La Feria del Libro de Madrid abre hoy su 84ª edición, desplegada entre el 30 de mayo y el 15 de junio en el Paseo de Coches de El Retiro. El lema oficial—«Nueva York ilumina la feria»—pone el foco en la ciudad que habla y escribe en español, pero el gran subtexto de 2025 es otro: visibilizar a las autoras en cada caseta, mesa redonda y sesión de firmas. Detrás del objetivo hay cifras, nombres y una directora que insiste en que la igualdad “no puede quedar en el PowerPoint”.
Eva Orúe afronta su cuarto año al frente del certamen como la primera mujer que dirige en ocho décadas el gran escaparate editorial español. “En 2022 corté la cinta de un cargo al que hasta entonces no había accedido nunca una mujer”, recuerda la periodista aragonesa, abanderando una transformación que considera “estructural, no cosmética”. Su equipo —siete personas— trabaja desde enero para garantizar que la programación y los espacios de diálogo no reproduzcan la inercia masculina que ha dominado el mundo del libro.

El termómetro más visible de ese esfuerzo son las sesiones de firmas, el latido diario de la feria. En la edición de 2024 se celebraron 7.000, protagonizadas por 2.504 autores y 2.088 autoras. Con esos datos, las mujeres representaron el 45,5 % de las personas que rubricaron libros, frente al 54,5 % de hombres. Las cifras muestran el avance respecto a la década anterior —cuando la presencia femenina rondaba el 30 %—, pero también que la paridad plena aún no es realidad.
“Cuando pensamos en una mesa, los primeros nombres que surgen siguen siendo varones; hay que sentarse, parar y buscar mujeres cuyo nivel de conocimiento iguale o supere esos referentes automáticos”, admite Orúe. El año pasado la organización “tuvo que revisar varias veces” el programa para evitar paneles exclusivamente masculinos, y este año repite la misma auditoría interna.
La previsión oficial para 2025 anticipa unas 7.000 firmas de nuevo cuño, “andaremos por ahí”, dice la directora. Aunque el listado completo todavía se actualiza a diario en la web, los primeros cortes vuelven a situar la balanza cerca del 50 %. En total, la feria acoge 366 casetas —siete más que en 2024—, con 121 librerías madrileñas y más de 1.100 sellos implicados. La presión para que esa infraestructura refleje la diversidad de la escritura es creciente: los expositores que ya han anunciado horarios de firmas incluyen a Rosa Montero, Elvira Lindo, María Dueñas, Vivian Gornick, Rebeca Solnit, Gabriela Wiener, Lina Meruane y Katie Kitamura, entre otros nombres de primera línea.
No se trata solo de firmar. Bajo la carpa literaria, la programación cultural incluye 400 actividades, y aquí la dirección ha blindado la paridad: todos los paneles oficiales deben contar con al menos una voz femenina. Orúe recuerda el aprendizaje de la pasada edición, cuando la temática deportiva “nos obligó a rebuscar especialistas que no fueran siempre exatletas varones”. Este año el I Encuentro de Mujeres y Literatura da continuidad a esa mirada: escritoras como Cristina Fallarás, Aixa de la Cruz o Sabina Urraca debatirán sobre cuerpo, deseo y memoria en la literatura contemporánea.

Más allá de los focos, la estadística invita al matiz. El porcentaje de mujeres firmantes (45,5 %) sigue por debajo del peso real de las lectoras —el Barómetro de Hábitos de Lectura sitúa a las mujeres en el 65 % de los lectores frecuentes— y muy lejos de la presencia masculina en los catálogos de los grandes grupos. Las autoras también siguen siendo minoría en los grandes premios y en los suplementos literarios que marcan la agenda de ventas. A juicio de Orúe, el reto consiste en consolidar la visibilidad: “La feria dura 17 días, pero la igualdad se juega los otros 348”, sostiene. Las editoriales independientes son, en buena medida, las que más equilibran la balanza. Para compensar, la feria mantiene desde 2023 un sello “Feria Igualitaria” que identifica a los expositores comprometidos con la paridad y les otorga un descuento en la tasa de inscripción.
La Reina Letizia será de nuevo la encargada de inaugurar el evento, gesto que la organización lee como un “respaldo simbólico” a la apuesta femenina; ella misma protagonizará, fuera de agenda, un recorrido por casetas de autoras emergentes. Mientras tanto, el público podrá recoger un facsímil gratuito de Insolación de Emilia Pardo Bazán, editado ex profeso con un prólogo de la historiadora Mary Nash, y visitar la exposición “Canon en construcción”, que reúne primeras ediciones de escritoras españolas del siglo XX.
Hasta el 15 de junio, los pasillos de El Retiro serán un laboratorio donde medir si la paridad que pregona la feria se traduce en colas equivalentes ante las casetas de hombres y mujeres. Las cifras ya no permiten la complacencia; la conversación tampoco. Como sentencia Eva Orúe, “la literatura no es neutra: o representa todas las voces o renuncia a entender el mundo”. Con ese horizonte arranca una Feria del Libro decidida a que las escritoras dejen de ser la novedad y ocupen, de una vez, el centro de la escena.