SEX O NO SEX

Demostrado: el abuso del móvil es ya la ruina primera de los matrimonios

Las notificaciones y las redes sociales están saboteando nuestros momentos de intimidad bajo las sábanas. Al sentirse ignoradas, las parejas se arrojan a relaciones infieles

Juana Acosta y Ernesto Alterio en 'Perfectos desconocidos'

Se veía venir y ahora por fin tenemos datos suficientes para decir alto y claro que el móvil se ha convertido en principal disruptor del amor, en ese tercer invitado no deseado con la jeta suficientes para interrumpir el clímax y llamar su atención con un simple “rin rin”, “tururú tururú” o una vibración. Jadeando y con la cara sudorosa, la intriga nos supera, aunque sea el vecino preguntando en el chat de la comunidad dónde puede comprar una pieza para el robot de cocina.

El 76% de los usuarios de la plataforma de citas extraconyugales Gleeden se queja de que su pareja es “socialmente adicta”, según una encuesta realizada entre finales de abril y primeros de mayo de 2025. Es decir, la causa mayor de su infidelidad no es el hastío de la convivencia, el peso de los años o la tentación ancestral, como siempre escuchamos, sino el móvil.

“En apenas dos décadas, las redes sociales han provocado un cambio profundo en las formas en que las personas se relacionan afectivamente. Desde la manera en que se inician las relaciones hasta cómo se mantienen o terminan, los vínculos humanos se han reformulado por completo”, dice Lydia Parrilla, psicóloga y sexóloga esta web de encuentros no monógamos.

Dafne Fernández y Eduardo Noriega en ‘Perfectos desconocidos’

Cuando dice “socialmente adicta”, se refiere a que dedica más de dos horas diarias a las redes sociales, lo que, para un 71% de las personas encuestadas ya ha sido un motivo de discusión con su pareja. De hecho, un 63% confiesa sentirse frecuentemente ignorado o ignorada por su pareja, constantemente enganchada a su smartphone. El 28% admite claramente que, debido a ello, ha empezado a flirtear con otras personas, principalmente con compañeros de trabajo, exparejas que reaparecen en las redes sociales, amigos comunes, entrenadores personales y vecinos.

Ya se sabe: cuando el diablo no tiene qué hacer, sacude el rabo y mata moscas. Antes de que esto pase, Parrilla aconseja gestionar las redes sociales conscientemente y en pareja con una política de mínimos: “Fijar un tiempo pactado en el que estén prohibidos los dispositivos electrónicos, hablar abiertamente de las insatisfacciones en lugar de buscar consuelo virtual o cultivar una relación auténtica, basada en la realidad compartida y no en expectativas generadas socialmente”.

Hay profesionales especialmente hiperconectados, como ejecutivos, autónomos, emprendedores y trabajadores del mundo digital o teconológicos, donde el límite entre trabajo y vida personal es difuso, pero no justifica dejar la vida en pareja en modo avión.

Los terapeutas emplean el término anglosajón “phubbing”, una fusión de “phone” (teléfono) y “snubbing” (desprecio). Su traducción es clara, ignorar a quien tienes enfrente porque, por ejemplo, en TikTok aparece un pájaro bailado bachata. El gesto, que en principio puede tener perdón, acaba debilitando la conexión emocional y generando conflictos. De hecho, se ha convertido en la queja principal de los enamorados.

Un estudio de la Universidad de Münster (Alemania) concluye que, cuando esta práctica se instala como costumbre en una convivencia, genera sentimientos de desconfianza y vacío con un efecto dominó: las personas desairadas tienden a devolver la ofensa buscando estímulos en otras partes y alimentando un círculo vicioso aún más perjudicial para la relación. Una conclusión que ahora ratifica la encuesta de Gleeden.

Aparte de fijar ese tiempo prudencial que aconseja Parrilla, habría que limitar también los espacios. Prohibido plantar el móvil sobre la mesa cuando compartimos una comida o echar mano de él en medio de una conversación familiar. Por supuesto, nada de dejarlo entre las sábanas haciéndolo partícipe de un poliamor no consensuado. No será mala idea repasar qué tipo de alertas están activadas para diferenciar aquellas notificaciones que realmente pueden ser de interés de esas otras que podrían ir de inmediato a la basura. Claro que, según la web de salud mental estadounidense PsychGuides.com, el 67% de los usuarios de móviles admite que lo revisa sin necesidad de que suene o vibre.

Paz Vega y Adrián Suar en “No puedo vivir sin ti”

Han pasado ya quince años desde que el psicólogo John Gottman escribió “Siete reglas de oro para vivir en pareja”, pero sus teorías siguen vigentes. Una de esas reglas doradas es la conexión. Las más parejas más felices alcanzan al 86% de su tiempo juntos. No significa mantenerse continuamente enlazados. Puede ser algo tan sencillo como levantar la vista y sonreír o colaborar en una determinada tarea.

Cuando esa burbuja se rompe una y otra vez, la cabeza empieza a darle vueltas. Y a veces acierta en sus sospechas. ¿Qué puede haber en el móvil mejor que un romántico desayuno juntos? ¿Una tentación sexual? ¿Un movimiento financiero que deseamos ocultar? ¿O simplemente el pájaro bailando bachata?

Es curioso que todo esto ocurra en medio de una oleada de investigaciones que alertan del uso excesivo de los móviles por parte de nuestros hijos y de cómo está impactando la tecnología en su desarrollo. Los mismos padres que se estresan y agobian por el tiempo que pasan los niños y adolescentes en la pantalla son incapaces de reconocer que el germen está en su propio comportamiento, en su nulo autocontrol, en su frustración cuando falla la conexión, en su irritabilidad cuando debe atender otras cuestiones familiares que son urgentes o prioritarias. En las redes sociales abundan los memes que reflejan con gran sentido del humor esta situación.

Poco a poco, el abuso del móvil y de las redes nos está robando la oportunidad de vivir momentos maravillosos de intimidad y empobreciendo el lenguaje del amor. Quizá la felicidad que propone Gottman implica demasiada intransigencia con la tecnología, pero ¿no nos vamos a conceder ni esos minutos de intimidad que exige la llama del amor para mantenerse encendida?

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