¿Se imaginan ustedes, en estos tiempos que corren, que todo el Congreso de los Diputados se levanta de forma unánime a aplaudir la aprobación de una Ley? ¿Que no hay diferencia entre partidos políticos porque han entendido que hay aspectos en nuestra sociedad a los que combatir de forma conjunta?
Actualmente parece impensable, pero hubo pasado no tan lejano en el que se entendió y se asumió que era urgente proteger de forma integral a las víctimas de violencia machista en nuestro país. Fue tal día como hoy hace 21 años. Y ese acuerdo se materializó en forma de Ley: la Viogén (ley Orgánica de Medidas de Protección Integral Contra la Violencia de Género).
Llegó para impulsar un cambio social sin precedentes en nuestro país y desde entonces, fue y es una de las leyes más aclamadas y aplaudidas tanto en España como fuera de nuestro territorio. Referente en todo Europa y una ley por la que sentirse orgulloso como nación.
Más de dos décadas de orgullo: marco legal único y referente en Europa
Cuando en 2004 se aprobó la Ley contra la Violencia de Género, España dio un paso fundamental al reconocer que la violencia machista es una realidad de la desigualdad estructural entre mujeres y hombres y la violencia que estos últimos ejercen sobre nosotras.
Esta Ley no solo introdujo medidas punitivas, sino que también garantizó un enfoque integral que abarca la prevención, la protección y la atención a las víctimas de violencia machista.

“Antes se señalaba el contexto, lo que era la relación doméstica, existían una serie de características que hacían que se entendiera que este tipo de problemas o de violencias derivaban de la convivencia, no era un problema social. Se presentaba a la mujer como generadora de esa especie de caos, de malestar que daba lugar a que se respondiera con violencia. Desde el momento en que eso cambia y que la sociedad empieza a verlo también desde esa perspectiva, pues se produce una revolución y un inicio de empezar a ver las cosas de otra forma, y por lo tanto, a transformar la realidad”, valora Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género.
Tal fue la revolución que, a partir de su promulgación, España se convirtió en un referente en Europa en materia de violencia machista. Fue uno de los primeros países del mundo en contar con una legislación específica para abordar esta forma de violencia. Y con ella, otros países europeos siguieron nuestro modelo. Y 21 años después, España sigue teniendo una de las leyes más completas y pioneras en el campo.
¿Qué ha supuesto, en la práctica, la Ley Viogén?
Desde su aprobación, más de 3 millones de mujeres han denunciado por violencia de género a sus parejas o exparejas en nuestro país, según la Fiscalía. El aumento en las denuncias es significativo cada año que pasa: solo en el segundo trimestre de 2025 habían aumentado más de un 3% respecto al año anterior. En cifras se entiende mejor: en poco más de medio año (primer y segundo trimestre judicial), los juzgados registraron casi 100.000 denuncias por violencia machista (99.762), 9.000 más que en 2024.
Estos datos son un signo evidente de que esta Ley, 21 años después, es fundamental para combatir una violencia de la que cada vez más mujeres ponen nombre. No significa, coinciden los expertos, que haya “más víctimas”, sino que hay más mujeres conscientes de que son víctimas de violencia machista.

Una violencia, por otra parte, que no cesa: ya son 47 víctimas mortales solo este 2025. Y aunque es la cifra más baja, por el momento, desde que hay registros, hay que seguir lamentando: solo 11 de ellas habían denunciado previamente a sus maltratadores.
Entre sus innovaciones más relevantes, la Ley creó los juzgados especializados: un recurso que garantiza una respuesta mínima y necesaria ante una violencia que mata.
Juzgados especializados que salvan vidas
Desde hace 21 años, la justicia trata de analizar el contexto completo de la relación de maltrato a la que se expone la víctima: detectar patrones de control y agresión y actuar con rapidez en los momentos más críticos.
Estos juzgados cuentan —o deberían contar— con formación especializada y con la capacidad de concentrar en un solo órgano las decisiones penales y civiles, evitando la revictimización de las mujeres y mejorando la coherencia de las medidas de protección. Su función es también garantizar la coordinación con fuerzas de seguridad y servicios sociales, algo esencial para el seguimiento del riesgo de las víctimas.

Por eso, insisten juristas especializadas en el ámbito, si estos juzgados fallan, si no se sigue invirtiendo y aumentan los presupuestos en ellos, fallan también los mecanismos de protección. Y, por tanto, aumenta el peligro para las víctimas. Por eso la especialización judicial es tan necesaria: no es un privilegio, sino una necesidad básica para salvar vidas.
La ley que amplió los derechos de las víctimas
Más allá del ámbito penal, gracias a la Ley Viogén, las víctimas tienen más derechos que nunca: derecho a información y asesoramiento, atención social integral, asistencia jurídica gratuita y medidas laborales y de seguridad social que tratan de facilitar que las víctimas puedan romper el vínculo con su agresor y rehacer su vida con seguridad.
Otro gran hito: el 016. Operativo las 24 horas y en múltiples idiomas, es ya un recurso consolidado para orientación inmediata. Llegó 3 años más tarde desde la aprobación de la Ley, pero la importancia de su existencia se materializa cada día: desde su creación (2007), el 016 ha atendido más de 1,5 millones de llamadas. Según los datos del Ministerio de Igualdad, el 016 atiende ya más de 325 llamadas al día.
Del silencio institucional a la protección de las víctimas
La ley Viogén es un triunfo social, pero no definitivo. Antes de 2004, las mujeres víctimas de violencia machista vivían prácticamente en la invisibilidad institucional. La violencia se entendía como un problema privado o doméstico, no como una vulneración de derechos humanos.

No existían juzgados especializados, ni órdenes de protección inmediatas, ni una red pública de apoyo integral. Las denuncias eran escasas no porque hubiera menos violencia, sino porque el sistema no ofrecía garantías ni seguridad: denunciar implicaba exponerse a represalias sin protección efectiva, repetir el relato ante múltiples instancias y, en muchos casos, enfrentarse a resoluciones judiciales que minimizaban la violencia o culpabilizaban a la víctima. La mujer estaba sola frente a su agresor y frente al Estado.
21 años después, la Ley de Violencia de Género nos demuestra que fue y es un hito de lo que sentirnos orgullos: si no fuese así no se evidenciaría, cada día, su eficacia. Una base imprescindible desde la que seguir avanzando como sociedad. El reto ahora no es cuestionar su existencia, sino asumir su importancia, mejorar sus fallos y garantizar que ninguna mujer vuelva a enfrentarse sola a la violencia.
Porque si algo ha demostrado esta ley en estas dos décadas es que, cuando el Estado y la sociedad actúan de forma conjunta, las víctimas no solo sobreviven: recuperan la vida, la dignidad y el futuro que sus maltratadores intentaron arrebatarles.
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.

