Entrevista

Señora Rius: “Hemos tenido siempre nuestra propia voluntad. Faltaría más”

Lydia Artigas explica qué ha cambiado en el mundo de la prostitución desde que ella empezó a ejercer hace ya más de 50 años

Señora Rius
Lydia Artigas, más conocida como la señora Rius Joan Mateu

Es un miércoles a las 19:30 de la tarde. Lydia Artigas ya ha cerrado su piso para atendernos. Al menos, a visitas presenciales. Pues sigue respondiendo a las llamadas de sus clientes: “Se llama Raquel. Tiene 30 años. No va a ganar Miss Universo, pero es muy vocacional”, le explica a un señor sobre una de sus chicas. “Mis chicas caminan, no gatean”, le añade en referencia a la edad.

Lydia Artigas, más conocida como la señora Rius, es una madame “de moral distraída” de 85 años de edad que lleva más de 50 ejerciendo la prostitución. O como ella dice, “haciendo señores“. Asegura que el término ‘prostituta’ o ‘prostitución’ no le gusta porque “suena un poco extraño. Hacer señores suena más bonito“. Siempre ha llevado su profesión por bandera sin vergüeza, y por eso no entiende por qué otras mujeres tratan de ocultarlo: “Para mucha gente está mal visto, pero se puede hacer con mucha dignidad. Otras mujeres se cambian el nombre y no lo dicen. Yo creo que parte de mi éxito ha sido decir que hacía señores”.

Firme en sus normas

En un día normal, la señora Rius cerraría su negocio a las 20:00. “Después de las ocho en mi casa no se entra. Los señores ya han tomando dos cervezas y pueden venir un poco más alborotados”, explica. Su firme postura es la que ha conseguido que lleve más de 40 años con su propia casa en pleno centro de Barcelona. Pese a su respuesta, aun hay clientes que le insisten para poder visitarla pasada la hora de cierre: “Me dicen ‘yo le pagaré más’, pero yo les contesto que no aceptamos sabotajes de nadie. Aquí tenemos seriedad y hacemos las cosas bien”, admite con rotundidad.

“En mi casa somos muy serios. Somos unas señoras de moral distraída pero hay muchas cosas que ni las entendemos ni las practicamos ni queremos hacerlo. Lo que es importante en nuestro trabajo es que tienes que hacer imponer una regla. Ahora si te la saltas porque una persona te ofrece más dinero y lo aceptas malo“, explica Rius.

A Lydia le gusta decir “hacer señores” cuando le preguntan por su profesión

Su firmeza también se traslada a las prácticas que acepta realizar en su casa o a los clientes que pueden entrar: “Si yo cuando hablo por teléfono con un señor me dice alguna pequeña grosería, solo una palabra, le digo que es el aeropuerto y hemos terminado. Si me vuelve a llamar le respondo ‘¿sí? ¿Salidas nacionales?'” A sus 85 años y después de haber ejercido esta profesión más de 50, Lydia Artigas se intenta tomar las cosas con un poco de humor, aunque siempre habla desde la experiencia.

“Es la única manera de tener el tipo de clientela que tenemos en una casa de más de 40 años. Nos tienen plena confianza”, insiste. Además, cuenta que todas sus habitaciones disponen de unos interfonos a través de los cuales las chicas pueden comunicarse con ella. Asegura que nunca ha ocurrido nada extraño ni ningún cliente ha intentado sobrepasarse con alguna de sus chicas. Eso sí, en el caso de que ocurriera algún “malentendido”, como que una chica no quisiera estar con el cliente, bien por su físico o por otro motivo, se tendría que ir porque no tiene más señoras disponibles. Es decir, “el encuentro viene una persona determinada. Yo no tengo en el piso a más chicas disponibles esperando a clientes”.

Es por estas razones que orgullosa puede decir que tanto ella como sus chicas han tenido siempre “nuestra propia voluntad. Faltaría más”. Además, a este respecto explica que ella solo presenta “a una señorita”. El cliente le puede decir “cómo le gusta la señora, si la quiere alta, con el pelo largo… Ningún señor se me ha ido, osea que sé interpretar más o menos lo que quieren”.

Lydia Artigas, señora Rius

Lydia Artigas posa en uno de los sofás de la sala de espera

A lo largo de todo este tiempo, los ojos de la madame más famosa de Barcelona han visto de todo. “Los hombres antes eran más inocentes” explica. “Siempre se han hecho las mismas cosas, pero la manera de hacerlo y desarrollarlo ha cambiado mucho”. No obstante, asegura que, en su mayoría, sus señores “vienen a hablar y a comentar cosas. A contarnos sus pequeños problemas”.

Desde su experiencia, el mundo de la prostitución

Antes de abrir su casa, Lydia Artigas pasó por las “dos mejores casas” de Barcelona. Allí aprendió mucho, aunque rápidamente, en cuanto tuvo la oportunidad, no se lo pensó y abrió su propio negocio. Asegura que ella nunca “ha ido a la mitad” con su “señorita”. “Siempre ganan más ellas”, explica. Es por esta razón por la que no comprende el funcionamiento de “las mafias”.

Aunque cree que “todo tiene que cambiar mucho“, primeramente ella prohibiría “a las muchachas en la calle” dado que “no tienen seguridad y se ven expuestas a muchas cosas”. Se considera “una defensora de que nadie se puede aprovechar de nadie“. Sin embargo, admite que no sabría cuál es la solución para frenar las violaciones y engaños que se producen en grandes prostíbulos.

Así mismo, piensa que la ley que quiere llevar a cabo el PSOE para abolir la prostitución “no se podrá hacer porque es absurdo”. Artigas sostiene que si tiene que cerrar, cerrará, pero no ve posible la ley porque, según ella, dejaría en la calle a miles de mujeres que no tendrían dinero para comer ni para vivir.

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