“Está chungo, pero al menos nos queda tiempo para intentar darle la vuelta”. En el Gobierno saben que su empecinamiento con las cuentas públicas tiene en este momento trazas de brindis al sol, pero recuerdan que las formas también son importantes: “Nuestra obligación es intentarlo y que cada uno se retrate”.
No es país el nuestro para Presupuestos, no lo fue en pasadas legislaturas y mucho menos desde el 23 de julio de 2023. Las urnas arrojaron unas métricas parlamentarias que convierten en una crucifixión cotidiana el tratar de aprobar cualquier iniciativa, qué decir de unos PGE.
Moncloa da señales de que por ellos no va a ser. Tras una semana de sinsabores parlamentarios, Bolaños ha recibido la orden de revitalizar la relación con todos los socios potenciales. Se vio con Míriam Nogueras (Junts) en la sala de Gobierno del Congreso. También con otros parlamentarios en el Senado. El contacto más llamativo lo reveló en exclusiva este diario; la reunión con la cúpula del PNV en un local de Madrid. Los de Andoni Ortuzar votaron a favor de reconocer a Edmundo González junto al PP y Vox en un movimiento que el Gobierno rechaza calificar de aviso: “Aitor Esteban y el Partido Nacionalista Vasco tienen una relación especial con Venezuela, no nos volvamos locos”. Le quitan hierro, pero lo cierto es que en Ferraz ha causado desasosiego ver marchar a los jetzales al terreno de la derecha en un momento delicado.
Si analizamos partido por partido ahora mismo es una osadía pensar en los presupuestos; Sumar cantará la semana que viene sus exigencias para las cuentas. No son ellos los llamados a provocar los desvelos del PSOE. Tampoco el PNV, que a fin de cuentas necesita tener contentos a los socialistas con los que comparte el Gobierno en el País Vasco: “Nuestra relación está bien, no hay ningún problema”. Bildu ya ha dicho en numerosas ocasiones que ellos no darán pasos que puedan desembocar en un Gobierno del PP con Vox.
El precio de Podemos, BNG y CC
Más problemas pondrá Podemos; los morados no ocultan que están disfrutando con el trance que atraviesan Pedro Sánchez y Yolanda Díaz tras dejarles fuera del Ejecutivo. El partido de Ione Belarra se siente reforzado tras las elecciones europeas y tensará la cuerda porque ve al Gobierno en la lona, pero no llegará a romperla.
El BNG o Coalición Canaria pueden ser seducidos fácilmente con concesiones para sus territorios. Más suspicacias levanta el papel que pueda jugar un acorralado José Luis Ábalos. En cualquier caso, echarles el lazo a todos estos votos no serviría de nada sin el concurso de una Esquerra que hasta hoy ha sido un valor fiable para Moncloa, pero que ahora está sumida en un sismo interno. Algo parecido le pasa a Junts con la dificultad añadida de la imprevisibilidad de Puigdemont y el ADN de derechas de la formación, que no casa con el modelo de cuentas que quieren Sánchez y los suyos.
“No nos vamos a someter a los tiempos de Junts y su congreso”, dicen fuentes de Hacienda que no entienden el rechazo de los de Miriam Nogueras a la senda de déficit: “Será que en Junts no tienen alcaldes que se beneficiarían de tener un mayor margen de gasto”. En el Ejecutivo reconocen que las conversaciones con el grupo parlamentario de los postconvergentes son habituales, pero lamentan que “todavía no hayan conseguido superar que Illa mande en Cataluña, no sé si pensaron de verdad que en algún momento Puigdemont tuvo cartas para gobernar”.
Determinación de seguir
Si las cuentas para las cuentas no terminan saliendo Pedro Sánchez no tiene pensado pulsar el botón del adelanto electoral. El presidente ha aprovechado su viaje a China para matizar sus palabras sobre gobernar sin el Congreso reconociendo que tiene el máximo respeto por las Cámaras, pero volviendo a insistir en que su idea es seguir remando y agotar la legislatura.
En eso están todos sus pretorianos que creen que se puede seguir adelante sin presupuestos y recuerdan que, por ejemplo, Isabel Díaz Ayuso también hizo algo similar en su primer mandato, quedándose sin aprobar cuentas en tres de los cuatro ejercicios. Nadie ve a Sánchez bajándose del autobús en marcha: “Hubo pánico y muchas dudas cuando se retiró a reflexionar, pero ahora está claro que quiere plantar batalla”. Varios parlamentarios recuerdan además las palabras que dirigió a los socialistas en el último Comité Federal subrayando la necesidad de cuidar y lucir el Gobierno: “Con tanto barón regional del PP necesitamos seguir haciendo política socialista desde Moncloa”.
Lo que plantea más interrogantes es la táctica que empleará un presidente que antaño vivía abonado a los golpes de efecto. Se sigue especulando con que aprovechará la salida de Teresa Ribera para hacer un verdadero refresco en las filas de su equipo. Con Calviño o Escrivá se optó por las minicrisis, pero en el seno del partido se cree que después del Congreso del PSOE el presidente puede aprovechar para provocar cambios más profundos en la alineación del Consejo de ministros.
Sea como sea, queda tiempo para que empiecen a moverse todas las fichas y en los meses por venir lo verdaderamente “chungo” será saber qué trucos guarda en su chistera Pedro Sánchez.