La estadounidense Gracie Abrams, de 25 años, así como el irlandés Paul Mescal, ahora de 29, han elegido el gigantesco y reverberante Glastonbury como el escenario perfecto para oficializar su historia de amor, ese relato o casi trasunto algodonoso que todos anhelan ver: el arte de dos mundos que se buscan, encuentran y se desnudan bajo la mirada del público, llegando a ser esa postal de couple goals que el verano reclama con urgencia.
Ella, nominada al Grammy y emblema de la sensibilidad indie, presentó sus canciones I Love You, I’m Sorry, That’s So True, Close to You y una desgarrada versión de Just Like Heaven, por primera vez en el césped del mítico festival británico. A su lado, Paul la observaba desde primera fila, imperturbable, con la mirada que conjuga orgullo y amor callado.
El punto álgido del fin de semana llegó cuando, durante el concierto de Olivia Rodrigo, Gracie subió a los hombros de Paul. Y juntos, entre risas y complicidad, corearon Friday I’m in Love, de The Cure. Un instante convertido en viral instantáneo: el hard launch que selló lo que muchos ya sentían como evidente. Fue en ese cajón de emociones en el que todos, incluso ellos, se reconocieron: la fotografía de un flechazo compartido.
Algunos medios internacionales aseguran que su vínculo empezó a gestarse en junio de 2024, cuando TMZ captó una cena en Londres. Desde entonces, ha sido un desfile discreto pero constante: fotos en festivales como All Points East, miradas cruzadas en Radio City, una llegada comedida a la premiere de Gladiator II o el apoyo de la artista ante la segunda obra de teatro del actor, A Streetcar Named Desire, en abril de 2025 (que Gracie no quiso perderse).
No hay escenografía mejor que un festival para oficializar el amor: la música que se cuela en todo, el desorden emocional, la noche que no se acaba. Gracie y Paul eligieron ese paisaje para decirse -y decirnos- que están juntos.
Y así, Gracie Abrams y Paul Mescal inauguraron su romance ante el mundo. No como un anuncio, sino como un suspiro que se escapa, inevitable, cuando uno ya no puede, ni quiere, disimular la felicidad.