ARQUITECTURA

La Fundación Cartier cumple 40 años y prepara su audaz salto al corazón de París con Jean Nouvel

Con un cambio de sede previsto para otoño de este año, la institución se instalará en la icónica plaza del Palais-Royal, reafirmando su compromiso con la innovación y su papel como referente en el arte contemporáneo internacional

El edificio que albergará la Fundación Cartier

En otoño de este año, la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo se prepara para un cambio de escenario que promete ser tan audaz como su propia historia.

Tras cuatro décadas de desafiar las convenciones del mecenazgo y la exhibición artística, la institución abandona su emblemático edificio de Jean Nouvel en el bulevar Raspail para instalarse en el corazón palpitante de París, en la plaza del Palais-Royal.

Fundada en 1984 por Alain Dominique Perrin, entonces presidente de Cartier, la Fundación nació con la intención de ofrecer un refugio a los artistas contemporáneos, un espacio donde la creación pudiera florecer sin ataduras.

Cortesía Fundación Cartier

Desde sus inicios en Jouy-en-Josas, cerca de Versalles, hasta su traslado a París en 1994, la institución ha sido testigo y partícipe de la evolución del arte contemporáneo, acogiendo exposiciones que van desde las provocadoras obras de Robert Combas hasta las introspectivas instalaciones de Bill Viola.

El nuevo emplazamiento, un edificio haussmaniano con una rica historia que incluye haber sido el Grand Hôtel du Louvre y posteriormente los Grands Magasins du Louvre, será nuevamente reinterpretado por Jean Nouvel.

Cortesía Fundación Cartier

El arquitecto promete transformar este espacio en un “lienzo en blanco” adaptable a las necesidades de cada exposición, con 6.500 metros cuadrados dedicados al arte y cinco plataformas modulares que permitirán una flexibilidad sin precedentes.

Este traslado no es solo un cambio de dirección postal; es una declaración de intenciones. Al situarse frente al Museo del Louvre y cerca de la Bourse de Commerce, la Fundación Cartier se inserta en un epicentro cultural, estableciendo un diálogo directo con instituciones históricas y contemporáneas. Un gesto que subraya su deseo de ser un puente entre el pasado y el presente, entre la tradición y la innovación.

A sus 40 años, la Fundación Cartier no muestra signos de complacencia. Al contrario, este nuevo capítulo en su historia es una reafirmación de su compromiso con el arte contemporáneo y una promesa de que lo mejor está por venir. Porque, al final del día, el arte no es solo una cuestión de espacios o edificios, sino de la capacidad de seguir sorprendiendo, desafiando y, sobre todo, inspirando.

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