La historia de Iker Casillas y Sara Carbonero vuelve a estar en el foco mediático, pero esta vez no por motivos sentimentales, sino judiciales. El exguardameta del Real Madrid y la periodista han sido víctimas de un robo digno de una película, perpetrado —según la investigación policial— por dos personas de su entorno más cercano: su empleada del hogar y el marido de esta, vigilante de seguridad de la urbanización en la que residen.
El pasado 16 de octubre, Casillas interpuso una denuncia tras detectar el robo de cinco relojes de lujo valorados en más de 200.000 euros en su domicilio de Madrid. Apenas cinco días después, la Policía Nacional detuvo a los sospechosos, que ya habían comprado billetes para viajar a Sudamérica, lo que hizo temer una huida inminente. El caso, que ha conmocionado a los seguidores de Iker Casillas y Sara Carbonero, sigue abierto.
Una traición dentro del círculo más íntimo
Lo que más ha sorprendido en el caso de Iker Casillas y Sara Carbonero no es solo el robo, sino la identidad de los presuntos responsables. La detenida llevaba trabajando con la pareja desde 2019, cuando aún residían en Oporto, y continuó haciéndolo tras su regreso a España. Incluso después de la separación del matrimonio en 2021, mantuvo la confianza de ambos. Trabajaba a diario en la casa de Sara y una vez por semana acudía al domicilio de Iker para realizar tareas de limpieza.
Fuentes cercanas a la investigación aseguran que los acusados idearon un plan meticuloso: sustituir los relojes originales del exportero por réplicas casi idénticas para vender las piezas auténticas. Sin embargo, un inventario personal realizado por Casillas desveló el engaño. Al detectar las falsificaciones, acudió de inmediato a la comisaría.
🚩Esclarecido en menos de 10 días el #robo de 5 relojes de alta gama que se produjo en el interior de la vivienda de un exfutbolista profesional en #Madrid
Se han recuperado dos relojes y ha sido detenido un matrimonio vinculado a la víctima como presuntos responsables del… pic.twitter.com/UUgRP57jaD
— Policía Nacional (@policia) October 24, 2025
De los cinco relojes sustraídos, tres siguen sin aparecer. No obstante, las fuerzas de seguridad continúan con las pesquisas para recuperarlos. El caso de Iker Casillas y Sara Carbonero ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las figuras públicas ante delitos cometidos desde dentro de su propio entorno.
La confesión televisiva del principal acusado
El caso dio un nuevo giro cuando el principal sospechoso, marido de la empleada, concedió una entrevista en el programa El tiempo justo de Telecinco, donde asumió toda la responsabilidad. “La verdad hay que decirla. El único culpable soy yo”, aseguró en directo, exculpando a su esposa del robo.
El detenido explicó que “solo quería ver los relojes” y que aprovechó ese momento para hacer “un intercambio con copias falsas sin que ella se diera cuenta”. También negó haberse llevado cinco piezas, como sostiene Casillas: “Solo fueron dos, y lo hice por las deudas”. En sus palabras, actuó “por desesperación”, al verse presionado por préstamos y tarjetas.
Las declaraciones fueron recibidas con escepticismo por la opinión pública y generaron una respuesta inmediata de Iker Casillas, quien no dudó en intervenir en el mismo programa.
La contundente reacción de Iker Casillas

El exportero, visiblemente molesto, respondió sin filtros a las declaraciones del acusado. “Pues nada, los otros tres relojes me los ha cambiado el espíritu santo”, ironizó. Más tarde, añadió: “Demanda y fuera. Abogados. Yo no pierdo el tiempo”.
Las palabras de Iker Casillas reflejan su hartazgo ante una situación que ha afectado directamente a su intimidad y su entorno más próximo. Según apuntan fuentes del caso, el exjugador mantiene su colaboración con la Policía y ha puesto el asunto en manos de sus abogados y del seguro.
El robo no solo ha supuesto una pérdida material, sino también una ruptura de confianza. “Dice que desde que me birla los relojes mi trato hacia ella cambia. ¡Vaya crack! ¡Si quiere le pago el doble! ¿Pero esta gente en qué mundo vive?”, declaró indignado Casillas.

