Bajo el sol del caribe francés, las olas de Guadalupe fueron testigo de un nuevo capítulo en la historia de una familia que ha marcado huella en la vela mundial.
Blanca Alabau, la menor de las hermanas, conquistó la medalla de bronce en la Copa del Mundo de Windsurf, confirmando su lugar entre las mejores del planeta y reafirmando el legado familiar que años atrás inauguró con gloria su hermana mayor, Marina.
Su consistencia y determinación de Blanca, la colocaron en el podio final, donde se colgó una medalla de bronce que no solo premia el presente, sino que honra un apellido que es sinónimo de excelencia sobre la tabla.
El apellido Alabau
El apellido Alabau no es nuevo en lo más alto del windsurf. Para muchos, hablar de Marina Alabau es hablar de una pionera y leyenda viva del deporte español. Su carrera ha estado marcada por una colección de títulos que muy pocos han logrado igualar: campeona olímpica en Londres 2012, cinco veces campeona de Europa, campeona del mundo en 2009 y habitual protagonista en todas las competencias internacionales durante más de una década.
Marina fue la primera española en obtener una medalla de oro olímpica en vela femenina, y lo hizo con un dominio absoluto en la clase RS:X, en la que se mantuvo como una de las máximas exponentes hasta su retirada.
Su estilo que la caracteriza sobre la tabla, muy técnica y elegante, la ha convertido en una figura admirada tanto por sus rivales como por las nuevas generaciones, que aún encuentran en ella una inspiración y un modelo a seguir en este deporte.

Trabajo de años
A lo largo de su carrera, Marina demostró no solo talento, sino una resiliencia digna de admirar. Supo volver tras lesiones, reinventarse ante los cambios en las clases olímpicas y mantenerse vigente en un deporte de mucha exigencia física. Su capacidad para leer el viento, tomar decisiones tácticas y mantener la calma en momentos clave, fue decisiva en cada uno de sus títulos.
Para Blanca, crecer viendo a su hermana competir en lo más alto fue una escuela en sí misma. “Siempre fue mi referente”, ha dicho en más de una ocasión. Sin embargo, lejos de vivir a su sombra, ha sabido construir su propio camino, con un estilo propio y una ambición igual de firme. Hoy, con resultados como el reciente podio en Guadalupe, Blanca ya se ha ganado un lugar entre las grandes.
La relación entre ambas va más allá de lo deportivo. Como hermanas, comparten una complicidad que ha sido clave en sus trayectorias. Marina ha acompañado a Blanca como guía, mentora y apoyo incondicional, mientras que Blanca ha revitalizado el legado familiar, dándole continuidad y frescura a una historia que sigue creciendo.
El windsurf español vive un momento especial con el surgimiento de nuevas figuras, pero el apellido Alabau sigue brillando con fuerza. Con Marina como símbolo de una época dorada y Blanca como protagonista del presente y el futuro, el viento sigue soplando a favor de esta familia andaluza que ha convertido las olas en su segundo hogar.
Mientras el mundo de la vela celebra los logros recientes y recuerda los triunfos del pasado, ellas continúan unidas por la pasión, la disciplina y el amor al mar. Porque algunas historias, como el viento, nunca se detienen. Y la suya, sin duda, todavía tiene muchas páginas por escribir.