más favorable.
El problema es que como Pedro Sánchez no tiene superpoderes -aunque en su partido algunos se los presupongan- lo que probablemente sucederá es que las causas judiciales continúen, que los jueces, la UCO y la prensa libre continúen investigando. Es plausible que afloren comprometedoras revelaciones, a los que se sumarán nuevos informes de la UCO con altos cargos del Gobierno implicados, comprometedoras revelaciones sobre el flujo de dinero venezolano y nuevos altos cargos implicados en algunas de las ramificaciones de estas tramas. Sumemos al plano judicial el político que no es mucho más alentador.
En esta plano Pedro Sánchez carece de una mayoría parlamentaria -y social- que propiciará nuevas derrotas en votaciones como la de los presupuestos, si es que se presentan claro, y añadamos el más que probable descalabro electoral en las sucesivas elecciones autonómicas que se irán celebrando con algunos de sus ministros como candidatos.
En la Moncloa aún hay estrategas que creen que los mejor es resistir y llegar a 2027 con vida. La idea es aferrarse a esos resortes del Estado que puedan proporcionarle cobertura legal frente a la corrupción y seguir irrigando con dinero público y subvenciones a todos los que aún duden si votarle.
Pedro Sánchez no ha inventado nada. Sólo está copiando el modelo argentino. Bienvenidos al peronismo español del siglo XXI.



