Al PSOE le estalla en las manos la gestión del caso Salazar, a las puertas de que comience la campaña electoral en Extremadura (viernes), y pese a los esfuerzos de Pedro Sánchez por redirigir los focos a sus relaciones con Junts per Catalunya. La crisis es tal que la responsable de Igualdad, Pilar Bernabé, convocó una reunión telemática con las responsables del área a nivel territorial en la noche del miércoles.
Cinco meses después de registrarse las denuncias internas de dos extrabajadoras de Moncloa contra Paco Salazar por supuesto acoso sexual y laboral, el malestar y la preocupación a la interna son ya indisimulables. El enfado ante la posibilidad de que todo acabe en un cierre en falso, o ante la sospecha de que la cúpula pueda estar encubriendo al exalto cargo del Gobierno y del partido, empiezan a resonar con más fuerza que el temor a sufrir represalias internas.
“Ya está bien de que estos comportamientos se traten como secundarios”, censura una dirigente territorial socialista. Critica la “ineficacia” mostrada a la hora de exigir responsabilidades a “este tipo de sujetos”, inadmisible para “las mujeres que nos movemos en estos espacios”.
Exdirigentes que ostentaron posiciones de responsabilidad señalan a Artículo14 que la gestión política y comunicativa está siendo “desastrosa”. No entienden que no se haya actuado para apagar este incendio ya desde el mes julio. “Por supuesto que se sabía”, afirma una de ellos, en relación a los supuestos comportamientos de Salazar. A ciencia cierta, desde que se registraron las denuncias, aunque este conocimiento no se haya traducido en una sola acción concreta, abunda.
En menos de una semana, Ferraz ha pasado de dar carpetazo a la investigación interna a comprometerse a contactar, por primera vez, con las denunciantes. Eldiario.es alertó el lunes de la decisión del PSOE de cerrar estos procedimientos porque Salazar había pedido la baja como militante -de forma sorpresiva, el jueves anterior-. Un día después, la oficina antiacoso se comunicó por primera vez con las denunciantes anónimas a las que no habían contactado desde julio.
Pese a que ambas mujeres trabajaron en la sede de la Presidencia del Gobierno, en Moncloa afirman no haber registrado ninguna denuncia, y ambos procesos se iniciaron desde los canales del Partido Socialista. “Se subía la bragueta en tu cara, escenificaba felaciones y pedía vernos el escote”, relata una de las víctimas, según el medio citado.
Primero no saben qué hacer con el informe final, ahora señalan que lo llevarán a la Fiscalía
Más allá de reiterar sus llamamientos a denunciar, o a defender su compromiso contra el acoso, el PSOE y la propia ministra de Igualdad, Ana Redondo, han ido saltando de un escenario a otro en esta crisis. Inicialmente, Ferraz reconoció al citado medio el borrado de estos expedientes en el canal, aunque después explicó que no eran visibles a causa de “una interrupción momentánea del acceso”.

De la suspensión se pasó a anunciar que las investigaciones culminarían con sendos informes finales. Evitaron aclarar si estarían dispuestos a remitirlos a la Justicia de documentarse posibles comportamientos delictivos.
Tres días después del estallido, la misma Redondo, que había defendido la “ágil” actuación de su partido al abortar el ascenso de Salazar a adjunto a la Secretaría de Organización tras las primeras publicaciones, asumió que estas investigaciones pueden acabar con “alguna denuncia a la Fiscalía”. “Son comportamientos asquerosos, deleznables, que no tienen cabida en ningún partido político y menos en el PSOE”, sentenció.
La vicepresidenta primera, María Jesús Montero, afirmó que “las investigaciones tienen que seguir avanzando, llegar hasta el final”. La también vicesecretaria general PSOE aseguró que “todos tenemos que tomar nota”, “ser muy exquisitos a la hora de llevar a la práctica los valores y los principios que inspiran nuestra militancia”. Montero es la número dos del partido, además de la líder en Andalucía, la región en la que Salazar se ha desempeñado durante buena parte de su trayectoria.
Un día antes, la ministra portavoz y titular de Educación, Pilar Alegría, consideró “vomitivos” los comentarios reproducidos por el medio que destapó estas denuncias. Alegría, como recuerdan dos exdirigentes con conocimiento de la estructura del partido, critica al exalto cargo de Moncloa un mes después de mantener un almuerzo con él, sobre el que informó este medio. Un encuentro que circunscribió al “ámbito personal”. “Si no estuviera protegido, no lo habría hecho”, abundan.

Tampoco olvidan que la ministra portavoz ha presumido del “cese fulminante” del veterano político en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Obviaba que el 5 de julio el Ejecutivo informó de que el propio Salazar había pedido “ser apartado provisionalmente de sus responsabilidades de Coordinación Institucional de la Presidencia del Gobierno”.
En opinión de estas interlocutoras, la portavoz de un Gobierno que “se dice feminista” no puede comer con un político sobre el que pesan estas acusaciones. Ni debería permitirse que la Generalitat de Cataluña requiera los servicios de asesoría de Salazar, como publican diversos medios.
Lo habitual en el partido, ante escándalos de tal magnitud, es que cierren filas para evitar alimentar estas informaciones. Y para que la oposición no pueda servirse de esta munición para disparar donde más les duele. En el caso del partido de la rosa, el más votado por las mujeres, el temor a que este tipo de actuaciones minen su “credibilidad”, traduciéndose en una pérdida de voto femenino. La propia Redondo ha admitido que este caso genera “un daño terrible a la credibilidad” del PSOE.

El esfuerzo de Sánchez por cambiar el foco
Apenas 24 horas después de que Eldiario.es informase de la intención del PSOE de dar carpetazo a estos procedimientos, para luego negar la mayor, el propio Sánchez concedió dos entrevistas televisivas seguidas para encauzar las relaciones con Junts. Asumió sus “incumplimientos” con los independentistas y prometió impulsar algunas de las promesas pendientes, que después saldrían del Consejo de Ministros rumbo al Boletín Oficial del Estado.
Ni sus esfuerzos, ni tampoco el rechazo de Junts a usar esta pista de aterrizaje para empezar a rebajar su discurso, lograron sofocar este incendio. No es común que Sánchez se preste a entrevistas (tres desde septiembre, después de un año de sequía).
Ni es habitual que sea él quien venda previamente los contenidos que abordará un Consejo de Ministros, menos aún con cuestiones de escaso calado político. En este caso, la sobreexposición del presidente no ha permitido tapar la gestión de estas denuncias y relegarlas a un segundo plano en la agenda mediática.



