La literatura de terror, tal y como hoy la conocemos, tiene un punto de partida claro, aunque muchos lectores contemporáneos lo desconozcan. Antes de Frankenstein, antes incluso de Los misterios de Udolfo, existió una obra que, a mediados del siglo XVIII, dio forma al terror gótico con todos sus ingredientes fundamentales. Su título es El castillo de Otranto. Y su autor, Horace Walpole, no solo escribió una novela, sino que fundó un género.
En pleno auge de la Ilustración, El castillo de Otranto apareció como una anomalía. Publicada en 1764, se presentó inicialmente como una traducción de un antiguo manuscrito italiano del siglo XVI. Fue solo más tarde cuando Walpole admitió que la obra era de su autoría. Este gesto, más que una estrategia comercial, respondía a una intención estética: crear una obra moderna inspirada en el mundo medieval, donde lo fantástico y lo racional pudieran convivir.
¿Qué es ‘El castillo de Otranto’ y por qué fue revolucionario?
Para entender por qué El castillo de Otranto es tan importante, hay que tener en cuenta su contexto. En una época dominada por la razón, Walpole introdujo lo sobrenatural sin justificaciones racionales. Un casco gigante que aplasta a un príncipe, retratos que cobran vida, profecías ineludibles y fantasmas que atraviesan muros no eran solo recursos narrativos: eran una ruptura radical con las convenciones del momento.
El texto, lejos de ser solo una curiosidad histórica, establece las bases del terror gótico. Un castillo ancestral. Una maldición familiar. Un noble corrompido por el deseo de poder y una doncella inocente en peligro. Todo ello vertebrado por una atmósfera asfixiante, donde el miedo se siente en las paredes, en los susurros del viento y en el peso del pasado.

Cada párrafo de El castillo de Otranto contiene elementos que marcarían a generaciones de escritores posteriores, desde Ann Radcliffe y Matthew Lewis hasta Edgar Allan Poe y Bram Stoker. Y, sin embargo, pocos lectores actuales han recorrido sus páginas.
El impacto duradero de la obra de Horace Walpole
Aunque su estilo hoy pueda parecer anticuado, El castillo de Otranto sigue siendo una lectura fundamental para quienes desean comprender los orígenes del miedo literario. Walpole, aristócrata inglés y apasionado por el arte medieval, no solo escribió la novela. También construyó su propia mansión como si fuera un castillo gótico, en Strawberry Hill, para vivir dentro del universo que había imaginado.
Lo más sorprendente de El castillo de Otranto es su capacidad para detonar el imaginario de todo un género. La novela introduce la idea de que los espacios físicos —como el castillo— no son meros escenarios, sino protagonistas simbólicos, cargados de historia y trauma. La arquitectura se convierte en psicología. El pasado no es solo un decorado: es una amenaza viva.
Gracias a esta obra, el gótico dejó de ser un estilo arquitectónico para convertirse en una forma de narrar el terror. El gótico literario nació con El castillo de Otranto. Y su influencia se ha extendido hasta nuestros días, tanto en la literatura como en el cine y la televisión.