Opinión

Firmeza mejor que fuerza

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Siempre me ha gustado fijarme en cómo se resuelven las crisis en las distintas disciplinas deportivas para aplicarlo en la vida. Una de las que más me fascinan es la escalada. En ocasiones aparece ante nosotras una enorme pared vertical que parece imposible de superar. Nos hemos quedado sin trabajo. Acaba de fallecer un ser querido. Nos han traicionado. En estas situaciones, a una le inunda una sensación de imposibilidad de futuro y de pánico. No hay caminos hechos, tampoco anclajes y parece que el viento sopla en contra. Todo apunta a que no vamos a ser capaces de dar un solo paso.

Si hay una emoción que se ha apoderado de la ciudadanía en las últimas semanas (o quizás ya lleva años instalada) es la desesperanza. Ante un panorama político en el que los ataques y los escándalos son prácticamente diarios, en el que los distintos partidos son incapaces de ponerse de acuerdo en nada y los enemigos aparecen en la silla de al lado, ¿de quién podemos fiarnos? ¿Cómo nos orientamos entre tanto ruido?

Cuando algo va mal tendemos a buscar una guía en quienes han llegado arriba, pero las grandes estructuras ya sean económicas, políticas o humanas, están en plena crisis reputacional. Ya no nos inspiran confianza. Nuestros dirigentes parecen bastante ocupados destruyéndose entre ellos mismos. Los medios de comunicación no dejan de bombardearnos con polémicas absurdas. Las empresas solo buscan nuestro dinero. Y las aplicaciones digitales nos roban los datos y el tiempo. Nos encontramos ante un gran muro vertical. Estamos sin arneses ni nada que nos sujete. ¿A qué técnicas recurren quienes están acostumbrados a progresar en superficies de alto riesgo?

1. No avanzar en solitario

El miedo y la desconfianza tienden a volvernos individualistas. Acumular demasiada responsabilidad, querer ser imprescindibles o intentar controlarlo todo son síntomas de que, quizás, no estamos gestionando bien la situación. Si no hay más remedio porque estamos solas, toca hacer acopio de autoconfianza. Pero habiendo manos expertas a nuestra disposición, sería una temeridad (y un signo de ignorancia) no incorporarlas. Contar con personas muy conocidas puede parecer, a priori, la mejor opción, porque creemos que lo darán todo por nosotras, pero la amistad no asegura nuestra vida en una situación de extrema dificultad, donde son fundamentales la experiencia y el conocimiento. ¿Estarías más segura subiendo el Everest con tu grupo de amistades o con escaladores profesionales? Rodearnos de las mentes más brillantes es la mejor manera de asegurar nuestra supervivencia. Es momento para hacer alianzas, crear asociaciones y grupos que compartan las mismas metas.

2. Dar pequeños pasos

Si el camino ha sido largo, probablemente estemos al borde de la extenuación. No es el momento de hacer grandes juramentos ni de tirar órdagos. Si hay proyectos que no han prosperado debido a su complejidad, es mejor dedicar la poca energía que nos queda a aquellos en los que sí vamos a poder realizar cambios y recoger frutos rápido. Necesitamos noticias positivas, éxitos, pequeños logros. Dediquemos nuestro tiempo a conseguir objetivos que nos devuelvan la esperanza, aunque sea en pequeños sorbos. En la montaña utilizan la técnica de los tres agarres. Solo cuando tienes cuatro puntos de apoyo puedes soltar uno para buscar otro. No es hora de grandes saltos ni de hacer piruetas, sino de agarrarse a las certezas.

3. Firmeza mejor que fuerza

Ahora mismo conviene huir de las misivas grandilocuentes y los giros de guion. No estamos para perder a más integrantes del equipo ni partir la embarcación. Sigamos con el rumbo tal y como nos lo habíamos marcado. Resistir con la mirada fija y tomar nuevas decisiones a medida que vayamos avanzando. Quizás en el siguiente paso veamos algo que no se percibe desde donde estamos. La firmeza implica constancia, determinación y capacidad para mantener una postura o decisión, mientras que la fuerza se refiere a la capacidad física de ejercer poder o resistencia. Se escala con los huesos no con los músculos. Centrarnos en no perder el equilibrio ni dar bandazos es mucho más seguro.

Hay quienes en momentos de crisis prometen giros de ciento ochenta grados. A mí me dan más confianza quienes se dedican a continuar con lo que empezaron.

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