La primera crisis del hombre, la más feroz, ocurre al abandonar la calidez uterina. A partir de ahí, va encadenando crisis de la edad y cada una llega con su particular sacudida. Si la de los cuarenta es la de los divorcios y la moto nueva, la de los sesenta en algunos hombres es la del frenesí estilístico, erótico y de cualquier otro tipo. Es en la que están inmersos, de manera muy diferente, Brad Pitt y José Luis Ábalos. Dos hombres al borde del colapso estético.
Al ex ministro socialista, la pitopausia le ha sorprendido en camiseta, con la corbata aflojada, la testosterona desatada y el vaquero a medio caer, en el sentido más alegórico y amplio que se nos ocurra. En sus camisetas lleva escrita la caída política. También en su delgadez y en el aspecto desaliñado. A los 60, ningún hombre quiere ver en el espejo la imagen de un señor en transición profunda de hacerse mayor. Por eso, busca elementos que revitalicen su imagen, sin presión social y sin códigos rígidos que marquen qué es o no es correcto para su edad. No solo quiere gustar, sino impresionar, mientras va en busca de su sentido vital.

Nada en contra de las camisetas, que tanta gente usa para reafirmar su identidad o simplemente vestir informal. Lo que ocurre es que desafiar al enemigo vital de la edad requiere un mínimo de buen gusto. Relajar el estilo priorizando la comodidad, pero sin perder la compostura para que el resultado no sea del de un hombre roto, desnudo de poder. Es la imagen que transmitió Ábalos cuando salió a los medios tras el registro de su vivienda por parte de la UCO. Fue comparada en las redes sociales con la comparecencia de Chenoa en 2005, para comunicar, en chándal y entre sollozos, su ruptura con David Bisbal.
Ábalos nos permite recordar que el privilegio del desaliño solo lo tienen poderosos como Elon Musk, capaz de presentarse en el Despacho Oval de la Casa Blanca igual que si se hubiese vestido para una convención de videojuegos. “Musk estaba feliz junto al escritorio Resolute del presidente. Era su forma de recordarles a todos su riqueza superior y su estatus único, al margen de la política convencional”, escribió el columnista Jonathan Freedland.
La camiseta de Ábalos pasará a la historia como símbolo potente del derrumbe político. Frente a él, la explosión de creatividad de Brad Pitt y su original forma de adaptarse a esta nueva etapa de la vida, con menos testosterona, pero muchas alegrías. Una manera bien distinta de relajar el estilo a los 60. Despreocupado, pero de una manera orgánica y muy auténtica, tal y como está demostrando en la promoción de F1, su nueva película. Sus estilismos no tienen término medio: o los amas o los odias.
Pitt liberó su lado estético hace tres años, con 58, en plena promoción de Bullet Train. Se presentó en Berlín con chaqueta de lino holgada, camisa rosa con un par de botones desabrochados, botas de motero de Stylmartin y una falda con vuelo de lino marrón. En esa ocasión, le pedí una valoración al antropólogo Rixart Bacete, investigador de la masculinidad y autor de Nuevos hombres buenos. Lo que él vio en Pitt, contrariamente a lo que interpretaron algunos editores de moda, fue hipermasculinidad. “Su imagen varonil, a pesar de la falda, le hacía parecer más un gladiador romano. El color marrón, corte asimétrico y las botas de cuero acentuaban ese efecto”.
Desde entonces, son muchas las veces que ha sacado a relucir esa creatividad reprimida durante décadas, con humor y sin preocuparse por el qué dirán, demostrando que el estilo no tiene edad. Bacete está convencido de que el estilo de Pitt es liberador. “Generalmente, los hombres a esta edad rompen sus propios límites en cuanto a qué identidad desean tener o cómo tienen que vestir. Es habitual que empiecen a elegir ropas y accesorios cómodos, divertidos y libres. Hay edades clave en las que el hombre define su identidad y la madurez en torno a los 60 es una de ellas”.
La expresión “crisis de la mediana edad” fue acuñada por el psicólogo canadiense Elliot Jaques en 1965, para referirse al momento en que una persona toma verdadera consciencia de su propia mortalidad. “No solo los demás se mueren, también yo me voy a morir”. Es exactamente lo que respondió el ex de Angelina Jolie cuando le preguntaron la razón de su estilismo. “¡No sé! Todos vamos a morir, ¡pongamos las cosas patas arriba!”. Si alguien se lleva las manos a la cabeza, le puede aliviar saber que la crisis siguiente, la de los setenta, es la contemplativa y dicen que llega acompañada de una gran sabiduría.