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Elijah Blue Allman, hijo de Cher, hospitalizado tras una sobredosis en California

El músico de 48 años, adicto desde los 11, fue hallado en estado crítico en una vivienda del desierto de Joshua Tree

Fotografía: @Steve Granitz

Había algo casi poético en la vastedad del Mojave: un paisaje abierto que promete libertad y al mismo tiempo exhibe sin compasión la soledad. Aquella mañana del 14 de junio, en una vivienda de Landers, California, emergió lo inesperado. La línea tenue entre vida y caos se quebró cuando los servicios de emergencia respondieron a una llamada: un hombre errático. Dentro de ese hogar, hallaron drogas. Y frente a ellos, a Elijah, de 48 años, sumido en un abismo del que logró, por ahora, asomar apenas la cabeza.

Elijah Blue Allman, hijo de Cher y del fallecido Gregg Allman, arrastra desde la infancia el peso de un linaje brillante y autodestructivo. Empezó en la música y en las adicciones casi al mismo tiempo y su trayectoria se ha deslizado por pasillos oscuros: clínicas, recaídas, reconciliaciones que duran lo justo para no desesperar del todo. Él mismo lo dijo una vez: empezó a consumir con once años, cuando la niñez se volvió un mal recuerdo más.

Fue trasladado al hospital de Joshua Tree y permanece estable, aunque la policía abrió una investigación tras hallar “evidencias claras de uso de estupefacientes” en el lugar. No era la primera vez. Y, como tantas otras veces, el eco de su nombre volvió a los titulares acompañado por palabras como “sobredosis”, “urgencia”, “rehabilitación”.

Desde la distancia -emocional, geográfica, generacional-, su madre, Cher, observa en silencio. No ha hecho declaraciones, pero sus actos pasados hablan: intentó tomar control legal de sus finanzas, temiendo que el dinero se convirtiera en gasolina para su destrucción. Esa tutela se retiró en 2024, tras un acuerdo entre madre e hijo. Pero los lazos que se tensan no se deshacen.

Más inesperada ha sido la voz de su esposa -en proceso de divorcio-, Marieangela King, quien rompió el mutismo con una declaración contenida pero firme: “Sigue enfrentando sus batallas interiores desde un lugar de fortaleza”. En ese gesto hay compasión, pero también cansancio. Hay quien ama incluso cuando no se debe. Hay quien se queda cerca, aunque sea desde la rendija.

Mientras tanto, en la inmovilidad ardiente del desierto, la historia se repite: un hombre cae, otros intentan sostenerlo. La diferencia es que esta vez, aún respira. Aún puede volver. Aunque nadie diga ya en voz alta que lo hará.

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